En una ganadería existen diferentes tipos de animales: vacas de vientre, añojos, erales, utreros, toros, sementales, etc., que deben ser manejados de forma distinta. En el ganado de lidia se designa a los animales de diferentes maneras según la edad que posean. Reciben el nombre de becerros los animales menores de un año, destetados o no; Añojos, los que tienen un año; Erales los de dos; Utreros de tres; a los cuatreños les llamamos toros.
Las dehesas que albergan ganado de lidia están cercadas de piedra o con alambre y subdivididas en cerrados o cercados.
El ganadero conoce las posibilidades alimenticias de cada cercado de acuerdo con la calidad del pasto y su extensión, así, podrá clasificarlos según su categoría con el fin de distribuir los diferentes lotes de animales. Los lotes de animales no pueden mezclarse.
Una ganadería tiene que tener las reses divididas en lotes, según el sexo y la edad, cada lote tiene que pastar en un cercado diferente. La única excepción a esta norma es la mezcla de los sementales con las vacas en la época de cubrición, y los becerros con sus madres hasta llegar el destete, dentro de muy poco tiempo les hablaré del mismo, cuando lo llevemos a cabo.
La alimentación de un animal varía con la edad y con el estado fisiológico.
Las vacas madres, al final de la gestación y primeros meses de lactación, son las que mayores necesidades nutritivas necesitan. Además, en estos primeros meses cuando tienen que volverse a cubrir de nuevo, habrá que proporcionarles, por tanto, los mejores cercados de la dehesa.
A las vacas madres les siguen en necesidades nutritivas los becerros recién destetados, y los añojos hasta que entran en erales.
Después les siguen en importancia todo lo que va a ser lidiado ese mismo año, erales, utreros, toros. El acabado antes de la lidia es fundamental, pues aunque comen pienso la ración para cada uno recomendada, es muy importante el que vayan a la Plaza bien rematados, pues el ganadero al menos habrá cumplido en presentación, el juego nadie lo sabe, la hierba cuando la tienen es un complemento necesario para equilibrar y asegurar un buen funcionamiento del aparato digestivo.
La creencia entre los ganaderos antiguos que los toros que comían pienso se volvían mansos, no tiene ningún valor entre los ganaderos actuales, el pienso indudablemente influye en el carácter de los animales y en su comportamiento. Si el pienso es rico en proteínas, el toro se moverá más, tendrá más fuerza y viveza, cada ganadero trata al menos de saber que pienso conviene más a su ganadería.
Los sementales en los meses que van desde Julio a Diciembre de cada año, el ganadero tiene que cuidarlos con mimo para que cuando llegue el momento de la cubrición estén lo más fuertes posible.
En primavera los toros se vuelven barrigudos como consecuencia el aumento de volumen con la hierba que ingieren en grandes cantidades que, además posee un elevado contenido en agua.
El pienso si se distribuye en comederos siempre hay que tener más comederos que animales y estar separados unos de otros. Todo ello es debido a la jerarquía que existe en la manada.
Los animales más poderosos no permiten grandes movimientos a los más débiles. Estos sin embargo, aspiran a desbancar a los fuertes. Al final cada animal tiene asignado su comedero o área de influencia de la cual no debe salirse. Sólo el jefe de la manada tendrá derecho a elegir el lugar que más le plazca para comer.
El pienso se les distribuye por las mañana, bien en harina o granulado, en harina las mermas son mayores, sobre todo en días de mucho viento.
En las dehesas con mucha encina se les llama con "techo", en invierno se resguardan del viento, de la lluvia y del frío, en verano les proporciona sombra y se defienden de las moscas y mosquitos que tanto les martirizan. La encina aporta a la ganadería además de la bellota, el ramón del que se comen las hojas. Es curioso ver como las encinas bajas, a las que llega el ganado, sólo se les aprecia ramas sin hojas, pues los animales se estiran como jirafas y se las comen.
A mediados de Noviembre hasta final de Febrero se escucha en las dehesas el ruido de las motosierras podando las encinas, las vacas se comen las hojas y en las noches de mucho frío y viento del invierno, las vacas guarecen a sus becerros entre las ramas caídas de las encinas podadas.
La encina en un árbol longevo, algunas llegan a superar quinientos años de vida, hoy por desgracia y cada año más, nos encontramos en la dehesas con más encinas secas, en Encina Hermosa, todos los años tenemos que cortar por estar secas del orden de cuarenta a cincuenta encinas.
Una vez que las vacas se comen las hojas de la poda de la encina, se queman las tarámas que son las ramas muy finas y se trocea con las motosierras la leña, imprescindible en un buena chimenea y sobre todo con una buena tertulia taurina.
Esta cabeza pertenece al último novillo que mató en Badajoz, Antonio Ordoñez, antes de la alternativa.
Hola¡
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Como siempre Sr. Cifuentes, didáctico, ameno e interesante como todos los relatos, desde que sigo su blog.
ResponderEliminarSaludos.
Parece que fue ayer Mariano pero estos Relatos seran eternos, por su profundida y su didactica personal llena de conocimiento y amor al Toro. Un abrazo
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