Al salir de Salamanca por la Ruta de la Plata, se llega a Mozarber y Monterrubio de la Sierra. A la salida del pueblo empieza Miguel Muñoz, el dominio de los murubes charros desde el año 1932. Los cría en la actualidad un bisnieto de Matías Sánchez Cobaleda, Félix García Cascón Sánchez.
La casa fuerte de Miguel Muñoz, maciza, solemne, es de las que enamora a simple vista. Sus paredes anchas de piedra tallada recuerdan un rico pasado, Una familia noble la construyo en el siglo XVI, y alrededor de ella creció una pequeña aldea donde vivían los campesinos que trabajaban sus tierras.
Contaba Jesús hermano de Félix que su abuela tenía un libro de esos muy antiguos, escrito a mano que contaba toda la historia de Miguel Muñoz. En el siglo XVII la familia que tenía la casa se lo regaló a los Jesuitas, y como eran muy meticulosos, de ahí vienen todos los detalles, el ajuar de la casa, donde no falta ni una cuchara. En libro vienen las cuentas de la herrería y la carpintería que había en Miguel Muñoz. Pero ni a cambio de asegurarle la entrada en el paraíso la señora viuda de don Ángel Sánchez y Sánchez dejaba sacar este libro de su salón, tampoco dejaba sacar fotos de la casa.
De los herederos de don Ángel Sánchez, Jesús es el único que se atreve a vivir en la casa de Miguel Muñoz, algún fin de semana de invierno, cuando vuelve de sus numerosos viajes por América, donde desarrollo toda su carrera profesional. Félix, el único de los cuatro hermanos que sigue con la tradición familiar. En la primera desamortización le quitaron Miguel Muñoz a los Jesuitas y la compró la Marquesa de Lozuella, años después el tatarabuelo de Félix y Jesús la adquirió. Ya era propietario de la finca colindante de Calzadilla de los Mendigos, pero de mendigos los Sánchez de Calzadilla no tenían nada. Cuando partió el tatarabuelo entre sus dos hijos, Matias e Ignacio Sánchez Cobaleda. tocaron a diez fincas cada uno.
Don Ángel el abuelo de los actuales propietarios era muy amigo de " El Pipo " y de ahí que el Cordobés le mataba la camada pero después de una multa que tuvo que pagar, para no tener más problemas, dejó de lidiar toros. Lo vendía todo de erales en festivales alrededor de Salamanca.
Félix García Cascón Sánchez, contaba que en su casa no quisieron que fuera ganadero, su padre que era banquero, García Cascón, que eran los mayores fabricantes de textil de España. Tenían fábricas de lana, de tela en varios sitios. Luego tenían el Banco García Cascón, el Banco de Béjar, el Banco del Oeste... y por parte de su abuela, era el Banco Coca. Así que mi padre sabía absolutamente todos los negocios del campo de Salamanca, de lo que pasaba con el bravo, del dinero que se movía.... no le podían contar nada. Y cuando yo le dije que quería seguir con la ganadería del abuelo, me pregunto si estaba tonto y si quería arruinarme. Y me dijo que me dedicara a lo que me tenía que dedicar.
Pero me empeñé. Quería vivir por lo menos unos años estas historias que mi abuelo me había contado. Afortunadamente, si se puede decir así, las circunstancias ayudaron a que Félix pudiera realizar su sueño. " Fue muy complicado y más bonito que si lo hubiera heredado. Me mandaron a Valladolid a estudiar ingeniero agrícola. Mi tío Javier que no le gustaba el campo, y no sabía que hacer para partir entre él y sus hermanas. Entonces quedo con el notario para organizarlo todo y esa misma mañana, le da una hemorragia cerebral al abuelo. No se muere, pero queda en estado vegetal total. Mi tío Javier, que no quería saber nada de todo esto, dice a sus hermanas que se vende la ganadería. Por supuesto Félix no tenía dinero para hacer frente a la compra, pero tenía un tío, Tomás Fernández casado con una hermana de su madre, que fue rejoneador, y que era un tío divertido... un personaje. Paseando un día por Salamanca, le cuento que tengo un disgusto tremendo porque se va a vender la ganadería y me voy a quedar sin ella, que con mi tío Javier no hay manera, que mi padre no quiere y que mi madre no le da la gana que siga con esto. Y me dice mi tío : ¿ cuánto necesitas para comprar la ganadería ? y le digo, pues tanto para pagar lo que pidan y un poco más para que me quede algo para funcionar. Y me dice que sin problemas. Y así me hice con ello. No heredé la ganadería : ¡ la compré !
Los primeros años, la compré en 1990 con los pajares vacíos en octubre no había nada. Ni paja, ni pienso, ni forraje, una sequía que duró tres años. Compré la parte de mi tío, mi madre me cedió su parte y la otra parte estaba arrendada. Me quedé con el personal. Ahora me alegro que me haya pasado eso, pues así lo valoré debidamente. Creo que si mi abuelo hubiera podido hacer testamento me hubiera dejado a mí la ganadería.
A mi abuelo le pasaba yo a las fichas los notas de las tientas, por tanto llevaba la ganadería en la mano. En tiempo de mi abuelo la tuberculosis existía pero no se controlaba, En pocos años me mataron 400 vacas. Una barbaridad. Esto me partió las ventas. Me estaba quedando sin vacas. Entonces le pedí a Pedro " El Capea " si me podía vender algunas. Era eso o quitar lo que me quedaba. Pero la historia venía de muy atrás, Pedro, la primera vaca que toreó en su vida, fue en casa. Vino con un colegio y había un chaval recomendado por un padre Jesuita. Y el chaval aquel no valía para nada. Entonces Pedro preguntó si podía salir y a mi abuelo Ángel le gustó mucho.
A partir de entonces, muy a menudo, le traía y le echaba alguna vaca, a veces venía cada semana. El Capea nunca se olvidó del trato que le había brindado don Ángel Sánchez. Y cuando vio la oportunidad de devolver el favor, se volcó. " Fue muy esplendido conmigo, se portó muy bien. Estoy muy agradecido. Estuvo viendo dos años los tentaderos. La idea era haber traído yo aquí las cincuenta vacas que quisiera, pero él me dijo que no : te vas a llevar esas veinte que te gustan, pero me vas a dejar que te mando yo estas otras. Y así fue. Y sementales, me dijo, te voy a mandar dos cada año. Las vacas que me mandó por su cuenta ¡ ole !, y los sementales igual. De los doce que vinieron, uno solo, un " Tenerífe ", que no ligo. Además en esa época yo no tenía caballo para tentar y se presentó aquí con uno suyo. Una vez después de tentar una de nota 10 en su casa, me contó que había tenido una bronca con su mujer y con su hijo, que los dos la querían para su hierro.. Y de esa vaca yo le he sacado no sé cuantos sementales. Ese Pedro es un fenómeno.
Sin el refuerzo del Capea esto hubiera desaparecido. En 2002 José Luis Ramos, veedor, de buenas empresas me compró la camada entera para Mendoza, después Mendoza se pasó con los Chopera y ellos me compraron toda la camada.
Y así Félix es de los pocos ganaderos que consigue vivir de su pasión por ser ganadero de bravo. desde aquí le deseamos todo lo mejor para su excelente ganadería.
Otra ganadería con encaste Murube, es la de Pedro Gutiérrez Moya.
En 1979, Pedro incorpora en su finca " Espino Rapado ", en San Pelayo de la Guareña ( Salamanca). un lote de 170 vacas y un semental de Carlos Urquijo de Federico, de pura sangre MURUBE. Puso la ganadería a nombre de su esposa Carmen Lorenco Carrasco.
( Continuará )
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