En 1895 agregó hembras y sementales de Joaquín Murube, de los que heredara de su señora madre doña Dolores Monge, y que ésta adquirió en 1851 a Manuel Suarez Jiménez, hijo de Manuel Suarez Cordero, de la rama de Salvador Varea la más fructífera de las cinco, en que se dividió este fabuloso manantial de ganaderías bravas, que ha sido el de los Condes de Vistahermosa. Adicionó la mitad de la ganadería en 1863 de Arias de Saavedra, quien pasó a ser propietario en 1837 de la de su padre político, Juan Domínguez Ortiz, más conocido en esa época por el " Barbero de Utrera ", y y que era otra de las cinco ramas de la división Vistahermosa.
A Ildefonso Nuñez del Prado le fue vendida la otra parte o mitad, dando origen a la fundación de varias ganaderías, tales como la de Juan Vázquez, Eduardo Olea, Juan Antonio Adalid dividió la suya en varios lotes : uno Urcola - Galache ; Gregorio Campos, Narciso Darnaude, Hidaldo Hnos. y otro con todos los derechos de hierro y divisa, a Fernando Villalón, poeta de Andalucia y ganadero de reses bravas, como fue titulado por su primo el insigne escritor don Manuel Halcón.
Una vez en poder del señor Gama, las vacas y sementales murubeños, adquiridos en 1895, adicionó más vacas y sementales de la misma procedencia los años 1896, 1897 y 1904, estas últimas reses de doña Tomasa Escribano, Viuda de don Joaquín Murube, eliminando al poco tiempo todo lo procedente de Mazzantini.
Llegó a gozar de cartel en Madrid, pero el toro " Gaditano ", en corrida celebrada en la Villa del Oso y del Madroño en 1910, dio al traste con todas las ilusiones puestas en tal excelentes productos, salió tan manso que hubo de ser retirado al corral, éste fue el motivo de la venta de la ganadería al " señor " de San Fernando, al sobrino nieto del " Cojo de Continos ", don Antonio Pérez Tabernero, uno de los mejores ganaderos que han existido y que en la historia del toreo ha marcado un hito inigualable entre otros, por el número de tiros lidiados en Madrid con el hierro de esta famosa vacada. En el azulejo colocado en el patio de mayorales de la Venta del Batán en honor de este ganadero, dice llevar lidiados hasta 1956 la friolera de 561 toros.
Cuando todas las hembras y machos que formaban la ganadería fueron desembarcados en el Villar de los Alamos, del tren especial que los condujo desde Obidos ( Portugal ), era el mes de mayo de 1911.
Meses después el 30 de junio se lidió en Alicante la primera corrida de toros a nombre de Antonio Pérez ( antes Gama ), siendo un debut afortunado, puesto que al primer toro, de nombre " Marqués ", tomó siete varas, con cinco caídas y tres caballos para el arrastre, fue estoqueado por el " Papa Negro ", sobrenombre que le fue puesto por el crítico don Modesto a Manuel Mejías ( Bienvenida )
Una vez en su poder la ganadería de Gama, compró en 1916 a Eloy Llamamie de Clairac el semental "Azulejo " , quien lo había adquirido en 1912 a Fernando Parladé, dando un extraordinario resultado. Adicionó en 1919 vacas y sementales de Luis Gamero Cívico, terminando su ciclo adquisitivo en 1920 con la compra de vacas de la señora Viuda de Tamarón.
Don Antonio y sus famosos "apes", consiguió formar una ganadería fuera de serie. De una ganadería hizo un laboratorio, de donde salían toros con embestidas largas y suaves que seguían la muleta con el morro por el suelo.
Tuvo un sentido tan clarividente del momento que que supo ver con mucha antelación a los demás ganaderos el toro que demandaba el público del momento. Sus antepasados, sobre todo a contar desde su bisabuelo, fueron ganaderos de pro. Sus tres hermanos - Graciliano, Argimiro y Alipio - tuvieron también vacadas sobresalientes.
" He conocido -explicaba don Antonio - a las mujeres por sus manos ; a los hombres por su manera de cruzar los brazos , ¿ " Y a los toros ? por todo " , porque doble vida diaria mañana y tarde junto a ellos.
Si en Salamanca partes de la Plaza Mayor, en dirección a Portugal y el cuentakilómetros marca cero al bajar la cuesta de Santa Teresa y llegues al km. 31 si miras a tu izquierda estas viendo San Fernando, santuario taurino del campo charro, finca de algo más de 600 hectáreas.
Don Antonio mantuvo hasta su muerte un leal pacto con sus hermanos, referente a la utilización ganadera de su común apellido Pérez-Tabernero, fue ganadero casi sesenta años, desde 1911 hasta 1965. En un tentadero, salió un becerra colorada, pequeñita, preciosa y la toreó un chaval que debutaba en el Villar, salió de bandera, y el chaval al terminar subió al palco a felicitar a don Antonio, que, con una sonrisa, le enseñó su cuaderno, en donde no había anotado ¡ nada ! solamente una " D " de desecho, y le dijo : " Mira las becerras tiene que ser grandes madres de toros ; no sirve de nada que sean, como ésta, de bandera, si luego no son capaces de parir un toro de trescientos kilos, y ésta estaba desechada de salida. ¿ Es raquítica !. Así era don Antonio. Por eso aguantó la tablilla del peso que a muchos ganaderos borró del mapa, relegándolos a los pueblos. Los utreros en San Fernando se ponen a hierba con trescientos kilos de canal con facilidad. Por eso en San Fernando, no salen mogones, ni existen diarreas, que tantos becerros se llevan por delante, ni nacen becerros tuertos.
Don Antonio en San Fernando juntó todas las ramas de Murube - Ibarra - Parladé, y con la base, con la madre buena le dio su sello personal, le imprimió a sus toros su carácter y creó un tipo o una raza nueva, en definitiva, los " apes ".
Al morir don Antonio herederon sus hijos : Juan Mari Pérez-Tabernero Montalvo, todo lo que venía lidiándose a nombre de Hdos. de María Montalvo, Antonio, el 50% de " ape ", con hierro y divisa, doña Mercedes, la ganadería que figuraba a nombre de Sierra Grande, propiedad de su hermano Juan Mari, procedente de Montalvo, y el 25% de " ape " y para doña Amelia se adquirió a don Baltasar Ibán, la vacada que éste había comprado anteriormente a doña Isabel Rosa González, procedente de Buenabarba, lo que es igual a decir Hermanos Arribas de Guillena y el 25% de " ape ".
Se oía en toda la redonda de los cerrados del Villar, de Matilla, de Linejos, cuando se celebraban los acosos y derribos con el incesante galopar de los caballos, el rumor de las espuelas, el vocear de los garrochistas, las zumbas de los cabestros, quince berrendos en colorao con el hierro simbólico, de Miura en el cuadril.
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