martes, 24 de septiembre de 2013

EL OCASO DE LA FIESTA



Cuando la temporada taurina 2013 da sus últimos aletazos los negros nubarrones que se cernían al empezar la misma, siguen sin disiparse.
Se conceden los trofeos y los indultos cada vez más injustificadamente, la bravura de los toros y el toro con    "emoción " anda cada vez más distante, todos los toros parecen iguales, pues no se someten a la prueba fundamental  " la suerte de varas ". " A los toros hay que verlos en el caballo ".Esa es la primera piedra de toque de la bravura.
La suerte de varas es muy necesaria pues con ella, bien realizada, se puede definir la bravura del toro, para normalizar la lidia, para aficionar al público hay que picar bien.
Cuando desapareció la lidia, con ella lo hizo el picador. Dejaron de ponerse los toros en suerte ; el público empezó a no soportar a los picadores, y en esa confusión, de la suerte de varas, todos los toros pasaban por el martirio de picarlos mal. Desde entonces se le quitó interés al toro y la corrida ha quedado reducida a la mínima expresión, el toreo de muleta.
La suerte de varas es la que decide si un toro es o no bravo, pretendiendo con ello su evaluación ; estando destinada a graduar la bravura y amoldarla a las condiciones de la lidia.
La bravura se identifica por tanto con la expresión visible de ella, la acometividad ; el animal bravo embiste cualquiera que sea su fortaleza.
Una res con poca fuerza y resistencia pero poseedora de acometividad expresará su bravura hasta el momento en que aquéllas le fallen.
Fuerza y resistencia. La conjunción de ambas produce una resultante que se mide en la suerte de varas.
Tal y como se concibe hoy la suerte de varas hace que un animal criado durante cuatro años, derrame su sangre sobre la arena, sin otorgarle la oportunidad de demostrar su bravura.
La suerte de varas tiene el cometido de disminuir las facultades del toro mediante la pérdida de sangre, que no siendo excesiva, pero sí suficiente para que el toro temple su embestida y se ahorme su cabeza.
Antiguamente, el picador al no tener peto el caballo, tenía que estar muy atento a que el toro no llegara con su cabeza al caballo y para ello tiraba la vara yendo de frente con el caballo, presentando el pecho de éste ofreciendo así el mínimo blanco y tratando de herír delantero, en el morrillo. Hoy con la ventaja del peto, raramente se ve picar en el morrillo, y se hace trasero ocasionando graves lesiones al toro.
En un estudio realizado de 124 puyazos tan sólo 56 lo fueron en lugar oportuno, el morrillo, y los 68 restantes fueron delanteros, traseros o caidos.
Dentro del morrillo del toro los elementos principales son el trapecio el romboides y el ligamento cervical, el morrillo es el lugar en el que tiene que actuar la puya cuando la suerte es realizada con pureza.
Cuando se pica por detrás del morrillo, en las agujas, aumenta considerablemente la posibilidad de afectar espacios intervertebrales, la pleura y a veces el mismo pulmón.
Castigar sin piedad en el primer puyazo como se hace ahora nos deja sin ver muchos toros bravos que salen a las plazas.
A los toros tenían que colocarlos sus matadores correspondientes, a todos sin ningún tipo de excepción, en una raya pintada en la plaza a una distancia prudencial del caballo, desde allí se iniciaría el primer puyazo muy dosificado. En los sucesivos el toro que hubiese pasado con éxito la arrancada al caballo se pondría más lejos. De esta manera el bravo irá al caballo y el manso cantará la gallina y entonces se quedará con el calificativo de manso.
Pero salvariamos que al bravo no le darían la lidia de ahora de cerrarlo de cualquier manera y masacrarlo en un puyazo privando al espectador de verlo venir galopando hasta el caballo.
Las rayas actuales que dividen los terrenos del toro y el caballo no la tienen en cuenta ni el director de lidia ni el resto de matadores y subalternos, no sirven para nada.
Pero como el aficionado es minoría en la plaza se baja cada vez más el listón de todo, pero la fiesta se encuentra en un punto donde no se le pueden sustraer más cosas.
No hay derecho que al toro bravo y al toro manso se les funda en un puyazo, por igual, pero el público lo acepta cada tarde con resignación y el matador de turno que podría evitarlo con meter su capote y sacarlo del caballo se desentiende y después ya tiene justificación si no llega con brio a la muleta.
Para los que se inician en tauromaquia les detallo la indumentaria del picador .
El sombrero se le llama castoreño y está compuesto por la moña y el barboquejo.
La chaquetilla o chupa, o chaleco, son semejantes a la de los toreros de a pie, siendo más anchas las hombreras por tener una armadura más fuerte y estar reforzadas por las coderas de las mangas y su forro embastado.
En la pierna derecha llevan una polaina de hierro llamada " gregoriana ", lo que defiende los muslos, a la de la pierna derecha se le llama " mona " y a la de la izquierda " monilla ".
La suela de las botas han de ser dobles o tiples algunos usan defensas de hierro.
La calzona de algodón lleva varios botones plateados en cada pierna.
Actualmente se pican los toros inutilizándolos para la lidia barrenando, reincidiendo en el puyazo buscando el agujero anterior, pican a toro parado y lo peor siempre tapando la salida injustificadamente.
Si se picara en el morrillo o a lo más en el borde posterior del mismo, zona rica en vasos que hacen desangrar y descongestionar al sistema vascular, muy recargado en esos momentos por la dureza de la lucha, el toro se recuperaría con ello, y seguiría la lidia en mejores condiciones.
¡ Señores aficionados ! :
¿ Tenemos que recuperar la suerte de varas ?.
Al hacerlo nos dariamos cuenta del poco caudal de bravura que alberga nuestra cabaña brava actual, y sin querer obligaría a los ganaderos a seleccionar sus ganaderías con vistas a la suerte de varas pues tendrían que pasar un duro examen en cada festejo.









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