Garcigrande, que antaño se escribía con guión Garci-Grande, fue finca ganadera de tiempos remotos.
Aquí, el Vizconde de Garcigrande crió sus toros durante treinta años, antes de que sus herederos los eliminaran.
Próxima a Alba de Tormes dicen que por aquí anduvo el famoso Lazarillo de Tormes en el siglo XVI, mientras que en el siglo XVII, el libro de Lugares y Aldeas del Obispado de Salamanca narra que había una iglesia desierta de San Miguel en el lugar que llaman de Garcigrande. No obstante, se derrumbó y en su lugar su penúltimo propietario, don Cristobal Espinosa, Vizconde de Garci-Grande, vecino de la ciudad de Zamora, construyó una capilla que aún conserva. La finca estaba destinada, exclusivamente, a pastizal y monte de encinas ; allí criaban ganado bovino y cochinos, mientras que la leña era utilizada en la fabricación de carbón. Contaba entonces con una extensión de 2.150 huebras, y en 1938, Manuel Espinosa y Villapecellin, Vizconde de Garci-Grande, aficionado a torear a caballo y a pie, decidió meter algo de bravo. Compró así la ganadería que se anunciaba como Nogales y Mejías, propiedad de Casimiro Pérez-Tabernero Nogales - un hijo del gran don Graciliano y el torero Manuel Mejías Bienvenida, la cual procedía de don Graciliano Pérez Tabernero. Graci, nieto de don Graciliano y sobrino de Casimiro, decía que estos ganaderos, que sólo pretendían disfrutar con su ganadería, decidieron venderla poco tiempo después de crearla, cuando comprendieron lo que costaba mantenerla.....
El Vizconde de Garci-Grande añadió a sus Gracilianos unas reses de Juan Cobaleda, el cuñado de don Atanasio Fernández, procedentes del Conde de la Corte, y lidió durante treinta años con éxitos notables, sin llegar nunca a primera fila. Sin embargo, sus herederos - con menos afición que su padre - no estaban dispuestos a gestionar una ganadería que iba cuesta abajo, vendiéndola finalmente en 1967 a Pepe Moro, que la traspasó a Couto de Fornilhos.
Benjamín Vicente, El Rubio de Golpejas, tuvo arrendada la finca, tenía erales cruzados con Lisardos.
Cuando Domingo Hernández la compra por el año setenta y algo, hacía tiempo que no pastaba ganado bravo en ella. Pero olía a toro.
Domingo Hernández es hijo y nieto de agricultores de la zona de Humanes ( Madrid ), donde las explotaciones de su familia desaparecieron bajo las urbanizaciones. Una pena y una suerte para los que vieron cómo los terrenos agrícolas se revalorizaban merced a la construcción.
Domingo lejos de jubilarse, gestiona la ganadería desde su despacho de Fuenlabrada. Lleva las finanzas con los bancos, compra el pienso, -habas, avena, cebada, corrector - veterinarios, toda la maquinaria, el personal, etc. Justo su hijo lleva la ganadería, la responsabilidad de la selección y del día a día.
En la tienta de machos acude Domingo, queman todos los años seis o siete erales de las mejores familias.
Domingo Hernández, empezó sus pinitos ganaderos allá por los años setenta, con la intención de criar Santa Coloma. Se hizo con una punta ganadera de Dionisio Rodríguez, sin embargo, por circunstancias familiares, tuvo que deshacerse de ella. Desde el principio Domingo se familiarizó con los sinsabores ganaderos, no ha olvidado aquella época en la que desconocía a cuánto ni cuándo iba a cobrar por sus toros. No en vano, conserva algunas facturas pendientes. Asegura que se siente viejo y que le duelen todos los " muelles ". " No ando porque me aburre".
La finca de Garcigrande la compró hace cuarenta y tantos años. Al principio su hijo Justo iba con un chupete.
Poco después, su suegro José Escolar " Pichorrongo ", le regaló a sus hijos cincuenta vacas con el hierro de la Asociación que tenía él, y así empezó a maniobrarse Domingo Hernández, pero no estaba muy conforme con la cosa de los pueblos.
Entonces compró lo de Maribañez, que procedía de Contreras y que por aquella época lidiaba novilladas en Madrid. Se la compró sobre todo porque tenía también una cosa de José y Juan, procedencia de Dionisio Rodríguez, que era Santa Coloma y le gustaba mucho. El día que fue a embarcar a Maribañez, se presentaron los hijos de Agapito Blanco, diciendo que venían de enterrar a su padre. Volvió en verano y les compró todo lo de Contreras y lo de Santa Coloma. Pero un cuñado de Domingo, Esteban el hermano mayor de José Escolar, dijo que quería quedarse con una de ellas. Le dijo que de acuerdo, que le daba igual, pero que él se quedaba con lo de Santa Coloma, que para eso había comprado las dos.
Luego su suegro José Escolar, la víspera de embarcar, le dijo que por qué iba a ser para Domingo la de Santa Coloma, y no para su hijo Esteban, que también la quería.
Total, que lo echaron a suerte y a Domingo le tocó lo de Contreras y a Esteban lo de Santa Coloma.
Al año siguiente, quitó todo. Lo único que conservó fue el hierro, de la Unión que venían con las vacas, que pasó a ser el de Garcigrande más tarde, cambiando el dibujo por el de la " G " con corona hacia abajo.
En 1982, compró la ganadería de Amelia Pérez Tabernero, que la tenía Enrique Martín Arranz con Pedro Saavedra, el apoderado del " Fundi " entonces.
Lo de Amelia era una cuarta parte de lo de Antonio Pérez. Las vacas salían berreando mucho. Pero tenían una clase embistiendo..... pero muy desigual. O mansas de pegar patadas o extraordinarias. Con esta compra subió Domingo veinte escalones de lo que tenía de su suegro.
A continuación compró lo de Domingo Ortega. Eso fue por el año 1985.
Ese mismo año, le cambió a Juan Pedro Domecq el hierro de Parladé que venía con lo de Domingo Ortega, por unas vacas y un semental, que fue cuando Domingo se hizo ganadero de verdad.
Lo de Amelia era muy noble, pero carecía de fondo. Y lo de Domingo Ortega, que era puro Gamero Civico, era más bravo, pero le faltaba humillar : embestian con la cara a media altura. Iban y venían, pero sin mucha emoción.
Lo bueno que tenían es que iban al caballo al galope. La parte de Domingo Ortega había venido con las de los Clairac cuando se deshizo de la ganadería de Gamero Civico, que era lo que quedaba de Parladé.
En 1992, Domingo compró el hierro a Antonio Pelaez Llamamié de Clairac, el hierro de la parte de Gamero Civico que, en 1924, Rafael Llamamié de Clairac había puesto a nombre de su hijo Leopoldo. " Al principio a las vacas de Domingo Ortega les echó el toro " Billerero 1 ", de lo de Amelia, que daba muy bueno.
Lo de Domingo Ortega tenía mucha consanguinidad y se morían muchos becerros. Por eso retiró los toros que venían con esas vacas y en el 87, echó el de Juan Pedro Domecq.
Entre las compradas y las cambiadas por el hierro de Parladé junto 60 eralas de Juan Pedro.
Puso las vacas de Amelia y Domingo Ortega en el hierro de Domingo Hernández con los sementales de Juan Pedro Domecq, y dejó puro Juan Pedro en el de Garcigrande.
Comentaba Domingo : - Juan Pedro no te engañaba -. Te decía la verdad. El se tenía que quedar con veinte eralas aprobadas y le dejó escoger las que quería entre las demás. Así mismo comentaba Domingo : - Juan Pedro, fue él quien me hizo ganadero -.
Durante tres años, Domingo alquiló tres toros distinos a Juan Pedro Domecq.
Juan Pedro, fue a ver cómo lo tenía organizado porque lo de Domingo tenían más fuerza y duraban más que los suyos.
Le contó Domingo : - los corro igual que a los galgos. Yo he sido dos veces campeón de España y cuatro veces subcampeón. A sus galgos les entrenaba detrás de su bicicleta y a sus toros les aplicó lo de los galgos. Los corrían entonces en un cercado en redondo, y luego hizo el corredero actual.
Cuando le compró a Juan Pedro decía el mayoral : - Con éstas, tiene Domingo una ganadería para seis o siete años. Y Domingo pensaba : - ¿ sera posible que de aquí a seis o siete años a mí se me vaya todo ?
( Continuará )
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