La escritora había venido a España a dar una conferencia en la Universidad Internacional de Santander.
Sánchez Mejías toreó el 5 de Agosto de 1934 en el coso santanderino, Marcelle sin llamar la atención acudió a verle por primera vez en una corrida. Aquella tarde Ignacio realiazó una faena temeraria a un toro de Coquilla. Alternaron con él Victoriano de la Serna y Félix Colomo. Ignacio cortó 4 orejas y un rabo. Marcelle se hartó de aplaudir al torero, quíen, al final de la lidia, la descubrió en el momento de abandonar su localidad.
Por señas quiso Ignacio transmitirle su deseo de encontrarse con ella. De haberla visto antes le hubiera brindado un toro.
Marcelle debió de quedar muy afectada por la muerte del torero y volvió a Francia. Murió en 1.982.
Se ha dicho incesantemente que Ignacio era un hombre negado para hacer poesía. Se argumentaba, que admirase tan profundamente a quienes, ante una cuartilla en blanco, eran capaces de movilizar su inspiración y escribir un poema. Pero no es así. Su natural talento le permitía probar fortuna también en la parcela de la poesía. Es seguro que se perdieron muchos versos del fabuloso Ignacio que improvisaba en la servilleta de papel de una venta, sobre el mármol de una mesa de un café.Sólo se conserva una breve composición poética escrita al dorso de una fotografía suya, obtenida el día de su reaparición en Cádiz el 15 de julio de 1934, en la misma aparece el diestro, saludando al público, y a sus pies yace el toro derrumbado.
Según su hija, esa foto formaba parte de una colección. Fue su hija María Teresa ( Piruja ) como la llamaba Ignacio, la solicitante de un autógrafo. Ignacio tomó la pluma y , sin pensarlo mucho, improviso un verso a su hija que decía :
" Diez mil toros mataría
para labrarte un camino
de alegría.
Diez mil toros mataré
para que nunca sepas lo que sé.
Que en la vida Pirujita,
tan bonita,
se esconden por las esquinas
todas las malas partidas
de la vida,
y sería mi suerte mala
si no te entrego a los pies
como esta muerte matada,
tu tristeza, atravesada
por mi espada."
Por cierto Piruja, falleció en los primeros días de Noviembre de 2012 y fué enterrada en el panteón familiar junto a su padre, su madre, su hermano, su primo y tios. Descanse en paz.
Existe una anecdota, por conocida no es menos curiosa, y revela mucho del carácter de uno de los toreros más inteligentes que han pisado los ruedos del pasado siglo, su carácter, arrogante y retador, no le ayudó a granjearse las simpatias del público.
Murió en Manzanares de éso : de valor. Y valor tuvo Ignacio al brindar su primer toro en una Feria del Pilar :
Brindo por la Virgen, pero no por la del Pilar, sino por la Macarena, que es la mía.
En la plaza se armó la de San Quintín.
Ha menospreciado a la Pilarica, gritaba el público de Zaragoza, justamente enojado.
Antonio Conde, el fiel mozo de espadas de Ignacio, que acostumbraba contar a don Gregorio Corrochano las incidencias de la corrida, le puso al cronista de A.B.C. este telegrama : " Ya sabrá usted lo ocurrido en Zaragoza. Es que ya exponemos hasta en los brindis. "
Cuando Ignacio decide volver a los ruedos, en Cádiz tenía cuarenta y siete años. Llevaba más de seis apartado de los ruedos. Rafael Albertí, algunos años después decía que Ignacio no estaba en condiciones de asumir el riesgo de la lidia. Pero la llamada del toro en medio de la arena con sol tenía para él, seguramente, mucho más atractivo que las fingidas luces del teatro, al que había estregado con pasión los años de su retirada. Y hacia allá fue, derecho, fascinado, camino a aquellas cinco en punto de la tarde que le harían derramar su sangre para siempre.
Su amigo José Bello, afirmaba cuando le ví tan ilusionado le animé y le ayudé, fué más que un hermano para él, no pudo torear en la feria de Julio de Valencia por los entrenamientos agotadores quebrantaron la salud de Ignacio, motivo por el que comenzó en Cádiz.
Torea la corrida de Cádiz y la de San Sebastián, Santander, La Coruña y la de Huesca.
Y al terminar su actuación en Huesca le llama la empresa de la plaza de Manzanares, en el que le piden que vaya a tomar parte en la corrida del día siguiente, en sustitución de Domingo Ortega, el cual sufre una lesión en un pie a consecuencia de un accidente de automóvil. A Ignacio no le agrada la proposición. Hubiera querido descansar en esa día libre, entre el regreso del viaje a Huesca y el de la ida a Pontevedra donde tenía firmado su próximo contrato. Pero, por fín, se decide ir a Manzanares, y así lo comunica a la Empresa, a la que pide que Ortega envie su cuadrilla, con el fín de evitar la complicación que supone desplazar a su gente a Manzanares y luego hacerle ir a Pontevedra. Esto no es posible ponerlo en práctica porque la cuadrilla de Ortega sabiendo que en varios días no ha de torear anda dispersa. Y aquí empiezan ya las contrariedades de Ignacio en torno a la corrida de Manzanares.
El toreo sale de Huesca en automóvil con su apoderado y el mozo de estoques. El coche sufre una avería al llegar a Zaragoza y no pueden continuar el viaje por carretera.
El espada y su apoderado, esperan el paso del expreso de Barcelona a Madrid, para ir a Manzanares. Cuando llegan al punto de destino habla Ignacio con Simao da Veiga, que va a rejonear en esa corrida, para rogarle que haga su actuación en dos partes, antes y después de la lidia ordinaria, con el fín de que él, pueda salir a tiempo de la plaza para hacer el viaje en expreso a Pontevedra.
El rejoneador le impone la imposibilidad de acceder a esto, porque él también tiene que salir pronto de la plaza para embarcar sus caballos.
( Continuará )
"... es que ya exponemos hasta en los brindis..."
ResponderEliminarImpresionante lección de carácter y actitud en la plaza, de un torero rico y en la etapa final de su carrera.
Con la mitad del temperamento de este torero se hacía hoy medio escalafón de matadores y el de novilleos completo.
¡Qué bueno sería que en las escuelas taurinas además de torear de salón se leyera un poco y se conociera más a los maestros!.
Un abrazo D. Mariano y enhorabuena por la serie de relatos de Ignacio Sánchez Mejías.
Felipe Romero :
EliminarMuchas gracias por tu comentario, no te puedes imaginar el apoyo que se siente con los mismos, pues en cierta manera compruebas que tu trabajo es apreciado por aficionados, cual es tu caso.
Lo de las escuelas me parece una magnífica idea, pero te puedo decir que en mis intensos contactos con la de Madrid, cuando visitaban el Museo de Encina Hermosa les hacía preguntas básicas y quedaba muy desilusionado con sus respuestas y por su falta de interés.
Un fuerte abrazo Felipe.