lunes, 13 de abril de 2015

VICENTE PASTOR ( CAPÍTULO I )



El 23 de mayo de 1918, Vicente Pastor toreaba la corrida de su despedida de los ruedos.
- Fue a beneficio de la Sociedad Benéfica de Toreros, en la que se lidiaron siete toros del duque de Veragua. Vicente Pastor mató el primero y los seis restantes los mataron Cocherito de Bilbao, Saleri II y Nacional.
" Cierra los ojos ; mueve la cabeza, como pensando en algo que está lejos de alegrarle. - ¿ Cuarenta años hace ?..... ¡ Hay que ver : cuarenta años !..... ¡ Ah ! Se me olvidaba decirle que el último toro que maté se lo brindé al rey, a don Alfonso XIII.
 Ya  se daba por terminada la entrevista cuando Vicente Pastor se colocaba sus gafas de leer y coge el libro de sus Memorias.
 - ¿ Ha visto usted el artículo de don Jacinto Benavente ? Lo publicó en aquella célebre sección que titulaba : " Sobremesa ", en el Imparcial. Le digo que no lo he leido. - Yo lo he copiado aquí. - Vicente Pastor lee. " Cuando Vicente Pastor, en sus años de desgracia, que fueron más de los debidos, y aporreando por esas plazas, y en la madrileña sobre todo : favorecido por los empresarios con todo el ganado de peor lidia, toros cornalones, resabiados, mansos perdidos, nunca dejé de ver y de apreciar en él lo que más tarde apreciaron muchos como un descubrimiento que Vicente Pastor es de los pocos toreros que saben para que sirve la muleta ; de los pocos que paran y castigan.
" El artículo de don Jacinto Benavente, es extenso y agudo ".
 Este es el mejor retrato que me han hecho . Por todo lo que le he contado a usted habrá podido ver que no me fue nada fácil llegar a ser matador de toros. En mis principios de novillero, y después de tomar la alternativa, necesité ayuda y recomendaciones que agradecí, para que me sacaran a torear incondicionalmente, sin cobrar, pero todo lo demás que alcancé en el modesto puesto que ocupé en el toreo me lo gané con mi afición y amor propio en los redondeles de las plazas de toros, sin propaganda de ninguna clase y sin haber puesto la menor dificultad a ninguna empresa en cuantos mano a mano les convino anunciarme, ni peros a ninguna ganadería......".
ABC ( 24 de mayo de 1918 ).
Esta crónica sin firma recoge elogios que cumplió dignamente la difícil misión de alternar con los diestros de la época.
Vicente Pastor consiguió atraer las simpatías del público, especialmente en Madrid, donde llegó a cortar la primera oreja que se concedió en este siglo. Conoció después el éxito y también el desvío de los espectadores cuando empezaron a flaquear sus facultades físicas para enfrentarse a los toros, que supo asumir con la misma dignidad.
¡ Qué tarde más madrileña ! En el ruedo Vicente Pastor, el héroe de la muchedumbre cortesana, lleno de majeza y valor como un descendiente de nuestros chisperos, Se decía en los corrillos de aficionados, en las peñas taurinas, en los tendidos, momentos antes de comenzar la corrida : ¡ Vicente Pastor se retira hoy !
Ayer no se retiró el gran torero madrileño. Se retiró silenciosamente y calladamente, el día en que notó flaqueza en las piernas, y se vio lejos de los toros, y escuchó la repulsa del público severo y tornadizo.... Había dicho Vicente a don Gregorio Corrochano : Si yo un día me viera sin facultades, si no pudiera con los toros, si tropezara con el desvío de los públicos, me iría sin anunciarlo ni despedirme que esto, al fín y al cabo, es siempre doloroso.
No se retiró ayer. Se había retirado después de las corridas de Santander y Bilbao. Y ayer salió para hacer el regalo de su valentía a los aficionados madrileños : para guardar su corazón, como una reliquia, aquellos aplausos entusiastas que le tributaron ; para irse dignamente, como había vivido en la profesión, y ofrendar, de paso, a sus compañeros desvalidos, un puñado de pesetas.
Saltó a la arena el toro de Vicente. No fue posible traerlo a los capotes. Manso para los caballos, manso para la cuadrilla de a pie, manso desde el rabo a las puntas de los pitones, Pastor no pudo ni quitar siquiera, porque el toro se quedaba oliendo la tela y no embestía. Parearon bien los banderilleros y Vicente brindó al Rey. Le brindó la faena del último toro que mataba.
Llegó con la muleta en la izquierda y se metió, con gran arrojo, en el terreno que el toro defendía, incierto y gazapeando.
En el primer pase sufrió una colada tremenda. Adelante. Siguió sobre la zurda temerario como un novillero ansioso de palmas ; castigó brutalmente, y en la lucha con el toro dio un pase forzado de pecho, lleno de emoción y de arte. En tercio de toriles arrancó por derecho y metió un pinchazo superior. Estalló la ovación larga y clamorosa y el entusiasmo no tuvo límites. Vicente, emocionadísimo, dio la vuelta, y luego tuvo que saludar varias veces desde el tercio.
Vicente Pastor se cortó anoche la coleta. Diversas circunstancias favorecieron los designios del pundonoroso matador de toros.
Los incidentes se sucedían y cada dificultad creaba un serio obtaculo a la comisión organizadora de la fiesta a beneficio del Montepio de Toreros. Vicente Pastor, presidente actual de la Asociación, se ofreció a sus compañeros, por si su nombre podía añadir algún aliciente al cartel. De este modo, el espada satisfacía dos deseos vehementes : el primero, cooperar con su personal esfuerzo a la obra piadosa ; el otro verse de nuevo y por última vez en el marco de sus grandes éxitos, de sus más personales triunfos, y dar el adiós a su público.
La noticia de la retirada de Pastor circuló rápidamente por el barrio. Los alrededores de la casa de Vicente fueron invadidos por convecinos y curiosos, que lamentaban la decisión del valiente torero, pues con ella deshacía su personalidad, esfumaba su figura. ¡ Y eso es tan doloroso para el amigo del torero ! Sus íntimos, sus incondicionales, lo celebraron, y acudieron en buen numero a felicilitarle. Vicente que se había acostado, con objeto de descansar, después de la corrida recibió a contadas personas. Entre éstas quedaron distribuidas pronto los alamares los machos, trozos de la guarnición del vestido que llevó ayer Vicente a la plaza como recuerdo de la despedida, y así quiso poner fin a su vida de torero.
Es el 2 de octubre de 1910, en la que se considera una de las mejores faenas de su vida torera, cuando el torero madrileño Vicente Pastor se le concede en Madrid la primera oreja en toda la historia del toreo.
Su segundo toro, cuarto de la tarde " Carbonero ", de la ganadería de Concha y Sierra, sale manso de tal naturaleza que tiene que ser fogueado. Vicente Pastor advierte en los primeros pases que, sin embargo - a pesar de su inicial mansedumbre y de los resabios que engendran las banderillas de fuego -, el toro embiste bien. Lo aprovecha y realiza con él una gran faena. La ovación que mereció su insuperable faena a " Carbonero ", valiente, expuesta y perfecta, en vez de decaer arreciaba en medio del entusiasmo del público. El teniente alcalde que preside la corrida le concede la oreja del toro, trofeo tan desacostumbrado y nuevo que inmediatamente da lugar a una fuerte polémica en la prensa. Los comentarios de la gente llegaron a atribuir la concesión de aquella oreja a la vecindad del teniente alcalde que presidía la corrida con Vicente Pastor, pues ambos eran del barrio de Embajadores, de la calle Santiago el Verde. Y el bueno del teniente alcalde, por madrileño castizo, tenía que ser " pastorista ".
Vicente Pastor nacio el 30 de enero de 1879 ; murió el 30 de septiembre de 1966, con 87 años.
( Continuará )






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