jueves, 9 de agosto de 2012

EL TORO DE LAS VENTAS



En el mundo del toro desde siempre han existido unas pocas plazas capaces de definir un tipo de toro característico de las mismas, así mismo ese tipo de toro ha influido decisivamente a la hora de conferirles una personalidad, hablamos del toro de Madrid, el de Bilbao, el de Sevilla, etc.
Cuando en 1.931 se inaugura la plaza de las Ventas se lidiaba un toro donde primaba la desigualdad en ese avance selectivo para conseguir mayor bravura.
Durante los años treinta destacaron la presencia de los ejemplares encaste Murube, Contreras y sobre todo Coquilla, que fueron los más destacados a la hora de propiciar las faenas y los triunfos más importantes.
Concretamente tres de los rabos que se concedieron en la plaza de las Ventas en esta década fueron cortados por Juan Belmonte, Alfredo Corrochano y Manolo Bienvenida a otros tantos " Coquillas ", que en los años treinta eran unos ejemplares que aunaban la casta con la calidad en la embestida.
Así interesaba por igual a los aficionados y a los toreros.
En este periodo tuvieron frecuentes apariciones por la plaza de Las Ventas los hierros de Clairac (Parladé),  Bernardo Escudero (Albaserrada), Sánchez Cobaleda (Vega Villar) y con algunos éxitos reseñables Manuel Arranz.

En la década de los cuarenta tuvo una bajada de nivel en la presencia del toro y en el número de festejos debido a los efectos de la Guerra Civil.
Muchos ganaderos tuvieron que partir desde cero o intentar rehusar sus maltrechas ganaderías, sobre todo en las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real y Jaén.
Se lidiaba lo que había, animales de escaso tamaño de edades muy variadas y poco peso.
La aportación más destacada en esta década la de Pablo Romero, Isaías y Tulio Vázquez, Antonio Pérez, Galache, Alipio Pérez Tabernero, Manuel Arranz, Sánchez Cobaleda entre otros.

En los años cincuenta la ganadería de lidia alcanzaría un momento de esplendor para ofrecer a los aficionados bravura y casta.
El toro de la década ganó en regularidad y aportó abundante emoción a los tendidos.
El toro de entonces, no se había refinado tanto a la hora de humillar al máximo en sus embestidas, pero era un animal muy encastado, que trasmitía mucho y que por su fondo de bravura se adecuaba a cualquier diestro.
La cuestión de edad no estaba garantizada aún, con lo que los aficionados se quedaban con dudas razonables ¿ tenían los ejemplares la edad reglamentaria ?
También es significativo durante este periodo la flojedad de los toros lidiados, un fenómeno que hasta entonces apenas se había constatado.
Seguía como favorita Pablo Romero, Conde de la Corte, Antonio Urquijo, Fermín Bohórquez, Isaías y Tulio Vázquez, Joaquín Buendía, Felipe Bartolomé y Carlos Nuñez, entre otros.

En los sesenta con la llegada de Manuel Benitez " El Cordobés " que poco a poco se fue convirtiendo en el amo y señor del toreo.
El toro que se lidiaba en Las Ventas cuando actuaba " El Cordobés ", casi nunca había cumplido los cuatro años.
En el extremo contrario los ejemplares duros y pasados de edad los lidiaban los toreros modestos durante el mes de agosto madrileño.
La bravura dejó de ser la cualidad más buscada en la selección ganadera y la nobleza pasó a ser el factor más inportante. Los ganaderos se vieron obligados a asumir el axioma de que los toreros prefieren correr detrás de los toros, que no delante.
El toro se dulcificó por decreto. Pasó de ser enemigo del torero a colaborador, se menguó el trapío.
Brillaron Pablo Romero, Conde de la Corte, lo de Isaías y Tulio Vázquez pasó a ser ganadería terrorifíca.
Los hierros portugeses de " Coimbra ", Diego Passanha, Infante da Cámara y Ribeiro Telles, llevaron a muchos aficionados a pensar que la bravura se había refugiado en Portugal, donde no llegaba el descaste que estaba arrasando la mayoría de la cabaña española.
En 1.968, se presentó en Las Ventas Victorino Martín con dos corridas que no dejaron indiferente a nadie.

La década de los setenta tuvo cambios bruscos en el toro se pasó de la escasa seriedad del toro. En 1.969 se creó a traves del Ministerio de Agricultura el Registro de Nacimiento de Reses de Lidia para garantizar la edad del toro, y acabar con el fraude.
A partir de 1.973 el toro cuatreño empezó a salir para todos. La ganadería de Victorino Martín se emcumbró definitivamente, mientras que la de Pablo Romero acabó su ciclo ascendente en 1.971 y se hundió estrepitosamente.
Tomaron cartel el hierro de Hernández Plá, Samuel Flores, logró salir del abismo de la mansedumbre.

Llegaron los ochenta con Toro grande, ande o no ande, o mejor dicho, el toro más grande que hubiera, independiente del juego que pudiera dar.
Todo el mundo taurino coincidía en que Manolo Chopera era la baza más segura para enderezar el rumbo de Las Ventas.
Con Chopera se consolidó la presencia del toro, incluso en las novilladas que eran las corridad de toros de capitales de provincia.

Con los noventa y la renuncia de Manolo Chopera a seguir gestionando Las Ventas, se presentaron al concurso Los Hermanos Lozano que con " Toresma " cambiaron el tamaño del toro y apostaron por un toro más armónico que embistiera más.
Victorino Martín dista mucho de lo que fue anteriormente manteniendo competencia con su sobrino Adolfo Martín.

Los aficionados al toro en la actualidad se encuentran con un toro bajo en acometividad, justo de bravura, limitado de casta e incapaz de trasmitir emoción a los tendidos, y se quejan constantemente de la pérdida de encastes y de tener que aguantar una feria de San Isidro a base del monoencaste Domecq del que proceden practicamente las ganaderías vigentes.





No hay comentarios:

Publicar un comentario