TENTADEROS (5)

Seguimos con los tentaderos, a Udes. quizas les canse, pero teniendo en cuenta la ilusión que les hace a los alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Madrid, salir dando un buen pase de muleta, no tengo más remedio que complacerles y seguir publicando tentaderos.

Lo que más se tiene en cuenta en la muleta, para mejorar la nota a la becerra, es que tenga transmisión, que repita con nobleza y temperamento, no temperamento y maldad, sino temperamento y nobleza, que es lo que nos gusta a todos.

A veces nos pasamos de nobleza y falta el temperamento, con lo cual surge esa embestida medio tonta que resta tanta emoción a lo que hace el torero.

Cuando los tentaderos se realizan del mes de Mayo en adelante que hace calor, las becerras al terminar de torearlas, hay que desinfectarlas y curarlas, pues de no hacerlo les pican las moscas en las heridas de la puya y lo pasan fatal.

Otros puntos a valorar en los tentaderos, son fiereza, bravura, nobleza y codicia.

Fiereza es una cualidad por la cual el animal pone de manifiesto su poder por destruir al adversario.

Bravura, es la cualidad, que partiendo de la primitiva fiereza, el hombre ha cambiado para convertirla en la lidia.

Nobleza es la cualidad, cuya virtud consiste en hacerla más útil en la lidia. Es la acometida en recto, sin derrotar y repitiendo la embestida.

Codicia es la constancia en la acometida dependerá mucho del fondo físico del animal.

Para poder realizar los tentaderos previamente, el ganadero tiene que realizar una serie de operaciones ayudado por su personal y los cabestros, indispensables en cualquier ganadería para realizar los movimientos del ganado por la dehesa.

Las operaciones suelen ser sencillas pero no llenas de mucha paciencia y tranquilidad al efectuarlas, el paso lento es, pues, condición precisa para que las reses que se trasladan de unos cercados a otros, la plaza de tientas, etc., vayan tranquilos y bien encabestrados.

Tan solo se debe apretar la marcha en sitios que el mayoral recela que los animales puedan extrañar y por tanto en esos momentos conviene apretarles para que se den menos cuenta.

A veces se encierran animales en la ganadería para ser transportados para su lidia en alguna plaza de toros. El camión que los transportara a la plaza destino, se sitúa en el embarcadero, van provistos de 6 - 8- 10, jaulas o cajones, miden 2 metros de alto por 0,80 de ancho y 2,50 de largo. Llevan una pequeña trampa en el techo para que las personas, mayoral o conductor, puedan observar y ver cualquier anomalía que al animal pueda suceder durante el viaje, en esta labor de embarque son también imprescindibles los cabestros. Una vez cargados la totalidad de animales en el camión, el conductor procede al precintado del mismo, el ganadero tiene precintos en su poder y le dará los que necesite para tal fin, si viajara sin ellos puede ser multado.

Otro elemento sin el cual no se podría realizar faenas en la ganadería, como tentaderos, herraderos, saneamientos, vacunaciones, etc., es la "mangada" o "manga", el ganado conducido por los vaqueros a caballo entra en el embudo de la manga sin recelo. Es el momento de forzar mucho la marcha y como la manga se va estrechando se acelera al máximo, pues con la carrera es más difícil que los animales se vuelvan y con el aturdimiento tomen la puerta del corral sin dudar, no quiere decir que siempre se consiga a la primera, hay veces que se vuelven, pero en la mayoría de las veces, así, se consigue encerrar.

Apartar es, separar, dentro de los grupos de animales de la ganadería, sementales, vacas, toros, utreros.

En el caso del tentadero, una vez que se conocen los animales que se van a tentar, son apartadas del resto y se llevan a los corrales contiguos a la plaza de tientas, para que el día del tentadero enchiquerarlas, para que una a una vayan saliendo a la plaza.

Lo bueno con el ganado bravo es pasar entre ellos, y que no extrañen y se den cuenta que no se les va a molestar. La nobleza, la tranquilidad adquirida por el trato día a día, con el personal de la ganadería que les aceptan y obedecen con agrado cuando les mandan moverse por la dehesa.