martes, 17 de octubre de 2017

DON EDUARDO MIURA FERNANDEZ ( SEXTA PARTE )




Don Antonio con 57 años y don José Miura Hontoria que no tenía hijos, decidieron ceder a su hijo y sobrino, respectivamente, la ganadería de Miura en 1940. Habría de llevar el nuevo propietario los mismos apellidos que su legendario abuelo, el de las patillas blancas, quien fuera el que levantara el hierro de las cinco letras a la máxima consideración de los públicos.
Durante casi diez años todavía, Antonio y José van sin embargo a continuar vigilando desde la sombra  a la vacada. Invariablemente, cuando don Eduardo II le pide un consejo a su padre, éste lo manda con su hermano José. Y lo mismo ocurre a la inversa. Ya que entre los dos hermanos la compenetración es tal, que ninguna decisión relativa a la ganadería fue tomada jamás por uno solo......
Y mientras estuvieron a su lado Eduardo II no tomó decisión alguna sin consultar a estos dos maestros irrepetibles que le enseñaron el oficio, cuando, siendo un adolescente un poco frágil, no parecía ser lo suficientemente aguerrido para afrontar la realidad cotidiana del campo, y cuando su padre, temiendo no vivir lo suficiente para enseñarle todo lo que sabía escribió para uso de su hijo un maravilloso compendio, " Acoso y derribo ".
El resumen de una vida que los dos hermanos habían llevado a cabo uno al lado del otro, y que terminó para los dos en 1966.
La ganadería de Miura a partir de 1928 tuvo que abandonar el cortijo " El Cuarto ", su último nexo con la marisma.
Los machos emigraron al de Cerro Gordo, arrendado en Carmona. Las vacas pastaban desde hacía tiempo en Los Gallos y los Castellares.
Nace Eduardo II en Sevilla el día 17 de marzo de 1914.
A su nombre lidia por primera vez en Sevilla el 19 de abril de 1941, con el cartel de Pepe Bienvenida, Manolete y Pepe Luis Vázquez, tenía don Eduardo II, 26 años.
En los años cuarenta, todavía no se había puesto de moda decir que no por las figuras, por eso el debut en Sevilla con Pepote, Manolete y Pepe Luis, ¡ casi nada !, los matan en Sevilla, y ese año 1941 Manolete, además, es triunfador de la feria.
Y aunque después algunas figuras no quieren ver a los toros de Miura, sobre todo en plazas de responsabilidad, Pepe Luis no los hace ascos jamás.
De las aproximadamente veinte corridas de Miura que mata, doce las torea en Sevilla.
En la temporada 1947, Pepe Luis, resucita las épocas de Joselito y Belmonte y torea los miuras en Madrid.
Cuando don Eduardo Miura Fernández comienza a dirigir la ganadería, debe reorganizar todo. Sus hermanas heredan Los Gallos y los Castellares, y la vacada emigra a la finca lindante a Zahariche que le compra a don Félix Urcola.
Del inmenso territorio que don Eduardo I y luego sus hijos consagraron a los toros, no quedan más que cuatrocientas hectáreas..... Un enclave se conserva, el único entre La Campana y Lora del Río, extensión ondulada y ocre, cuya entrada se volverá célebre en el mundo entero, por su atípica portada de madera ornamentada con dos calaveras " Zahariche ".
Cuando don Eduardo I, compró el Guijarrillo en Carmona, decidió probar sus vacas en un gran corral cuadrado que tenía la finca. Un cuadrilátero que sus hijos construyeron de manera idéntica en los Castellares. Y cuando estos murieron en 1966, tras la partición de bienes, este coso cuadrado también fue celosamente copiado en Zahariche por don Eduardo II e inagurado por Pepe Luis Vázquez, el 2 de marzo de 1966, con la becerra " Rompeplaza " nº 968, mulata, así consta en el azulejo de la misma.
Desde que conoció don Eduardo II a Pepe Luis forjaron una amistad inquebrantable. Tan tímido uno como el otro, igual de discretos y reservados, fueron cómplices durante toda su vida, compartiendo tardes enteras, con sus recuerdos comunes.
Evocaciones como la corrida de Miura inagural para ambos, cuando el 19 de abril de 1941, en la feria sevillana, Pepe Luis se enfrentó por primera vez a los toros de Miura que en esa ocasión estrenaba el nombre de su nuevo propietario. Dos orejas para Pepe Luis, una para Pepote y nada para Manolete a quien le tocaron los dos demonios.
El nieto de don Eduardo puede estar orgulloso de sus toros, tituló así la prensa.
Pepe Luis se empeñó en lidiar los Miura en Madrid, un gesto que desde hacia 30 años ninguna otra figura había osado llevar a cabo.
Pero tres meses más tarde, la leyenda negra de los toros de Miura restableció sus nexos con el pasado cuando " Islero " convirtió a Manolete en mito. Linares 28 de agosto de 1947. Un toro de Miura que pesó 295 kilos en canal, menos de 500 kilos en vivo, y cuya madre "Islera " provenía de la estirpe Alvareda. La fatalidad. Ya que " Islero " nunca debía haber ido a Linares. Ni tampoco la corrida de Miura. Pero estaba escrito que el torero insignia de su época tuviera una cita con los " toros de la muerte ". Fue una idea de los hombres de confianza del diestro, muy criticado en la prensa, la cual le reprochaba a Camará que su torero sólo se enfrentaba a toros disminuidos ; para acallar a los mismos, se le ocurrió llevar la de Miura.
Para don Eduardo fue una prueba terrible. " Cuando se enteró que uno de sus toros había matado a Manolete, experimentó un trauma profundo. Manolete iba a menudo a tentar y don Eduardo le profesaba una gran amistad.
También en 1947, en brazos de su abuelo Antonio, Eduardo III el mayor de los hijos de don Eduardo II, herró su primer becerro : se llamaba " Hurón ", que Pepe Luis Vázquez lidió en Sevilla en 1950.
En 1942 la fiesta del centenario de la ganadería había marcado el final de una época, el inicio de los años cincuenta anunciaba un nuevo ciclo : sin boicot, ni publicidad, sin pleito ni polémica, y sin que nadie pareciera darle importancia, por primera vez en la historia de la ganadería de Miura, los toreros de primera línea iban a limitar su honra evitando sus toros.
Don Eduardo II comprende rápidamente que su ganadería está aislada. Tiene que regresar al espíritu de los pioneros. La leyenda de Miura tiene que continuar. Su posicionamiento tiene que virar a las antípodas de los designios de la moda. Las figuras así lo entenderán y desde ese momento sólo se anuncián con sus toros de manera excepcional, como un gesto cuando su carrera pierde intensidad.
Don Eduardo II, el artista, poseía un jardín secreto. Es un artista. Su vocación la cultivó en la escuela de bellas artes de Sevilla, donde aprendió a dibujar. Y durante toda su vida será fiel a esta pasión, pintando o fotografiando a sus toros.
Don Eduardo viste entonces la máscara austera de don Eduardo I. Es el criador del toro que mató a Manolete.... El que sigue mandando a la plaza a los " toros de la muerte ".
El espectáculo taurino se rompe en dos : de un lado las figuras y las ganaderías que les conviene, y del otro los toros que ya no quieren lidiar. Miura en aquel momento hubiera podido zozobrar, pero por el contrario, va a acrecentar su prestigio convirtiéndose en el perfecto contrapunto del espéctaculo que los aficionados consideran devaluado.
A pesar de todo, los miuras siguen siendo los toros del triunfo.

El 20 de abril de 1956, Rafael Ortega, en Sevilla, le corta el rabo a " Tormenta ", un excelente castaño. Pero la gran gesta de la década fue la que realizó Antoñete al encerrarse con seis toros de Miura, el 19 de junio de 1956 en Palma de Mallorca.
El 30 de abril de 1962. Diego Puerta con " Escobero ", uno de los toros más encastados que jamás se han visto en la Maestranza, le " ofrece " el triunfo que fue el pilar de su carrera . dos orejas y rabo.
Fermín Murillo, el torero zaragozano, obtuvo el mayor triunfo de su carrera al cortar tres orejas en Bilbao, en 1964.
Pero ¿ Quién era don Eduardo Miura ? Un hombre discreto, secreto, poco locuaz y al que le daba pánico la sola idea de tener que responder a las preguntas de un periodista.
El mismo Alfonso Navalón no pudo obtener de él ni una visita a Zahariche.
( Continuará )






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