martes, 16 de octubre de 2012

IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS ( CAPÍTULO I )




Ignacio Sánchez Mejías, del que Rafael Alberti dijo " No intentaba seducir. Era la seducción misma. Un nostálgico de la ternura."
Alfredo Corrochano lo definió como : " La técnica con más valor en el ruedo ".
José María de Cossío : "Cuanto emprendió fue una aventura y su actividad, regida por una intuición y una inteligencia extraordinarias, le llevó a riesgos y venturas hasta dar en la muerte."

En el querer ser famoso, no basta la decisión de serlo sino el acertar con la vocación exacta y el cultivar ésta con ilusión, con perseverancia y con entusiasmo.
Así fue la vocación torera de Ignacio Sánchez Mejías.
Desde chico soñaba con la fama y supo ceñir su afán a la especialización para la que se creía más apto. Aunque luego hiciera incursiones en otras actividades, acaso para cerciorarse de que había elegido exactamenbte la suya. De todas formas Sánchez Mejías fue a todo con entusiasmo bien recio. Y con el mismo ardor con que se dio, un chiquillo aún, a ejercitarse en las suertes del toreo, se hubiera preparado para aquel otro arte, carrera u oficio en que hubiese atistabo su mayor posibilidad de triunfo.
Conviene señalar esta característica entusiasta de Ignacio antes de empezar a decir cómo fue su vida. Porque así al contarla, ya se sabe que Ignacio estaba en su propio camino y que el pisaba fuerte y con alegría, con seguridad en el éxito y con la satisfacción del triunfo por el triunfo. La gloria era para él su único halago. El dinero no le deslumbró para dedicarse a los toros. Hubiese sido torero lo mismo, aunque se hubiese tratado de un arte no remunerado.
En la decisión de ser torero, Ignacio había hallado su propio temperamento, su pulso verdadero, su personalidad triunfante.
Sánchez Mejías tuvo la suerte de encontrarse así mismo ese temperamento. Y que en el asentó afianzadamente su decisión de dedicarse a los toros. En esta vocación y en este hallazgo de sus propias aptitudes esta la respuesta a la primera pregunta de cualquier biografía de un famoso. Lo primero es decir por qué obtuvo esa fama y después ponerse a narrar la biografía.
Ignacio pertenecía, a esa categoría de hombres en busca siempre de protagonizar el éxito. No se conformaba con ser un " segundón ".
En Ignacio se encontraban tres cosas fundamentales : sevillanismo, voluntad y deseo. Fue torero porque en el instante sevillano en que él nació, la gloria romántica hispalense estaba en la torería.

Viene a la vida Ignacio, el 6 de junio de 1.891, en Sevilla, en un hogar burgués, en el que no hay agobios económicos ni tampoco inquietudes de aventuras, en la calle de la Palma nº 50, hoy Jesús del Gran Poder. Un niño a quien en el bautismo se impone el nombre de Ignacio, es hijo, uno más ; en total, serán veintidós, del doctor don José Antonio Sánchez Martínez, sevillano, médico cirujano, y de su mujer, María de la Salud Mejías y Díaz, natural asimismo de Sevilla.
El padre era médico de la Beneficencia Municipal de Sevilla y hombre que vivía muy a gusto en la paz de la capital, donde todos los días asistía a la misma tertulia, veía a los mismos amigos y paseaba por los mismos lugares. La madre muy casera atenta sólo al cuidado de su esposo y de sus hijos. Nadie en la reposonería de este hogar, piensa en hechos extraordinarios de popularidades resonantes. Nadie, hasta que Ignacio tiene en sus manos un pequeño capote de torero comprado en una tienda de juguetes.
Pero el chico no podía decir que quería ser torero. Su padre se enfadaría mucho y le pondría uno y otro obstáculo para que no lo fuera. Su padre lo que pensaba para Ignacio es que fuera médico. Y así se lo ha dicho, y muchas veces, desde que Ignacio era un párvulo en la escuela, desde que observó que le gustaba mucho mover con garbo aquel capotillo de juguete...
Porque Ignacio tiene designado por su padre un camino para el porvenir, el muchacho emprende los estudios de Bachillerato, al igual que otros chicos que como él pertenecen a familias distinguidas y con capacidad económica. Y acaso por eso todos ellos se encuentran bien avenidos con ese futuro de que sus padres les hablan cada vez que terminan un curso del bachillerato, unos luego serán abogados, otros médicos, farmacéuticos,.....
Pero Ignacio se revela internamente a lo que su padre le dice.
A él no le gustaba ser médico, le parece una cosa demasiado " aburrida ".
Pero se abstiene de afirmar esto fuera del área de sus amistades escolares. No quiere disgustar a su padre, pero los estudios le hastian. Le parecen muy tristes las clases.
Lo que más le divierte es sustraerse a las explicaciones del profesor, leyendo los periódicos de toros que le presta un camarero de un café próximo, y así combina las pesadas lecciones de Algebra, de Geometría, mientras devora los periódicos soñando con tardes luminosas en las Plazas de Toros, que parecen muy lejanas y muy accesibles avizoradas desde esta  clase llena de sol y encerados. De vez en cuando levanta la vista de las páginas del periódico, hábilmente oculto entre libros y apuntes, y se esfuerza por poner atención a lo que el profesor dice.
Pero es inútil, y a pesar de su buena voluntad, torna a la lectura apasionada, frente a la fría teoría de las matemáticas.
No se sabe quién regalo el capotillo rojo. Pero Ignacio pensó desde el principio que aquel trozo de tela iba a  ser, pasados los años, un instrumento de gloria para él.
Algunos días al salir del instituto, encuentra a muchachitos de su edad, que, mal trajeados y nerviosos, le refieren sus hazañas, en los descampados de la Barqueta, ante finjidas cornamentas manejadas por hábiles maestros que juegan al toro, El hijo del médico, sin darse cuenta, va entusiasmándose con esos encuentros y es natural que un día se decida a probar suerte.
En casa cuando le preguntan por sus estudios, disimula. Dice que todo marcha bien que en cuanto termine el  bachillerato, comenzará a frecuentar la Facultad de Medicina. Sabe que así complace a su padre, a quien profesa un gran cariño.
En una de sus correrías por la Alameda conoce a un muchacho muy serio, hijo y hermano de toreros. Es José Gómez Ortega. Hace unos pocos días ha llegado de Gelves, después de la muerte de su padre el señor Fernando " El Gallo ", José no es en ese momento más que el hijo pequeño, más tarde sería Joselito " El Gallo ".
( Continuará... )






4 comentarios:

  1. Felicidades D. Mariano por iniciar una serie sobre este torero que fue un personaje excepcional.
    Animo a todos a seguirla y a los profesionales a continuar el ejemplo de un torero que supo integrarse como pocos en la vida social de su tiempo.
    Un abrazo

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  2. Don Mariano, quería agradecerle su buen hacer en este blog, para los aficionados recien llegados como yo es un pozo de conocimientos y un contagio del amor por el mundo taurino. Gestiono la página de facebook de la "Peña Taurina Ignacio Sánchez Mejías" de la localidad manchega de Manzanares y además de invitarle a que nos visite y pulse el "Me gusta" para poder estar al tanto de la información que compartimos, le informo de que estoy publicando su entradas sobre Ignacio para disfrutarlas con todos nuestros amigos.
    Reitero mi agradecimiento.

    Un saludo

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  3. En primer lugar les ruego perdonen el no contestar a su comentario en su día, pues siempre lo hago, algún viaje me lo impediría.Le agradezco su agradecimiento hacia mi blog en el que él principal objetivo es crear afición por nuestra incomparable fiesta. Le agradezco la difusión de los capítulos de Ignacio Sánchez Mejías y en cuanto pueda pulso " el me gusta ". Muchas gracias y reciban todos los componentes de la Peña un cordial saludo.

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  4. Francisco Álvarez29 de enero de 2016, 14:47

    Desde México le envío un abrazo y mi agradecimiento por enriquecer la visión de la fiesta...Sus lecturas me han inspirado en la creación de temas para mi obra ,saludos.

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