jueves, 8 de mayo de 2014

AQUEL 2 DE MAYO DE 1914




Como siempre, José eligió para sus fechas históricas días trascendentales.
Aquel 2 de Mayo de 1914 se anunciaron en Madrid en la Plaza de la Carretera de Aragón, hoy Palacio de los Deportes, Rafael " El Gallo ", Joselito y Juan Belmonte, con toros de Contreras. Joselito y Belmonte coincidían por primera vez en Madrid.
Los billetes se agotaron a las pocas horas de ponerse a la venta.
Entre Joselito y Belmonte se ha establecido - por el público - una rabiosa competencia que no tiene razón de ser, porque cada uno es único.
En este ambiente ha influido poderosamente la retirada de Ricardo Torres ( Bombita ).
Los bombistas, un poco dolidos y un mucho derrotados por los Gallos, necesitaban un torero para hacerle la guerra, y surgió Belmonte.
Y lo absurdo, lo verdaderamente inconcebible, es que los más ácerrimos partidiarios de Bombita sean detractores de Joselito, que es el torero que más recuerda a Ricardo Torres ( Bombita ). Su toreo abierto de piernas, su dominio con la muleta, lo que manda, lo que castiga y hasta su preparación con banderillas - clavando hay una gran diferencia a favor de Joselito.
Si a esto se agrega que Joselito era más completo y que en 1914 se pensaba que le quedaban muchos años por delante para seguir aprendiendo, lo lógico hubiera sido que, retirado Bombita, este gran partido se hubiera puesto al lado de Joselito.
La tarde del 2 de mayo de 1914, es la más grande que recuerda la afición de esta época. Los guardias se llevaban constantemente espectadores detenidos a la comisaría, por las broncas constantes entre los partidiarios de uno y otro bando.
La plaza se inaguró en junio de 1874, pero en los cuarenta años transcurridos hasta 1914, no se había realizado una faena de muleta tan enorme, tan formidable, tan monstruosa, tan.... increíble como la que realizó Juan Belmonte, a las seis y veinte minutos de su tarde, en su segundo toro, sexto en el orden de lidia..
Aún vibran en la atmósfera los estridentes alaridos de la muchedumbre embriagada. El mismo sol, que se hundía en aquel momento en el horizonte, abrió los ojos, para comtemplar unos segundos la inenarrable faena belmontina, y se detuvo.
¡ Un asombro !
¡ Lo que no se había visto nunca !
La faena de muleta - realizada por Juan Belmonte en la Plaza de Madrid, es la faena más grande que se ha hecho desde que existe el toreo.
¡ El público asistente no había conocido una más intensa conmoción del entusiasmo público !
Las entradas se revendieron a precios fabulosos, en un casino, un socio vendió a un compañero, en treinta y cinco duros, una contrabarrera de sombra.
Se cuenta que quedaron fuera al no tener localidad más de tres mil aficionados a la puerta de la plaza.
La enorme ansiedad que el encuentro de Joselito y Belmonte provocaba se extendió a las principales capitales y viajaron muchos aficionados para presenciar la lucha.
En Sevilla era tan honda la conmoción, que varios periódicos anunciaron al público que en los trasparentes de sus balcones irían dando los telefonemas, con la reseña de la corrida. conforme se fueran recibiendo.
A las tres y media de la tarde no se podía circular por la calle de Alcalá. Centenares de coches, tranvías caminaban lentamente, porque la aglomeración les impedía acelerar la marcha.
Se hablaba de coche a coche, se gesticulaba. En los ojos de la multitud brotaba el entusiasmo. Los gritos ensordecian ¡ Joselito !, ¡ Belmonte !, ¡ El Gallo !
Joselito venía con ganas de pelea. Estaba en la fuerza de la vida y su sangre joven se enardecía en cuanto los clarines anunciaron el comienzo de la corrida.
En su primer toro que estoqueó sobrado de facultades y dominando la situación, hizo una faena aceptable ; pero no todo lo apretada que el concurso hubiese deseado y al herir, con el brazo suelto, le arqueó hábilmente, para dar con la muleta excesiva salida.
El entendió que las condiciones del toro no le invitaban a grandes lucimientos y se deshizo de él decorosamente.
Pero en el quinto, Joselito que apreció sus buenas cualidades, puso cátedra de toreo y arrancó al concurso una de las ovaciones más formidables que se han oido en la Plaza de Toros de Madrid.
Con las banderillas, después de intentar al quiebro, que no pudo dar, porque el toro no se le arrancaba, cuatro pares superiores, especialmente el último, puesto de dentro a fuera y en terreno tan apretado, que tuvo que subirse en el estribo.
Con la muleta, trasteó a su enemigo, ceñido, inteligente, con pases de todas las marcas y todos los estilos.
Citó a recibir dos veces, alargando mucho el engaño y aguantando a pie firme ; pero el toro no le acudió. Y, al fín, en corto y al volapié, metió una media en la misma cruz, que hizo doblar.
Faena de un gran torero, de un inconmesurable torero, que sabía aprovechar las ocasiones y enloquecer al público que pidió la oreja para Joselito.
Joselito I, el Sabio.
Rafael " El Gallo " tuvo una tarde muy mediana. Toreó muy cerca a sus toros ; pero siempre por la cara. Con el estoque sin pasar el fielato.
Los toros de Contreras, bien presentados y de bonita lámina ; pero de escasa bravura. Cumplieron a duras penas con los picadores.
Pero salió el último toro, " Tallealto ", negro, gordo, fino, bien puesto de alfileres.
Belmonte corrió a su encuentro y se abrió de capa.
Siete lances estupendos, tres de ellos sin enmendarse. Cogiendo al toro, empapado en el percal, metiéndole en el estómago y sacándole con un artístico movimiento de brazos. ¿ Y los pies ? Como si se los hubiera cortado por encima de los tobillos. ¡ Que manera de parar ! ¡ Que modo de jugar las muñecas !
Rugió el público. Belmonte seguía toreando, cada vez más metido dentro del toro. Terminó, al fín, con un recorte espeluznante.
Medianamente banderilleado por su cuadrilla, sonaron los clarines, y Belmonte mandó retirar a todos y se dirigió al toro emplazado en medio del redondel.
Un pase ayudado por alto, formidable ; uno natural, girando sobre los talones, estupendo ; un molinete, otro, luego dos o tres pases de rodillas, siempre pasándole el toro muy cerca del pecho y con los pies clavados en la arena, como si fueran tornillos. Cada muletazo era una explosión. La multitud, congestionada, se había puesto en pie, ya ronca de gritar, y el trianero, impávido, frio, como si nada fuera con él, seguía muleteando entre los pitones, arrodillado antes de citar y levantándose ya con el pase rematado. En dos molinetes crujieron los huesos del toro como si hubieran sido de cristal. Luego, agarrado a un pitón, tiró de él con la derecha, para meter la cabeza del toro en el engaño.
Pinchó el trianero tres veces en lo alto. ¡ Por qué no pincharía trescientas ! Porque después de cada pinchazo reanudaba la faena aquella.
Una corta, un poco desprendida, dió con el cornúpeta en tierra.
Hay cosas en la vida que no se pueden contar.
Hay que verlas, para apreciarlas.
Se pidió la oreja y el presidente vaciló unos segundos y no la concedió
¡ Hizo bien !
Joselito, sencillamente colosal. Su faena en el quinto igualaron a las más grandes.
" Lo de Belmonte no tiene precedentes.
Fue un sueño. ¿ Una quimera ? ¿ Una alucinación ?




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