viernes, 27 de agosto de 2010

LAS VACAS... EN LA DEHESA


La Vaca como todo animal en libertad, busca en la dehesa, un espacio vital, en un mundo donde le cuesta la supervivencia, salvo en los meses de abudantes pastos, donde podemos decir que entonces lo tiene todo cuadrado, come lo que quiere, cuando quiere y además escogiendo la comida. Por el contrario hay otros meses en el año, donde lo tiene más difícil, pues aunque el ganadero complemente la comida, ella tiene que luchar para conseguirla con las vacas mandonas, con las peleonas, en realidad existe otro grupo de vacas además de los dos descriptos, que es el de las vacas pasivas que son las que obedecen a las mandonas y a las peleonas y por tanto las que tienen más problemas con su supervivencia.
Las peleonas se crecen ante las pasivas por todo, la comida principalmente, así ocurre que solo con mirar una peleona a una pasiva, la segunda se da la vuelta y le cede la comida a la otra.
La vaca muestra un instinto derrolladísimo de maternidad a niveles increíbles. Si en un cercado con muchísimas vacas les diéramos un extraño rodeo quitándoles los becerros, cuando los juntaramos de nuevo, ninguna dudaría en volver con su becerro y el nivel de error sería cero y por otro lado no conseguiríamos asignarle a otro que no fuera el suyo.
El olfato juega en esto un papel importantísimo, cada una tiene tomado el olor de su becerro. Hay casos, que se le muere a una vaca el becerro y si otra está criando al suyo muy escualido, la única forma de intentar al menos de conseguir el cambio, es ponerlo al becerro que pretendemos cambiar de madre la piel del muerto, no es infalibre, pero casi siempre se consigue así.
La vaca tiene cuatro berridos. Uno cuando llama a su becerro es suave y a la vez hondo, otro que es una especie de quejido, es un berrido continuo y muy rápido, otro es el reburdeo como el de los toros, este es un rumor sordo, de presagio de sangre y el último es corto y con una enorme fuerza contenida.
La vaca parida siente aversión por los perros y los caballos, ella sabe que los lleva el vaquero y le obliga con ellos al orden que él establece, la marcha contra la querencia y la mueve por la dehesa donde el quiere.
Cuando por las mañanas se les echa la comida, la primera que lo percibe llama a las demás que van acudiendo lentamente en todas direcciones y de todos los rincones del cercado.
La vaca siente también aversión por los veterinarios, a veces mueren solo del berrinche de cogerlas, sin haber puesto ningún medicamento.
Dentro de las vacas, la brava es la más dura, podríamos decir acertadamente durísima, semisalvaje, que aprovecha la más leve cantidad de pastos y aguanta los inviernos más fríos y angustiosos que se presenten.
La vaca es muy noble o muy arisca. En el campo suele ser noble, se la puede ver a caballo, en un coche a un metro sin que se asuste, eso sí, siempre y cuando te metas entre ellas y no las molestes, la recién parida en cuanto observa algo extraño desaparece por un rincón llevándose a su becerro.
Cuando hay que reunirlas para algún fín: cambio de cercado, comida por las mañanas, etc., el mayoral les da una voz y ellas distingen perfectamente si es, para una u otra cosa.
Hay vacas que reiteradamente no se quedan preñadas, es decir, que son estériles por algún defecto funcional, se les llama "machorras", y constituyen el primer renglón del desecho, normalmente suelen tener una nota estupenda en el tentadero, por lo que te da más pena deshacerte de ellas.
El celo en las vacas dura cuarenta y ocho horas, y si la vaca no queda cubierta reaparece de nuevo a las tres semanas. La vaca con celo se vuelve más arisca incluso a veces parece no conocer a sus cuidadores, vaqueros, mayoral. La vaca está febril, nerviosa, sin ganas de comer, con los ojos muy relucientes, escarba bastante, estira el hocico lleno de babas. Se pegan unas a otras y gruñen mucho.
La cópula en libertad es casi instantánea. Cuando las vacas han quedado cubiertas, generalemte a partir de ese momento rechazan al semental.
Las vacas como termino medio viven unos quince años. Nos pueden dar unas siete u ocho crías, mitad machos y mitad hembras, otras machean más o viceversa.
Paren a los nueve meses, sobre 282 días las más viejas y un poco después las más jovenes. El celo reaparece en ellas al segundo o tercer mes, después del parto. Haciendo memoria recuerdo una vaca que en diecinueve años, parió catorce veces, no fallaba.
Se da algún caso de vacas que se cubren a los veintiún día de haber parido. Se cubren más en primavera, por la abundancia de pasto verde, influyendo también el que los días en primavera son más largos y ese aumento de horas de luz al día provocan un mayor celo en las vacas. El Mayoral apunta cada día el número de vacas cubiertas, si se  repite, etc. con el fin de llevar un perfecto control de paternidades en la ganadería.
En cualquier ganadería el ganadero tiene que optar por tenerla pura, con lo que lleva consigo, o refrescar con otras sangres del mismo encaste. En mí caso prefiero seguir criando COQUILLA, pues sabes tienes una cosa única y pura, mejor o peor, pero pura, tienes los problemas de la consanguinidad que no son pocos, pero al igual que llevo veintiocho años con lo mismo, procuraré mejorarlo en lo posible y que este encaste UNICO, prevalezca por encima de todo.





Les muestro hoy, dos cuadros del Museo, que a mí me encantan, del pintor José Puente.


1 comentario:

  1. Hay que ver cuánto se aprende... Ardo en deseos de ver a los hijos comportarse en la plaza.

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