La ocasión se le presentó inesperadamente. Un novillo de media casta se desmandó, no lejos de Triana, cuando iba camino del Matadero, y en un lugar denominado " Los Gordales " fué alcanzado por un grupo de entusiastas discipulos de Juan Belmonte - Belmonte era entonces el ídolo de los trianeros - que se volvieron locos repartiendo mantazos alrededor de los hocicos del animalejo. Entre los aspirantes a fenómenos iban Francisco Vega de los Reyes y Joaquín Rodríguez, dos zagalones que pocos años después - convertidos ya en " Gitanillo de Triana " y " Cagancho ", respectivamente - iban a encontrarse más de una vez en los ruedos disputándose noblemente el paso.
Parece ser que Curro se olvidó pronto de aquella travesura - todos los testimonios coínciden en que el futuro " Gitanillo " dió unos capotazos sin arte ni gracia - para enredarse en otra mayor : se enamoró. El hombre tomó el amor demasiado en serio y, por consejo de su novia, se apartó totalmente de su casi inédita afición.
- Los toros, Curro - decía la mocita -, no dan más que disgustos.
- Pero..... mujer, si no hacen na.
- ¿ Qué no, verdá ? ¡ Acuérdate de José !
Porque en aquellos días no se hablaba más que de eso : de la muerte de Joselito en Talavera.
Pero un día se acabó el noviazgo y Francisco pensó, esta vez con plena conciencia de su deseo, hacerse torero.
Le guiaba la misma ilusión que a todos : el triunfo, el dinero, el halago de los aplausos, la fama.
Y así fué como el futuro " Gitanillo de Triana " acudió una mañana - en el invierno de 1923 - a la finca de Barbacena, donde el ganadero don Narciso Darnaude hacía su tentadero.
La presencia de algunos aficionados de renombre no restó ánimos a Curro. Al contrario, crecido ante tan componente concurrencia, el gitano quedó muy bien. Mostró tan buenas maneras y, sobre todo, tanta intuición en el entendimiento del toreo - apesar de que la becerra que le echaron no era muy brava -, cuantos le vieron pronosticaron su seguro éxito si perseveraba en su afición.
Pocos días después, en el tentadero de los señores Moreno Santamaría, celebrado en la "Marmoleja" , volvió Curro a torear....... Y otra vez le acompañó la suerte.
Tanto, que aquella misma noche no se hablaba de otra cosa en las tertulias taurinas de Sevilla "Angelillo de Triana " y un banderillero, " El Sargento " - testigos de la hazaña de " Gitanillo " -, se encargaron en dar publicidad.
- ¡ Qué cosa ! - repetían uno y otro -, ¡ Cómo torea ese gitano que se llama Curro !.
Las alabanzas de " Angelillo " y de " El Sargento ", llegaron a oídos de un veterano y competente aficionado, Domingo Ruíz, que sintió la natural curiosidad.
- Pero...... bueno, ¿ es verdad - preguntó a " Angelillo ", apenas le vió - que ese muchacho torea tan bien ?
- Eso.... no se pregunta. Se ve cuando se quiera.
- Pues por mi no va a quedar. Dentro de unos días tienta don Antonio Flores sus vacas en la dehesa del Prado, en Aznalcóllar. Allí le espero.
Y a la dehesa del Prado, fué Curro Puya. Era el 22 de abril de 1924. En plena feria sevillana.
Con el ganadero estaba Juan Belmonte, Antonio Cañero y Domingo Ruíz.
El futuro " Gitanillo de Triana " estuvo colosal. A la vaca que le echaron la toreó con tanto arte y tanta gracia que se metió en el bolsillo a los invitados.
- Si, señor - decía Juan Belmonte - ; ahí hay un torero de ... una vez.
- Que sabe lo suyo con el capote.
- Lo dicho..... ¡ Sobresaliente !
De regreso a Sevilla, por el camino, Juan Belmonte recordaba sus primeros tiempos, cuando él también pasaba por esos exámenes, y los entendidos sentenciaban, con aire de suficiencia.
- No está mal ..... Pero ¡ codillea un poco !
A Domingo Ruíz le convenció plenamente el toreo del gitano. De aquel muchachito delgado como un junquillo y verdinegro como los héroes de los poemas de García Lorca, podía salir un gran torero. Su misma indolencia - esa dejadez innata entre los " calés " - podía ser la nota personalisima de su arte. Porque " lo demás " - el sentido del toreo - lo llevaba dentro " Gitanillo ".
No lo había aprendido, porque había ido muy pocas veces a los toros. Había nacido torero, como había nacido gitano.
Prometió Domingo ayudar a Curro. Este, a su vez, ofreció obediencia.
- Yo hago - decía Curro - lo que usted quiera, don Domingo. Pero.... a ver si me saca usted pronto.
- No hay que precipitarse, hombre. Que todo se andará.
Y se anduvo. Domingo Ruíz hizo gestiones entre sus numerosas amistades, y logro un hueco para "Gitanillo " en el cartel de una novillada que iba a celebrarse en San Fernando.
-¿ Tú eres de los que llegan !
-¡ Si el que está arriba quiere !
Porque " Gitanillo ", como trianero cabal, era un buen creyente. Desde chico profesaba sincera devoción al " Cachorro " y a la Macarena.
La novillada sin picadores y con el " Cádiz " como compañero de cartel de Gitanillo se anunció para el 18 de mayo de 1924.
El gitano fué con sus amigos a casa de Manfredi para alquilar el traje de torero.
- ¿ Cual te gusta más ? le dijo el popular Antoñito.
- ¡ Cualquiera !
- ¿ Este ?
- Bueno es ..... Para empezar no está mal. Antes de tres meses vendré con la " tela " para hacerme uno nuevo.
- Tu...... no necesitas eso. Cuando quieras lo dices y .... ya está. Después lo pagas como puedas.
( Continuará ).
Los Aficionados Prácticos agradecemos un blog como este donde podemos aprender todos día,los comentarios de d. Mariano son de lo mas acertado del mundo taurino, igual que su reportajes fotograficos, desde nuestra modesta opinión gracias D. Mariano por estos momentos en los que disfrutamos en su blog.
ResponderEliminarSaludos
http://aficionadospracticosmalaga.blogspot.com.es/
José Luis :
EliminarMuchas gracias por vuestro cordial comentario que agradezco mucho, máxime viniendo de los Aficionados Prácticos de Malaga a los que estimo hondamente.
Saludos.