viernes, 30 de marzo de 2012

RAFAEL "EL GALLO" (CAPÍTULO III)



Decía Rafael de su madre que lo que más había querido él era su arte de "bailaora".
Mi madre cuando bailaba, tocaba con los tacones la sinfonía completa, para eso ella era la Gabriela, la emperadora de lo flamanco. De la dinastía de los Ortega, y basta.
Gabriela Ortega tenía cerco de admiradores. Desde el ganadero cargado de talegas hasta el torero de postín.
Y el primer admirador era Fernando "El Gallo". Pero el amor de Gabriela era su arte. Además, Gabriela era "calé". Los "calés" han de casarse con los "calés".
Sin embargo, Gabriela Ortega se casó con el señor Fernando "El Gallo". ¿ Cómo fue ? El señor Fernando se enamoró de Gabriela y siempre que estaba en Sevilla iba a verla bailar. Y para el " payo " fue.
Los hermanos de Gabriela se fueron a ver al señor Fernando y hubo boda. Boda de campanillas. Los Gómez historia taurina emparentaban con los Ortega.
Y Rafael Gómez Ortega iba a nacer bajo el signo del arte y del salero, resumiendo en sus dos apellidos la solera taurina y la solera " cañí "
Le preguntaron a Rafael ¿ es verdad que nació usted en Pozuelo de Alarcón ?
¿ En Pozuelo ? ¡ Vamos hombre !
Aplastó la colilla del puro sobre un platillo y dijo :
¡ Eso si que es bueno !
Yo nací en Madrid, en la calle de la Greda, número dieciséis para más detalles, y para que se le olvide a usted eso de Pozuelo de Alarcón.

Se lo llevaron a vivir a Sevilla cuando era pequeñito.
El nacimiento,, después de todo puede ser un accidente geográfico. Porque, ¿ de dónde iba a ser el torero de la gracia y de la más pura esencia sevillana sino de la tierra de María Santísima y de la Giralda?.
Rafael, ¿cómo se explica usted lo de Pozuelo de Alarcón ?
Eso no tiene más explicación que las temporadas que pasaban mis padres, invitados por el que era empresario de la Plaza de Toros de Madrid, don Rafael Menéndez de la Vega, que tenía en Pozuelo de Alarcón una casa y algunas posesiones. Y que, era gran amigo de su padre y fue el padrino de Rafael en el bautizo.
Nacido el 17 de julio de 1882, lo bautizaron el 2 de agosto. Y estos días transcurridos entre una y otra fecha podrían servir, tal vez de alguna base a la versión " pozuelera ".
Y ahora escojan ustedes entre la verdad de Madrid y la verdad de Pozuelo.

Rafael continuaba impávido saboreando su puro, en sus ojos parecía brillar una lucecilla burlona que saltaba a la comba.
Rafael es verdad que le han echado más de cuatro toros al corral. Es que la gente fantasea mucho.
Cuatro toros, me parecen pocos toros.
Y Rafael agregó pues ponga usted cuatro y medio.
Pero de ahí no paso.
¿Cómo y cuándo empezó usted a sentir la afición de torear.?
Esa la he tenido yo siempre. Cuando apenas sabía andar ya toreaba...... Y hacía unas faenas de apoteosis que causaban la admiración del vecindario. De manera que puede usted decir que yo he sido torero desde que nací.
¿ Pero la primera vez que toreó ?
Pues como no había manera de que yo pensara en otra cosa que en torear, mi padre lo tuvo que tomar en serio, y para que se me quitaran las ganas me llevó a un tentadero y me soltaron una becerra de Pérez de la Concha para mí solito. Allí, con mi padre y otros señores de respeto viéndome, me hinché de torear, hasta que el animalito se cansó de que le tomara el pelo y me dio un revolcón. Mi padre me levantó del suelo y me llevó... al colegio.
Yo tenía entonces nueve años.
¿ Surtió efectos el revolcón. ?
De momento, sí. Durante unos días me tuvo retirado de la profesión. Pero en el colegio volvió a despertar la afición de tal modo, que me escapaba cada dos por tres y me iba a los tentaderos. Mi buen padre no podía conmigo y, cuando se convenció de que yo sería torero o nada, se dedicó a darme lecciones en la placita que teníamos en Gelves.
Esta placita de Gelves que el Gallo padre, ya retirado, hizo construir en su finca, fue, pues, la escuela de tauromaquia donde Rafael aprendió los primeros secretos de su profesión.
Gelves está en una loma, a pocos kilómetros  de Sevilla. A tan pocos que se ven sus casitas blancas. Allí en Gelves, nació Joselito y allí pasó sus últimos días hinchado, casí sin poderme mover, víctima de un ataque cardíaco, pocos meses después que Rafael se vistiera por primera vez el traje de luces.
En esta placita de Gelves recibió también sus primeras lecciones taurinas el otro hijo Fernando, que actuó siempre de banderillero con Rafael.
Tres años estuvo recibiendo Rafael las enseñanzas y los consejos de su padre, hasta que éste decidió a hacer con el chico la prueba definitiva.
Me compró una becerrita y la toreé en la placita de Gelves.
El examen fue tan brillante que mi padre lloraba de emoción y de alegría. Mi faena había merecido su aprobación.
¡ Ya podía ser torero ! El primer admirador que yo tuve, el primer gallista fue el señor Fernando. Y a partir de aquí empezó mi carrera. Pocos meses después, en una fiesta privada celebrada en Alcalá del Río, puse guapamente mi primer par de banderillas. De aquella fiesta surgió la cuadrilla de los niños sevillanos, con Revertito y yo al frente, y con la que por primera vez me presenté ante el público, de Valencia, por deseo expreso de mi padre, el 8 de abril de 1897. Catorce años tenía yo cuando gane el primer dinero toreando.
¿ Y cuánto cobró usted ?
Cien machacantes, aquello, entonces, me pareció un fortunón. Es decir, que yo que he ganado y he gastado lo mio, que he cobrado miles de duros por una corrida, nunca he sentido la sensación de riqueza como cuando mi padre me puso en la mano aquel puñado de plata, aquellos primeros duros que yo ganaba toreando.
( Continuará... )






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