Decía Gregorio Corrochano, que la Edad de Oro del Toreo, no fue la de la competencia de dos toreros, sino de dos toreos.
Hubo un breve atisbo de lo que pudiera haber sido una de estas competencias, dentro del circulo familiar, se organizó aquella con su cuñado Luis Miguel.
El origen de la misma se encontraba en el deseo del viejo Dominguín, que soñaba con ella y, en su recuerdo y memoria, se montó la rivalidad.
Esta competencia, sin embargo, pudo tener visos de verdad. Luis Miguel Dominguín era un torero dominador.
El contraste surgía espontáneamente, pues si Antonio emocionaba más, Luis Miguel sugería mayor soltura para hacer las suertes.
Ambos matadores habian evitado la confrontación, hasta que - bien por motivos sentimentales, familiares o económicos - los dos dieron poderes a Domingo Dominguín, hermano y cuñado de los poderdantes y empezaron a alternar en los ruedos. Por si esto fuera poco, la figura de Carmen González - hermana cariñosa y esposa enamorada - completaba un cuadro que atraía a la novelera y romántica afición.
Es de suponer que existirían conversaciones previas sobre el comportamiento en la plaza ; pero en la plaza manda el toro y resulta difícil controlar el pacto de familia.
En una entrevista en el " Ruedo " le preguntaba Santiago Córdoba a Antonio su opinión sobre su cuñado :
- ¿ Crees que Luis Miguel es, en verdad, el Número Uno ?
- Era el Número Uno..... de los de antes - contestó el rondeño.
El empeño principal de Antonio en aquella temporada - a la que Ernest Hemingway dedicó su Verano sangriento - fue demostrar que el gesto de aúto proclamación, cesárea de Luis Miguel, era un hecho del pasado, sin vigencia ni realidad. No dio cuartel a su cuñado cuando podía ganarle la pelea - cosa que no sucedía todas las tardes, pero, en las que Antonio estaba inspirado, lo borraba.
Luis Miguel a fuerza de orgullo y dominio se mantuvo, pero al caer herido se desangró el pacto de familia. Antonio dejó de ser apoderado por Domingo y la nueva retirada de Luis Miguel dejó a Antonio como depositario único del toreo de alto rango.
Hemingway amigo íntimo de Luis Miguel, se paso al frente de Antonio y para su mayor loa, gloria y realce, se inventó la competencia y fue testigo de un verano sangriento.
Ordoñez en 1956 cambia de apoderado de su cuñado Domingo, a Camará ayudado por su hijo Pepé
En 1959, va a torear Ordóñez a Barcelona. Esta anunciado con Julio Aparicio y El Trianaro, que apoderaba su hermano Pepe y por lo cual Antonio trata de colocarlo en varios carteles.
Antonio Ordoñez apareció en el despacho de su cuñado Domingo y le pidió que le apodere de nuevo. Las condiciones del mayor de los Dominguín es que el apoderamiento lo aceptaba con la condición que comience en aquel instante y que se suspenda la actuación de su cuñado en Barcelona.
Fingen una lesión y escayolan una mano. Envían el certificado médico.
Al día siguiente Domingo se presenta en las oficinas de los empresarios de Las Ventas. Va a romper el contrato de las corridas apalabradas para San Isidro.
Los empresarios aceptaron las nuevas condiciones que les presenta Domingo. No pueden prescindir de un torero de la fuerza y categoría de Ordóñez, sobre todo cuando ya han anunciado su participación.
La publicación de Hemingway de su libro en 1959 " El verano sangriento ", soliviantó la opinión de dentro y de fuera de España - México a la cabeza -, y no a causa de esa rivalidad demasaiado enjuagada, sino de los conceptos que agravian con más indiscreción que justicia la memoria de "Manolete ", " El Verano Sangriento " trajo para Hemingway un Otoño Tormentoso.
El mundo de habla española y sobre todo la parte donde se practica el toreo, se puso en total ebullición. Los aficionados empuñaron sus armas, los críticos desahogaron su indignación con palabras enardecidas. La tormenta se desató cuando Life en español publicó el verano sangriento de Hemingway.
La evidente parcialidad de Hemingway por su amigo Antonio Ordóñez, en una pugna entre éste y Luis Miguel, provocó la indignación que era de esperarse en éste y sus admiradores. Pero lo que realmente sacó de quicio al mundo taurino fue la irreverencia de Hemingway hacía Manuel Rodríguez " Manolete ", a quien la inmensa mayoría considera el torero más grande de su tiempo. Aun quienes nunca lo conocieron sintieron escozor del veneno en los comentarios de Hemingway acerca de Manolete. Al comentar el abuso cada vez mayor de lances y pases espurios, gracias a reprobables recursos como el de afeitar las astas del toro, Hemingway dijo : " ....., el público adora estos trucos desde que se le enseñó que Manolete era un gran torero y que su estilo, por lo tanto, tiene que ser grandioso. Pasarán años antes de que se advierta que " Manolete " fue un gran torero con trucos baratos y que los usaba porque la gente los quería.
Tales conceptos, para una generación entera de aficionados imbuidos de la grandeza de " Manolete ", fueron una blasfemia. Manuel Rodríguez bautizado en vida con títulos como " El Califa de Córdoba " y " El Monstruo ", no sólo es un héroe legendario de la fiesta brava sino, además, un mártir, pues fue inmolado en el ruedo de Linares en agosto de 1947, por " Islero ", de Miura que lo corneo al entrar a matar.
Los primeros gritos de la protesta partieron de México, donde el culto de " Manolete " estaba tan arraigado como en España.
Roberto Herrera León preguntaba con ira en un artículo en el periódico " El Redondel " : " ¿ Quién es Hemingway, con todo y su Premio Nobel, para tratar de manchar el recuerdo de un hombre que fue señor fuera y dentro de los ruedos ? " A manera de respuesta a los juicios de Hemingway, Herrera León propuso que se colocara una placa para honrar la memoria de " Manolete " en la Plaza de México. Y al igual que " El Redondel ", otras revistas evocaron en documentados artículos la gloriosa contribución al toreo. Carlos Arruza espada de la era del " Califa de Córdoba ", acusó a Hemingway de haber profanado la memoria de " Manolete ".. Tanto en España como en toda la América Latina, dijo, ha hecho el más espantoso de los ridículos.
Los protagonistas de " El verano sangriento ", Ordóñez y Dominguín, se vieron envueltos en la controversia que desató el escritor ; y en el caso de Ordóñez, la discusión pasó del campo de la oratoria al de los argumentos concretos. En Madrid, Dominguín increpó a Hemingway, durante una entrevista en Gaceta Ilustrada, de esta guisa :
" Pero ¿ qué es lo que sabe él de " Manolete " y de toros para escribír tonterías de ese género. ¿ Es posible que Hemingway se crea que fue un truco el toro de Miura que le mató en Linares.
(Continuará )
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