lunes, 30 de julio de 2012

JOSELITO " EL GALLO " CAPÍTULO IX




Al cumplirse el 27-09-12, cien años de la alternativa de Joselito, en Sevilla que le concedió su hermano Rafael, con el toro Caballero de Moreno Santamaría, en homenaje a tan grandioso torero les mostraré los capítulos que faltán de la biografía de tan singular hombre y torero que tanto representó para Sevilla y para el mundo taurino.

José creyendo que el toro estaba congestionado se retiró, pero el toro era burriciego y al ponerse José en el ángulo visual del toro, éste se arrancó a viaje hecho. José intenta vaciar al toro con la muleta, pero como éste ni ha visto ni ve el trtapo rojo se encuentra con el cuerpo de José ; y con el pitón izquierdo, natural del viaje, le trompica y lo echa a lo alto. En ese instante, el toro no ve, se apercibe de la clase de bulto que tiene entre sus astas, y entonces con su sentido certero al herir, derrota con el pitón derecho, que va a clavarse en la región inguinal derecha del torero.
Una vez seguro de haber hecho presa, el toro sacude el cuerpo de José y se marcha sin hacerle caso.
Ya está todo consumado. Puede decirse que José, que todavía respirará una hora, está practicamente muerto.
No obstante, se incorpora, pues ha caido boca arriba y en el preciso instante que llegan " Cuco " y "Blanquet " Joselito se ha sentado en el suelo y mirándose la herida, dice : "¡ Ay, madre mía ! ¡ Tengo fuera los intestinos !."
" Blanquet " le pone el capote encima al tiempo que le ayuda a levantarse y trata de animarle quitándole importancia a la cosa.
El público se ha dado cuenta de la gravedad de la cogida, hasta el punto que se pide la suspensión de la corrida.
El toro que le había tocado en el sorteo a Joselito era uno jabonero claro, pequeño, gordo, que en el apartado arremetió contra un burladero y se escobilló un pitón. Fue sustituido entonces, por el trágico Bailador.
Si... estaba escrito. Joselito llegó con vida a la enfermería. Sobre la cama de operaciones sin abrir los ojos exclamó : ¡ Que venga " Mascarell ". Fueron las últimas palabras del mejor de los toreros. Después, una pausa de unos minutos... un suspiro débil y dos lágrimas que asomaron temblorosas, a sus ojos, ya sin vida. Unos instantes más, y dejó de ser el coloso taurino. Eran las siete y cinco de la tarde del domindo 16 de mayo de 1.920.
Mientras Joselito muerto en la cama de operaciones, en la pantalla de un cine de Talavera se proyectaba una película en la que el famoso torero vivía.... en una faena de muleta gloriosa.
En la reja de la enfermería, un ventanuco miserable se asomaban, trémulos, unos gitanos y lloraban a gritos.
Después... Después, nada. ¿ Qué más podía ocurrir después de los que ya había ocurrido...?  ¡¡ Adiós Joselito !!.
La ciencia libró un combate en velocidad contra la muerte pero la misma afianzó sus garras en la joven carne de Joselito, y se lo llevo sin remisión.
Ya nadie ni nada podrá impedirlo.
Se gastó mucha tinta diciendo que en la enfermería no había nada, que sólo tenían yodo, algodón y unas pinzas.
Después, todo quedaría claro en una entrevista que se hizo al doctor Luque, que era el jefe de la enfermería aquella tarde, en la que éste se defendería magníficamente diciendo que los médicos que desde Madrid habían acudido a la corrida y que voluntariamente acudieron a la enfermería, por si eran necesarios, podían atestiguar que ésta no carecía de nada.
Joselito había muerto, Nadie lo podía creer. ¡ Era imposible !.
El torero más sabio que ha existido, el de más facultades, el de más sentido del deber y de la responsabilidad, no podía morír.
Empezaba la noche en Talavera ; una noche tibia y primaveral, con mil pequeños ruidos en el campo y un palpitar de estrellas temblorosas en el cielo.
Después el telégrafo se encargó de llevar la noticia a toda España, de poner en todos los mástiles de las Plazas de toros el luto de un crespón, de llenar la carretera hasta Madrid de congoja, de angustias y de lágrimas en el ir y venir de los coches, que buscaban el camino de la verdad, de la triste verdad.
¡ Pero Joselito había muerto....!
El entierro de Joselito comenzó  en Talavera, Sánchez Mejias junto al féretro lo acompañó a la estación donde partió camino a Madrid, José vivía en la calle Arrieta nº 12 y el féretro fue paseado por citada calle.
A las nueve y veinte de la mañana del día 19 de mayo llegó a la estación de Sevilla, el tren que conducía el cadáver de Joselito, desde Córdoba.
Una comisión de soldados de cuota del Batallón de Ingenieros, en el que había prestado su servicio militar Joselito, se situó a las puertas del vagón donde venía el cadáver, para rendir el último tributo al compañero.
El féretro fue sacado a hombros de los banderilleros y picadores de su cuadrilla, quedando depositado en un lujoso coche tirado por seis caballos, con gualdrapas negras.
Al pasar ante el Club Gallito, situado en la calle Amor de Dios, una lluvia de rosas y claveles cayó sobre el coche. La llegada a la Alameda fue impresionante. Todos los balcones del gran paseo lucían colgaduras de luto y las columnas de los Hércules aparecían cubiertas con crespones negros. Al llegar a la Macarena, las campanas de San Gil doblaron a muerto. A la una entró en el cementerio de San Fernando el fúnebre cortejo. Poco después lo llevaron los miembros de su cuadrilla hasta el nicho nº 6 de la calle Virgen María. Aquel día Sevilla no vivió más que para el dolor.
El día 22 de mayo ante el Altar Mayor se celebró en la catedral de Sevilla el funeral, con asistencia de todas las autoridades.

Si alguna vez tus pasos te guían hasta el cementerio de San Fernando de Sevilla, apenas pasado el umbral de los muertos, casi a la entrada de la calle principal, jalonada de altos cipreses el mausoleo ( bronce y mármol) donde reposan, hasta el final de los siglos, los restos mortales de Joselito.
El artista Mariano Benlliure no quiso dar al grupo escultórico que posa su planta sobre la gran losa del panteón, trágicos relieves ni épica grandeza; buscó sencillamente, la emoción por el suave camino de lo fácil.
La conmoción que en el toreo produjo la muerte de Joselito aún dura hoy cada 16 de mayo.
Las cuadrillas o hacen el paseo descubiertos, o llevan en sus vestidos de torear un lazo negro y se guarda un minuto de silencio, ¡ al mejor de los toreros !.
(Continuará ...)








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