Los ganaderos de bravo se encuentran en una situación " límite " " dramática " , no lidian en plazas, no mandan toros a las calles, en la actual temporada apenas se ha lidiado el uno por ciento de las previsiones que tenían al principio de temporada.
Los cinqueños en un alto porcentaje se han toreado a puerta cerrada y sacrificado después. Pero lo cierto es que se encuentran sumergidos en el mayor drama que se recuerda en muchos años. De una camada de cuatreños se estropean un 25%. De cinqueños se pelean todavía más.
Si de por sí, en circunstancias normales la ganadería de bravo no es rentable, que me dicen sin poder lidiar como ocurre en este 2020.
Criar un toro cuesta 4500 euros y es lo que pagan cuando se lidia en el mejor de los casos. ¿ Se figuran el negocio ? Pero no todos los toros valen 4500 euros, se venden por 2500 euros y hasta por 1500 euros para la lidia
.El matadero no es el objetivo del ganadero, selecciona y se esfuerza para lidiar en las plazas y comprobar que su dedicación ha sido recompensada. En el matadero sólo encuentra el valor " económico " pero se estrella con lo esencial lo " sentimental ".
Pero cuando paga facturas, piensos, nóminas, seguros sociales, etc, etc, no le queda otro remedio que aceptar los 400 euros del matadero, que le perjudican por la pérdida que le supone, pero así, pone fin al gasto de dar de comer todos los días a ese animal. El valor del toro no es cárnico, es su bravura y al no lidiarlo supone aparte de las pérdidas económicas el no tener un termómetro actual de bravura de la ganadería.
El Covid 19 supone un " frenazo en seco " en la actividad del sector taurino en todo su conjunto, algo "ruinoso y desolador "
A ganadero de bravo se llega por : herencia familiar o por afición.
El ganadero, hombres y mujeres son personas de un gran conocimiento en el toro bravo, conoce a la perfección sus vivencias, su sensibilidad ; son personas que saben transmitir a los que le rodean esas enseñanzas que , muchas veces, por la simpleza con las que las relata parecen obvias, pero nada más lejos de la realidad.
Para los ganaderos por afición tendríamos que enumerar tres requisitos previos y básicos :
"Paciencia", en la ganadería de bravo los resultados se ven con tanta lentitud que de no tenerla, es difícil permanecer al frente de la misma varias décadas.
"Afición ", toda la que se tenga es poca para hacer frente a las adversidades que se presentan en todo momento en la marcha de la ganadería, la afición tiene que estar por encima de todo para así remontarlo.
"Humildad" ante los triunfos y ante los fracasos.
El terremoto taurino desde que la burbuja inmobiliaria explotó en España, redujo a la mitad el campo laboral de los que lo componen. En vez de reestructurarse de forma colectiva, el sector taurino siguió en su inmovilismo, como si la única opción posible fuera esperar que la cosa mejorara por si sola. Últimamente el público desaparece de las plazas de toros, se cerraron plazas, desaparecieron ganaderías.
.La tauromaquia atraviesa una crisis estructural que le afecta a su economía y a su imagen a nivel mundial. Y esta crisis, prescindiendo del Covid 19, se agrava por el desencuentro con la sociedad, por el debate constante en torno a su legitimidad de la fiesta así como `por el alejamiento del público que siempre le fue fiel y que ahora se desentiende de ella.
El sector es incapaz de autorregularse, para defenderse del acoso animalista.Si no se pone en marcha una estrategia global de gran envergadura, el riesgo de prohibición política facilitado por la decadencia del sistema y si faltaba algo por el Covid 19, será real el todos los países del planeta taurino.-
En 1928, la pasión del público por el " arte del toreo " nacido durante la Edad de Oro gracias a Joselito y Belmonte, permitió la adopción del peto para acabar con la matanza de los caballos que gran parte de la sociedad rechazaba. Eje del espectáculo durante un siglo, el primer tercio pasó a un segundo plano, lo que inició su lenta decadencia hasta convertirlo en un mero trámite.La repetición de estos ciclos de un siglo de duración hace temer que una cuarta fractura estructural amenace la fiesta a corto plazo. Esta cuarta fractura podría retrasarse hasta el año 2030, siempre que el sector sea capaz de resistir el contexto político actual ; pero podría adelantarse si éste no penetra en todas las clases sociales. Fuera de las plazas se manifiestan a favor de la abolición, dentro se aplaude al picador cuando no pica, se premia a la estocada letal aunque sea un bajonazo y la " indultitis " sigue avanzando a pasos agigantados para un número creciente de toros, lo merezcan o no.
A esta situación económica desastrosa se une la quiebra ideológica del sector que no ha sido capaz, durante los muchos años de bonanza, de elaborar su propio relato fundacional, y que sigue incapaz hoy en día frente a lo que el acoso animalísta le impone.
Si no somos capaces de enseñar a las nuevas generaciones la historia y los valores de las tauromaquias universales, es imposible que los mismos vean el espectáculo como los de mi generación los vemos lo amamos y lo sentimos.
El ganadero es un ser sufridor. Sufre desde que hierra un becerro hasta que lo lidia ; sufre en su día a día cuando las cosas le salen mal ; cuando se le muere un toro días antes de su embarque , más que por su valor económico, por la ilusión que tenía puesta en su lidia. Además en la ganadería lo malo, siempre le pasa a lo de mejor nota. Sufre con las enfermedades que a veces amenazan las ganaderías, con los saneamientos que le pueden quitar la carta verde y todo ocurre sin poder evitarlo. Pero, sobre todo, el ganadero sufre cuando ve lidiar sus toros. Es muy difícil que en esos momentos tan especiales se sienta satisfecho de su lidia. Entre la hora del apartado y la del comienzo del festejo lo pasa muy mal, si llevas años al frente de la ganadería y sobre todo si tienes mucha fe en sus toros quizás se alivie algo el sufrimiento.
En la temporada 2020, los ganaderos no han podido hacer sus cábalas. Me salen tantas corridas para plazas de primera ; tantas para el resto. Las corridas deben ir parejas, igualadas en tipo y esqueleto. En sus noches frente a la chimenea piensa en que plazas pueden lidiarse y los elije con gran ilusión. Pero además debe encuadrarlos según los sementales, y repasando las fichas de las madres y los padres dará muchas vueltas hasta encajar la corrida para él perfecta. Y al calor de la chimenea pasará los mejores momentos de la temporada hasta lograr totalmente sus objetivos.
Pero este 2020 el Covid 19 a quitado tanto a los ganaderos que hasta les dejó sin poder hacer sus cábalas que es lo más apasionante.
El ganadero es el peor tratado del toreo y en este difícil momento el más perjudicado. Sin toro la fiesta desaparecerá. Tan duro pero sin toro no hay nada.
Pero el campo bravo día a día tiene que seguir su camino, herraderos, saneamientos, tentaderos, mientras tanto ¿ quien se acuerda de los ganaderos ? Si el virus se prolonga cerraran muchas ganaderías al bravo, traerán mansos a sus dehesas que al fin y al cabo son menos costosos, más rentables, pero eso sí perderán el romanticismo, por lo que han luchado tantos años por sus ganaderías.
Criar toros es afición, amor y pasión por un animal único. Y la fiesta se perderá. Entonces se valorará la figura del ganadero.
- Pero será demasiado tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario