lunes, 10 de septiembre de 2012

LOS TENTADEROS... Y SU EVOLUCIÓN


Las lluvias que normalmente aparecen a mediados de septiembre en Extremadura, este 2012 año de pertinaz sequía, brillan por su ausencia y según los pronosticos meteorológicos no existen cambios de momento. Conozco fincas cerca de Encina Hermosa que al no tener agua las charcas o lagunas han tenido que llevar el ganado a otras que las tenían. La reserva hidráulica se encuentra al 48 %.
Lo importante de la lluvia en septiembre es que se combina la misma con el mucho calor que tiene la tierra y en una semana la hierba está fuera que buena falta le hace a los animales, después de la mala primavera y peor verano.
Cuando a últimos de septiembre tenemos hierba en las dehesas decimos en el campo que comienza la "otoñá", y se empieza a pensar en los primeros tentaderos.
Los tentaderos de hoy han cambiado sobre los que se realizaban en los años 1930-40, por entonces eran de ordeno y mando por parte del ganadero. Este era el amo del cotarro taurino y hacía y deshacía en su casa, como está mandado, sin tener que plegarse a dictaduras de toreros y empresarios. La mecánica era simple: el ganadero ponía un telegrama al torero de su elección, sea ésta por amistad, porque le caía bien y era correcto en el trato, también y de forma muy principal porque sabía hacer las faenas de tentar vacas, machos, adaptándose a las instrucciones que el ganadero daba desde el palco de la plaza de tientas o desde el burladero.
Avisados los toreros y tres o cuatro amigos íntimos del ganadero, estos emprendían el viaje por ferrocarril, generalmente, hechos un cuatro en rígidos asientos, a allí, en la estación les esperaba un carruaje, en la estación o apeadero, que no siempre había que apearse en la ciudad importante.
Traqueteo de ruedas, tiro de mulas o caballos, o, con suerte un Ford no menos traqueteante.
Llegados a la dehesa, saludos educadísimos, palmadas en la espalda al amigo, nube de polvo que sale de esa espalda, señalar las habitaciones para cada cual, indicación de la hora del desayuno, almuerzo o cena, y, ya refrescados y cambiados de indumentaria del viaje por traje de campo, pantalones, gruesos zapatos, amen de chaqueta corbata y chaleco. Los toreros con traje corto, se iniciaba la tertulia, visita al cerrado donde estaban las becerras a tentar ya preparadas para el día siguiente y otros más, pues un tentadero podía durar tres o cuatro días, más tertulia, intercambio de noticias y comentarios y a veces fumaban los vegueros correspondientes con el vino o coñac de pre-dormida.
Algo más tarde del alba comenzaba el tentadero. Vaca tras vaca, llevando rigurosamente los turnos de cada torero por su antigüedad, iba pasando el día con intervalos para echar un trago de vino, comer algo de tapas.... y otra vez a la faena.
El ganadero dando instrucciones sobre dónde colocar la vaca para recibir el puyazo, el torero obedeciendo orgullosos de ser torero y colaborar en la más importante de las faenas que se realizan en la ganadería.
Al terminar la jornada, los toreros, sus juanetes queriendo partir el cuero de sus botos, sudorosos, pasándose el pañuelo por el rostro, llegaban a la habitación, hacían sus abluciones en la jofaina pasándose las dos manos por la cara, por la sobaquera se lavaban los pies en el " bidet " de porcelana, se ponían ropa limpia y a comenzar la cena, tertulia, esta vez centrada en el juego de las vacas, veguero, copa y a dormir para estar listos al día siguiente.
Los invitados vestían traje oscuro y volvían a ser como siempre, sólo que con el rostro más rojizo por aquello de la intemperie y el trasiego de caldos e ingestión de chacinería " hecha en casa ".
Así me lo contaba el primer mayoral que tuve en los primeros años de la ganadería y así se lo cuento a ustedes.
Las vacas tomaban uno, dos y hasta catorce puyazos, y también se caían los animales durante la faena y en mayor proporción querían saltar la pared de la plaza de lo que lo hacen hoy en día, y los toreros a veces tenían que encelarlas para que se fijaran en los capotes en lugar de esa pared que les decía su querencia que afuera estaba el pasto y el resto de la camda.
Y eso sí, todos hablándose de usted, sabiendo hablar y sabiendo escuchar.
Hoy, los toreros siguen vistiendo de corto, llegan en sus automóviles, les avisa el ganadero por teléfono pero en muchos casos dependiendo de algún aviso de gente importante que le recomienda que avise a Fulanito o Menganito-
Y se avisa a los recomendados de los empresarios, del apoderado y en un día quedará resuelto el tentadero.
En poco se diferencia el resto del ceremonial del que he descrito.
En cuanto a las vacas se ve con mayor interés el juego de éstas en capote y muleta.
Se aprueban vacas pastueñas, se habla de nobleza en las reses y se modifica fiereza por bravura.
Los toreros van imponiendo por permabilidad, por ósmosis, sus gustos y el ganadero, apenas sin darse cuenta va cediendo su terreno de previlegio de otros tiempos. Vende sus productos y bien, según se mire, claro, las figuras quieren torear sus toros, aparece frecuentemente su nombre en los carteles y es requerido en las tertulias.
Esto se cuece en los tentaderos porque es muy agradable ver que una vaca se ha dejado pegar muchos pases sin molestar al torero, y es ahí donde estan las orejas del triunfo para el matador y para el ganadero. ¿Qué importancia tiene la suerte de varas si en las plazas se hace de cualquier manera y en general al público ni le interesa ?
Lo único que interesa hoy, es pases, muchos pases, que el torero diga " ¡ Qué buena ha sido la vaca, enhorabuena señor ganadero, me he hartado a pegarle pases ! "
Y el ganadero le contestará al toro que le cortaste la oreja en Madrid, era hijo de una vaca de esta familia.
Dirá el torero " ¡ Pues mantenga usted esa reata ! " y con el torero en el cepo el ganadero mantiene la reata.
Es por tanto que el tentadero sigue evolucionando para desdibujar la cría del toro bravo, que lo fiero se quedó atrás, cuando se inauguró Telefónica y los trenes metían carbonilla en el ojo del viajero.
De todas formas siempre quedan ganaderos que persiguen la bravura y la fiereza a toda costa que sus tentaderos son modélicos que invitan al torero que saben los hará perfectamente,  pero la diferencia estriba en que los primeros venden sus camadas enteras y los segundos se quedan sus productos en el campo por mucho que se arrastren para intentar colocarlo.




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