lunes, 28 de septiembre de 2015

MANOLETE..... su tauromaquia ( Capítulo X )



En abril de 1947 estaba Manolete en una barrera en la Maestranza. Le brinda Gitanillo un toro de Miura, la misma tarde en que le ofrenda otro Pepe Luis a Rafael " El Gallo ". Recoge la montera del brindis del calé ( que por cierto le pegó ese " miura " dos cornadas ) y se pone de pie con su proverbial elegancia. Unos le chillan increpándole la ausencia del abono, y otros le aplauden recordando pretéritos triunfos en la Sevilla que le consagró.
Torero siempre Manolete con traje de luces o sin él.
Dijo don Gregorio Corrochano que parecía más un banquero que un torero, y otra frase suya : " Nos lo ganó América con la fuerza de los dolares.
Mario Moreno " Cantinflas " llamaba a Manolete señorón.
Al reaparecer en España, mata dos torazos de Bohórquez en Barcelona, cortando orejas.
En este momento me viene como de la mano la teoría de las querencias de los toros.
Muchas faenas malogradas y muchas cogidas no tuvieron otra causa ( la de Manolete, entre ellas ) que el no entender o desentenderse del toro. Los defectos de los toros son un seguro peligro cuando no se ven o no se tienen en cuenta. Cuando se torea contando con ellos, el peligro se convierte en ventaja para el torero. El que no se haya dado cuenta de la querencia de un toro, torea a ciegas, el que la conozca, la aprovecha.
Si un toro tiene querencia a las tablas, el torero que se interponga entre el toro y las tablas no toreará a gusto y estará acosado o cogido, si el toro se ciñe demasiado a su querencia. ( Así fue la cogida y muerte de Granero ). El que se ponga por fuera y le dé al toro los terrenos de adentro, toreará, no solamente a gusto, sino " fuera de cacho " que es la manera de expresar en términos taurinos la ausencia de peligro. Esto no quiere decir que no se meta alguna vez en los terrenos de dentro ( que en este, por excepción, son los del toro ), pero sabiendo donde se mete, y para qué se mete, y, precisamente, para aprovechar en su favor la querencia del toro.
Nuestro maestro Joselito " El Gallo " dió una tarde una lección maravillosa de conocer y aprovechar las querencias. Le pidieron banderillas. El toro no estaba para que le banderillease lucidamente el matador. El público insistió . José cogió los palos. El toro se fue a las tablas, donde al parecer, tenía la querencia.
Para banderillear a un toro en tablas, al sesgo, hay que pisarle el tertreno para que se arranque, porque si no no sale de las tablas. Joselito había visto, sólo él lo vió, que en cuanto el toro saliera de las tablas le persiguiría, porque había marcado tendencia a irse por donde él tenía que salir del par. Una querencia apenas perceptible, pero que no pasó inadvertida para Joselito, que veía los toros como nadie. Y la cantó. La posición en el momento de banderillear era la siguiente : en primer término, Joselito ; después el toro, y al otro lado del toro, un burladero. Entre el burladero y el toro se había situado Blanquet, pegado a la barrera inmóvil, cubriendo el cuerpo con el capote para que no se le viera, como tenía por costumbre, para actuar, sin estorbar, en caso necesario.
José llamó al toro y, cuando le tuvo fijo en él, gritó : " Blanquet, al burladero voy con el toro ". Arrancó a banderillear, le pisó el terreno al toro, clavó, y salió por pies hacia el burladero, Blanquet, ya advertido, le dejo libre el paso, corriéndose hacia el burladero, detrás llegó José, y detrás de José el toro. Se cumplió la querencia de " al burladero voy con el toro ". Y fue.
Otra tarde toreaba Joselito con Camará ( el apoderado de Manolete ) se destacó en el toreo, banderilleando al cambio.
El público pidió banderillas. El toro no estaba para cambiarle con banderillas. José cogió dos pares y ofreció uno a Camará, que éste aceptó, y salió por delante. Camará citó al cambio, que era lo suyo, y en lo que el público quería verle con Joselito. El toro acudió poco franco y, al llegar, frenó, no siguió el cambio marcado por el torero y le cogio. Afortunadamente, Camará sólo sacó el vestido roto. A continuación fue a banderillear José. El público, después de lo visto, pidió que banderillease al cambio. Mandó correr el toro al sol. Se colocó José con los chiqueros a la derecha. Citó al toro, que le acudió como a Camará, pero Joselito le dió el cambio hacía la querencia de los chiqueros, y el par resultó fácil y perfecto y sin peligro. Camará lo contaba frecuantemente.
Acostumbrados en el momento actual del toreo a ver justificada la suerte de matar, con el consabido "no ha tenido suerte con la espada, perdió la oreja por la espada, matar bien parece una locura ".
De los toreros de época de Manolete, el que sabía,  y quería, y tenía valor para matar toros, era Manolete.
A Frascuelo, que no quedaba sastifecho si el toro no le rozaba la manga del brazo izquierdo. El toro estaba con la querencia a los chiqueros. Estos terrenos son peligrosos. En terrenos de " El gran pensamiento ", que no le mató, pero de la que murió para el toreo, porque tuvo que retirarse. En chiqueros le mató el toro a Pepe-Hillo, a pesar de que en su tauromaquia hacía la advertencia. Pero las circunstancias, las peripecias de una corrida saltan las reglas, y el hombre no hace caso de la advertencia del toreo, ni del aviso del toro, que casi siempre avisa.
El fotógrado Cano tiene el mejor documental de la cogida de Manolete. En él está explicada gráficamente.
Se compone de media docena de pases con la mano derecha. Cuando el pase se da a favor de la querencia de los chiqueros ( muy marcada por el toro ) el pase tiene una gran naturalidad, el brazo izquierdo del torero está caído pegado al cuerpo. En el siguiente, ligado, sin enmienda de terreno, como es contraquerencia, se le ve a Manolete muy forzado, obligando mucho al toro que frena, que no quiere pasar, y el brazo izquierdo está horizontal, con la mano muy abierta, como apoyándose en el aire para hacer fuerza. A continuación viene el pase a favor de querencia, y vuelve la naturalidad, el reposo a toda la figura sin agarrotamiento ; el toro no frena pasa a gusto ; el toreo está de acuerdo. El aviso del toro está clarísimo, la advertencia de la Tauromaquia a punto. Pero era tarde de peripecia, y Manolete, torero de raza, no tuvo en cuenta el aviso del toro, influyó más en él el amor propio.
Cuando Manolete entró a matar el toro tenía que arrancar contra su querencia ; se quedó en el centro de la suerte y se inclinó hacia su querencia, cortando la salida al matador. Este peligro no se le pudo pasar a Manolete, como no se le pasaría a Pepe-Hillo, pero las circunstancias de las corridas obligan muchas veces a los toreros valientes, pundonorosos y de vergüenza torera. Manolete pudo ser víctima de su gran estocada. Sabido es que los toros, al sentirse heridos, y más los heridos de muerte, suelen frenar por instinto y pérdida de facultades. Unos se encogen acobardados y dejan pasar ; otros derrotan para quitarse el acero.
" Islero ", al ser mortalmente herido, derrotó al mismo tiempo que se inclinaba a su querencia, por donde tenía que salir Manolete, alcanzando la pierna derecha, que es la última que sale de la suerte.
No, Manolete no fue un suicida en Linares. Manolete fue un gran matador de toros, acaso empujado por una tarde molesta. Cuando los clarines tocan a matar anuncian que uno va a morir. No podemos olvidar que el torero lleva una espada, el toro tiene dos.
( Continuará )





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