No tuvo mucha suerte " Gitanillo " en aquella primera salida. Porque si bien demostró al " respetable" la profunda verdad de su arte, sufrió una cogida que, si no fue de graves consecuencias, le obligó a permanecer en cama dos semanas. Tan pronto como la herida de la pierna cerró, mostró el gitano deseos de volver al ruedo. No tardó en ver realizados sus propósitos. Porque el 15 de junio estaba, otra vez, haciendo el paseillo en la misma Plaza de la Isla, acompañado en esta ocasión de Manuel Muñoz ( el Chiclanero ). El ganado dió buen juego y Curro Vega no sólo confirmó la buena clase apuntada un mes antes sino que obtuvo un franco éxito. Los felices augurios de sus amigos comenzaban a cumplirse.
Aquel triunfo en San Fernando abrió a " Gitanillo " las puertas de la Fiesta y así durante el verano, bien guiado por la mano experta de Domingo Ruíz, toreó algunas novilladas de más o menos cartel de la Baja Andalucía.
En las tetulias taurinas sevillanas iba, mientras tanto, forjándose la fama del joven maestro.
- Dicen que toreó como Juan Belmonte - decía un aficionado.
- Como Juan - replicaba un belmontista entusiasta - no puede torear nadie.
- Pues ese gitano - y a mi me lo ha dicho quien entiende de esto un rato largo - baja así las manos y tiene un temple para el capote.
Y el admirador del todavía desconocido espada se ponía de pie y simulaba un lance de capa que no se parecía en nada a los que iba prodigando por los ruedos " Gitanillo de Triana ".
A esas alturas ya se hacía llamar Curro Vega así " Gitanillo de Triana ". Había entonces en el escalafón taurino otro " Gitanillo " el de Ricla ( Braulio Lausín ), y aquel para distinguirse, añadió a su nombre de guerra el apellido de su barrio.
Mientras " Gitanillo " daba estos primeros pasos por el difícil camino de la Fiesta, en su casa no había, como es lógico, unanimidad al juzgar la profesión elegida por Curro.
Su padre - un hombre celoso de si mismo, orgulloso de su propio esfuerzo .- se sentía sumamente satisfecho de Curro. Sus hermanos - Manolo, Pepe, Antonio y Rafael -, también. En cambio, su madre y sus hermanas Pastora y Manolita, no querian oir hablar de los éxitos de Curro.
- Un día - decía la madre llorando - me lo van a matar por ahí.
- No hay que pensar en eso, mujer - intervenía el padre.
Pero no había forma de convencerla.
La temporada de 1925 se presentaba para " Gitanillo " como decisiva. Llegaba la hora de rivalidar ante públicos más competentes su fama. En otras palabras, había que vestirse de torero en la Maestranza para después, si Dios daba suerte hacer el paseillo en Madrid.
Tenía prisa Curro por verse en la Maestranza, pero...... la ocasión se demoró hasta bien entrado el verano ; concretamente, hasta el 15 de agosto, festividad mariana auténticamente sevillana.
Los novillos fueron de Molina, procedentes de Urcola, y no ofrecieron grandes dificultades a la terna formada por " Gitanillo ", Andrés Mérida y Joaquín Rodríguez " Cagancho ".
El éxito de " Gitanillo " fue completo. Toreó de capa, con lentitud impresionante - " parece, diría después un cronista, que se para el reloj, se para el corazón y se suspende el tiempo - realizó un quite que armó el escandaló. Con la muleta estuvo también tan artista, que a pesar de entrar a matar varias veces, consiguió la oreja de uno de sus enemigos.
Ahora todo resultaría mucho más fácil.
La presentación de " Gitanillo " en Sevilla, aunque resultó bien, dió lugar al justo enojo de Domingo Ruíz. Curro toreó contra la voluntad de su apoderado, que deseaba presentar al muchacho en una novillada más comoda - el ganado oriundo de Urcola resultaba por entonces peligroso - y al lado de Enrique Torres " El Niño del Seguridad ", que por aquellos días bullía mucho " Gitanillo ", con la ambición de triunfar en la Maestranza, desoyendo los consejos de Domingo Ruíz, dió su conformidad y toreó. Sobrevino así la ruptura entre uno y otro, con la natural contrariedad de los amigos del torero " Gitanillo " , arrepentido, pidió perdón ; y aunque al principio el competente apoderado se resistió, acabó por encargarse de nuevo de la dirección del muchacho.
Dicho queda que el muchacho gustó en Sevilla. Tanto, que aun toreó tres novilladas más aquella misma temporada en la Maestranza. En total sumaría aquel año 1925 trece novilladas con picadores. El éxito de Curro, ante la cátedra del Baratillo, permitía pensar en más serias empresas. Había que arriesgarse y venir a Madrid. Y como entonces, al revés de lo que ocurre ahora, la ilusión de cuantos iniciaban el duro sendero de la Fiesta era convalidar su fama en la Villa y Corte, Domingo Ruíz se dispuso a cumplir los deseos del torero. Sin embargo, hasta bien mediado el año 1926 no pudo "Gitanillo " hacer el paseo en el ruedo madrileño.
Desde los primeros meses de esa temporada, era Paco Fernández Arranz, aficionado veterano, a pesar de su juventud, el que llevaba la representación de " Curro Puya " en Madrid.
Y él fue, precisamente, quien cerró el trato con la Empresa madrileña.
Fernández Arranz, en su tertulia habitual del Lyon, comentaba evocando los recuerdos de los primeros pasos de " Gitanillo " : - ¡ Como toreaba Curro ! Mire usted..... Yo no digo que fuera el mejor torero, pero si uno de los que han toreado mejor. Y no sólo con el capote, cosa que todo el mundo reconoce, sino con la muleta también. Hace falta desmentir esa leyenda de que " Gitanillo " sólo sobresalía en el primer tercio. Sobran testimonios gráficos que prueban lo que era su muleta. Daba el natural - el natural.... auténtico - como mandan los cánones. Vamos como lo daba Juan Belmonte.
- ¿ Cómo fue - preguntaron a Fernández Arranz - hacerse cargo de la representación de " Gitanillo de Triana ", en Madrid.
- De manera desinteresada, yo había apoderado a otro torero - " Finito de Valladolid "- sin ánimo de perseverar en estos negocios...... ; pero Eduardo Pagés, buen amigo mío, me habló de " Gitanillo ". Y, no sé por qué, acepté. Escribí a Domingo Ruíz, y comence mi labor como representante de Curro.
Le gestioné las primeras corridas sin conocerle personalmente, aunque sinceramente halagado por sus triunfos.
-Le preguntaban también si sus preferencias coincidían con el estilo de torear de " Gitanillo ".
- Contestaba : Si. Yo había militado en el belmontismo.
( Continuará )
El más excelso toreando a la verónica.!Inigualable!
ResponderEliminarD.C.S.
Totalmente de acuerdo D.C.S. Saludos.
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