martes, 14 de febrero de 2017

" LOS DOMINGUÍN " ( Capítulo II )




Ya disfrutan si no de una excelente posición económica, cuando menos de un " buen pasar ". Vuelven a Quismondo todos los veranos.
Le esperaban a Domingo muchas corridas, tras una buena temporada en España realiza su primer viaje a América.
En 1919 regresa a España, tiene una temporada intensa pero sin alternar con las figuras de primera línea.
En la estación de Alsasua conoce a una jugadora de pelota vasca, Domingo regresa de Pamplona, de torear en los sanfermines, Gracia Lucas Mateos regresaba de Pamplona, también a Madrid acompañada de su madre. Se casan y no tardan en tener su primer hijo Domingo  González Lucas, en la calle Echegaray número 7.
La tarde del 13 de junio de 1920, el día de San Antonio, actúa en la plaza de Madrid, con Celita y Algabeño II. Lidió un toro de Salas y otro de Contreras. Mereció y recogió tres orejas y su triunfo tuvo inmediata repercusión hasta el punto que toreó 32 corridas. De nuevo viaja a América, en donde lidió nueve corridas. En 1921 participa en 35 corridas. Baja su cartel porque sus actuaciones son irregulares. Le esperan de nuevo las tierras americanas, en donde torea 13 corridas.
Decae su cartel en España. En 1922 actua en 20 festejos. En 17 en 1923 y 1924 y sólo tres en 1925. Ya había sido empresario en varias de sus corridas.
El padre de Domingo Alejandro Cruz volvió a Quismondo para morir. Quería morir en su pueblo, en donde está enterrado. Años después su mujer, " la abuela Pilar " se iría a vivir con su hija Ana María, casada con un militar y de su matrimonio nace María ( Mariví ).
El matrimonio que forman Gracia y Domingo reciben la visita de su segundo hijo, el 19 de marzo de 1922, en su casa de la calle Echegaray, 7 y recibe el nombre de José Alejandro,  que correspondía a sus abuelos.
La familia Dominguín se trasladaron a la calle Arrieta, en donde nació la primera de las hijas, Gracia. más conocida como Pochola. Nace en octubre de 1924. Vuelven a cambiar de casa, esta vez a la calle de la Ballesta, donde nace Carmina, Luis Miguel nace en San Bernardo, despues se cambiaron a Atocha y finalmente a la calle del Principe,
En 1923, comprarían, por 75000 pesetas, la finca La Companza, a cinco kilómetros de Quismondo.
A la retirada de Domingo, sumaba un capital de 600000 pesetas y estaba en condiciones de convertirse en hombre de negocios taurinos. La estabilidad económica no era su sino. Pasó por las más graves ruinas y volvió a rehacerse una y otra vez.
Jugaba fuerte no solamente por sus toreros, sino en las plazas que regentaba. En la Coruña fue empresario durante 22 temporadas y organizó dignas ferias.
Asimismo estuvo asociado con Pedro Balañá en la explotación de la plaza de Barcelona, y con Eduardo Pagés en la de San Sebastián, Logroño, Jerez de la Frontera, Talavera de la Reina, Algeciras. También fue empresario de la plaza de Madrid y la de Toledo y propietario de la de Pontevedra.
Una tarde en la que no triunfaba como torero fue capaz de vislumbrar las posibilidades de Joaquín Rodríguez " Cagancho ", en los años en que Domingo dirige su carrera son los de mayores éxitos. Consigue, durante cinco años contratos para " Cagancho ".
Cuentan que Domingo Ortega, natural de Borox, que trabajaba en los campos toledanos se enfrentó por primera vez a un toro escapado, sólo con la chaqueta en el brazo.
Se dió a conocer en 1929, al realizar un quite en una corrida en Aranjuez que torean Marcial Lalanda y Manolo Bienvenida.
Domingo Ortega ha representado la plenitud del poder sobre los toros, que era el ideal de Domingo Dominguín. Domingo piensa en las peripecias de su profesión por la mañana, por la tarde y por la noche.
Muchos años después, cuando su hijo Luis Miguel, siempre zumbón, se mete con él, Domingo se exalta : " Cuando yo me vestía, se vestía también Joselito, y se vestía Juan Belmonte, y se vestía Gaona.... ¡ El torero más grande he sido yo, si señor !
Pero luego añadía, por lo bajo, para que no lo pudiera oir su hijo, que él era el más grande..... pero sólo después de Luis Miguel.
Su amor a la Fiesta va siempre unido a su pasión por sus hijos. Que ellos sean toreros.
Cuando nació Dominguito le decía a Chocolate, su fiel amigo :
- Ya tengo el sucesor.
" Cuando nació Pepe, volvió a decirle :
- ¡ Ya tengo, la pareja !
La teoría taurina del viejo Dominguín está muy clara, sigue la linea clásica de la lidia, basada en el conocimiento del toro y el dominio de las suertes : la de Guerrita y Joselito, la que él inculca a sus hijos.
Es inflexible en la preparación de sus hijos. Ante todo, la física. Antes de desayunar, cada día, les hace correr cinco kilómetros, alternando la marcha hacia delante y hacia atrás, con todos los movimientos que pueden necesitar en el ruedo.
- En mi casa decía Domingo : mis hijos no oían hablar de otra cosa que de toros. Los chiquillos iban a la plaza de Tetuán de las Victorias, que regentaba Domingo, para jugar con otros niños al toro. Al verlos torear de salón, a Domingo se le caía la baba. Sin decirlo a nadie, soñaba con que aquellos hijos suyos fuesen toreros. Toreros mejor que él, los mejores en definitiva. Por eso fomentó su afición, les ayudó de mil maneras.
Sus hijos le respetaban, pero cada uno imponía su criterio.
Luis Miguel fue el más rebelde. Toreando de corto en Campo Pequeño y cuando iba a poner un par de banderillas, recibió una orden de su padre :
- Miguel, lleva el becerro al tercio.....
- ¡ Tu te callas ! - fue la impertinente respuesta del joven becerrista.
- Se fue a los medios y allí clavó un par extraordinario, tras el cual recibió una gran ovación.
Después preguntaría a su padre, el porqué le había mandado el banderillear en el tercio. Quería saber el porqué de las cosas. Desde entonces padre e hijo hablaban las cosas al terminar la corrida, para analizarlo con detalle.
En 1940, Domingo compra otra finca inmediata a la Companza, de esa manera la ampliaba, era la ilusión de su vida.
Su mujer, Gracia Lucas Lorente, nacida en Tijola ( Almería ), siempre apoyó a Domingo,aunque no tenía nada que ver con el ambiente taurino. Jamás vió torear a su marido después de casados y mucho menos a sus hijos. Incluso la horrorizaba verlos en el cine.
- Un día la llevaron a ver una película en la que aparecían toreando Pepe y Luis Miguel. Cada momento se sentía ahogada por una terrible angustía. Sus hijos se reían contemplando su actitud.
Ya había pasado mucho con su marido, con sus cogidas, como la que sufrió en Zaragoza a la que acompañó porque quería rezar ante la Virgen del Pilar. Domingo le prometió que les cortaría a los toros las orejas. Se lo trajeron en una camilla con el traje lleno de sangre, la cornada le atravesaba el muslo.
Otra tuvo en Ricla, en un festival, cornada en el vientre que puso en peligro su vida. Domingo se vió con los intestinos en la mano y pensó que se había terminado todo.
La mayor alegría de Gracia fue cuando su marido decidió dejar de torear. Fue feliz, con su retirada sin imaginar entonces que sus hijos seguirían los pasos de su padre en los ruedos.
Colaboró con Domingo en la explotación de la plaza de Tetuán de las Victorias, de la que era empresario.
Domingo, el hijo mayor del matrimonio era muy buen estudiante y escribía cosas muy bonitas, que a veces le publicaban en periódicos y revistas.
Pepe, el segundo hijo también era estudioso y mostraba mucho interés por los libros. Luis Miguel era muy serio y a todos les embelesaba su seriedad.
Una noche que regresaban de la Companza, Gracia intentó abrazar a Luis Miguel y él no pudo contener un grito de dolor. Le confesó a su madre, porque no mentía nunca, que lo había revolcado una becerra. Tenía apenas cinco años. Se quejó de que sus hermanos no le dejaban torear alegando que era pequeño.
Los capotes más pequeños de lo normal los traían envueltos, Gracia se dio cuenta de la complicidad de Domingo y pensó que nadie podría detenerlos en su vocación.
Aquello costó un disgusto matrimonial.
" ¿ Te das cuenta de lo que estás haciendo con los niños, Domingo ?, le preguntó, desesperada. El quiso consolarla. " Gracia, para mi el toreo lo es todo. Yo moriré siendo torero y mis hijos significan mi continuación. Además, no les dejaría torear si no supiese que van a ser grandes toreros. Unas figuras. Gracia, te lo digo yo que de eso entiendo mucho.
( Continuará )




  1. De izquierda a derecha : Luis Miguel, Pepe y Domingo Dominguín Lucas.


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