En un ABC, de noviembre de 1916, me encontré un reportaje que realizaban a la casa de " Los
Gallos " :
Sentía una viva curiosidad por conocer al torero más allá de la plaza de toros, en su casa, en su ambiente, entre sus amigos ; algo más intimo, menos teatral que las tardes de corrida, en las que todo es falso, desde el traje de relumbrón hasta la alegre sonrisa, desde la gallardía de una figura estudiada compuesta hasta el valor no menos estudiado y afectado.
Quise además conocer al torero en las faenas de campo, en el acoso y derribo de las reses, complemento de la vida del lidiador. Y vine a Sevilla, aprovechando una ocasión en la que todo esto se me ofrecía.
He visitado la casa de " Los Gallos ", Joselito nos servía de cicerone.
- Éste es el despacho de Rafael y éste es el mío.
Son las dos primeras estancias con que tropieza el visitante, después de trasponer la escalinata y antes de llegar al patio.
Joselito tiene en su despacho una enorme caja de caudales ; Rafael, no . Rafael tiene una caja de reloj sin reloj. Además de los retratos familiares, comunes, en ambas estancias, hay en la de Rafael un cuadro de Roberto Domingo, en el que se copia una tarde de desastre taurino. Es una plaza de toros. El público, en actitud airada, trata de arrojarse del tendido al ruedo, y en éste, el Gallo pincha desesperadamente en el cuello de un toro que sangra por todas partes ; al fondo se ven los cabestros, que salen para llevarse al toro al corral. Es un cuadro graciosísimo, que revela el humor de Rafael que lo exhibe en su despacho.
Entre los objetos taurinos que decoran la estancia hay una hermosa cabeza de toro con las dos orejas cortadas. Fue del primero que mató en Valencia después de la grave cogida de Algeciras ; un buen ejemplar de Pablo Romero
El despacho de Joselito es moderno, es el despacho de un torero, predomina la nota taurina, tiene toda la afición que su dueño. Encima del sillón hay un documento del año 1881 en el que se reconoce previlegio de alternativa a las plazas de Maestranza de Ronda y Sevilla. Firman el acuerdo Antonio Carmona, Manuel Domínguez, Lagartijo y el Tato. En la pared hay tres cabezas de toros la del centro tiene una oreja cortada, la primera que se cortó en La Maestranza, es del toro Cantinero, de Santa Coloma. Las dos extremas son de los toros de Miura que mató Joselito el 29 de septiembre de 1915, la tarde anterior de los seis toros de Santa Coloma.
- Ésos son los dos toros que he matado más a mi gusto - dijo Joselito - ; como usted ve, eran dos buenos mozos, y además tenían mucho que matar, particularmente el colorado. Fueron los que me prepararon el triunfo de la oreja ; por eso tienen esa colocación.
Y siguió José refiriéndonos la historia que tenían el resto de todas aquellas cabezas disecadas.
Llegamos a un caso curioso.
- En este toro estuve fatal.
- ¡ Cómo !
- Como usted lo oye, fatal ; corté la cabeza por curiosidad.
Era del Duque de Tovar. Viendo un día la ganadería con el duque le llamé la atención sobre un toro que sobresalía de todos por su enorme tamaño. " Duque, al que le toque ese mozo, ya va servido. ¿ Para dónde lo destina usted ? " Para ninguna parte - dijo Tovar _, porque desiguala mucho ".
Y en una de las ferias que toreó José estaba el toro en cuestión, lo dejan de sobrero y al inutilizarse uno del lote de José, sale el toro grande, era enorme con un poder como José había visto pocos y con siete gatos en la barriga. Como le he dicho estuve fatal, y me la gané. Conservo la cabeza por la serie de circunstancias que concurrieron desde que le vi en la finca hasta que le arrastraron.
La capilla donde reza la madre las tardes de corrida. En ella se venera la imagen de la virgen de la Macarena.. El manto que luce se lo regaló Joselito por aquella cogida de San Sebastián en la que gracias a una medalla de la Virgen, que llevaba colgada en el pecho, le libro de una cornada.
Cuando salimos al patio contiguo a los despachos paraba en la puerta de la casa un coche de corte andaluz, tirado por cuatro mulas con cascabeles.
- Ahí está Rafael - dice José al oir los cascabeles.
Aún tarde un rato Rafael en entrar en la casa. Le han detenido una gitana que le pide dinero, otra le entrega una carta al pasar.
Los necesitados que vigilan la casa se agolpan alrededor del torero.
Pino Montano, la finca de Rafael, es el juguete de un torero. Es un trozo de tierra sevillana, que sirvió de pretexto para hacer una miniatura de la plaza de toros de Sevilla.
Este recuerdo de la Maestranza es el orgullo de Rafael El Gallo.
El ruedo es semejante. Hasta la arena rojiza, esa arena que parece un amasijo de sangre y oro, que deslumbra como la gloria y ciega como la pasión ; esa arena la vemos también en la placita de Pino Montano, y es el detalle que el torero hace observar al visitante.
- ¿ Verdad usted que es igual que el ruedo de la Maestranza ?
- Igual, Rafael.
Y con esa contestación ya os habeís ganado su voluntad.
Esta plaza la ha hecho Rafael por romanticismo ; apenas si torea en ella, pues, aunque se lidia más en Pino Montano que en la mitad de las plazas de España, quien torea es Joselito.
Rafael en Pino Montano se nos antoja un maestro de ceremonias ; pero un maestro de ceremonias que imprime a su misión todo el gracejo y la picardía que le salvan de la ira del público en las tardes difíciles.
Desde que adquirió Rafael la finca, no salieron de ella los albañiles, y aún no ha podido construir una acondicionada estancia para pasar la noche. Todavía no se ha podido saber si lo que quiere el propietario es edificar o buscar un pretexto para dar unos jornales.
Adosada a la plaza está la noria, con su gran alberca coronada por varias macetas de claveles, que son estas flores uno de los mayores cuidados del torero. Después el establo de vacas de leche, y aquí sale otra vez la característica de abandono y liberalidad de Rafael.
El negocio de la leche lo tiene planeado para ganar cinco duros diarios, y, a pesar de tener buenos ejemplares de ganado y una buena producción, los cinco duros de ganancia no aparecen por ningún lado. Un día es una pobre mujer que ha dado a luz y no puede criar al niño ; otro un compadre enfermo ; y repartida la leche entre los clientes necesitados, ésta es la hora que Rafael no ha podido vender ni un cuartillo.
Por esto le gente adora a Rafael. Por esto se explica que se preparara un banquete para celebrar la estupenda campaña taurina de Joselito y en realidad el homenaje fuera para Rafael. Si yo no lo hubiera presenciado, no lo creería ; pero lo visto no admite dudas. Los brindis más aplaudidos fueron aquellos en que más hablaba Rafael, y cuando se tocaba el tema del toreo del calvo, con verdadera ansiedad y expectación se imponía silencio, diciendo : " Callarse, que va a hablar Rafael ". Lo mismo ocurrió con la sesión del cinematógrafo. La parte de película que reproducía las faenas de Rafael fueron las más jaleadas, y cuidado que una de las faenas de Joselito fue a base de seis pases naturales seguidos, de los que uno valía por todos lo de Rafael. Pero la vida de este torero está hecha para comprobarlo asomarse a la verja de su casa, verle caminar por las calles de Sevilla, seguido de elogios, cortado el paso por el afecto y el cariño. Aquí el partido de Rafael es un partido de fanáticos ; pero fanáticos intransigentes, que no sólo no admiten discusión acerca del ídolo, que ni siquiera reconocen ni dan cuartel a los partidarios que Rafael se granjeara en el curso de los años taurinos.
Rafael es el hombre de los propósitos, de los negocios soñados sin realidad, y uno de estos sueños es Pino Montano. Como planeó el negocio de la leche, con la misma ingenuidad que lo planeara la lechera de la fábula, también me habló del negocio de la naranja.
_ Aquí está mi porvenir - decía, y lo decía en serio - No hace falta saber de números. Tengo unos 700 pies de naranjos ; puedo plantar hasta 2000 ; cada pie, por poco, deja una media ; cada media vale dos duros ; luego son 4000 duros.
¿ No es eso ?
Exacto.
- Ponga usted otro 4000 de maíz y otro 2000 de leche.
Todavía hace cuentas con la leche.
Esta tarde, mientras Rafael hace los honores y deja correr su fantasía de negociante, su hermano José y su cuñado Martín Vázquez han matado en la plaza de Pino Montano dos toros de Benjumea.
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