sábado, 17 de octubre de 2015

MANOLETE..... su tauromaquia ( Capítulo XII )



Cuando por las calendas agosteñas del 47, se publicaron los carteles de la feria de Linares, y ven que para la tarde del 28 está anunciado Manolete en la corrida de Miura, arrecian las críticas de los necios. Estos, que casi todos se integran en el bando antimanoletista, le reprochan a Camará que consienta que el de Córdoba vaya a matar a la según ellos plaza de segundona, unos toros que no le van a proporcionar ni una brizna más de la gloria que atesora.
Durante toda la mañana. la Corredera estuvo animadísima, a pesar del sol aplastante que caía sobre Linares. Las calles estaban llenas de gente llegadas de todos los contornos de Jaén y de Córdoba. Los limpiabotas no daban abasto para atender a los clientes que iban a lustrarse los zapatos. Las tabernas y los bares despachaban sin cesar. Se buscaba el alivio del vino freco o de la caña de cerveza, el tentepié del aperitivo y el pequeño ocio hasta la hora de la corrida.
Muchos jinetes apuraban las bebidas desde sus caballo. Por los alrededores de la plaza de toros, el bullicio era enorme. El Negre va revendiendo entradas a diecisiete pesetas, huyendo de los municipales. K-hito se ha dado un garbeo por el paseo de Linarejos con el conde de Colombí ; en el hotel Cervantes se suceden las visitas a los matadores, y en la taberna Los Pinetes se despacha el vino a raudales.
Se alaba y se critica a Manolete y a Dominguín., los que han visto la corrida en el sorteo de las doce del mediodía, dicen que es chica.
Pero es igual. El éxito taquillero está asegurado de antemano. El cartel elaborado por Pedro Balañá no tiene desperdicio para el aficionado andaluz.
Después del almuerzo, Linares queda vacío. El pueblo se refugia en la intimidad de la siesta.
El Negre revendió sus últimas entradas de sol que no había podido colocar en los Pinetes.
Linares, prácticamente paralizado, se prepara para la gran corrida de las cinco y media de la tarde. Manolete no había toreado en Linares desde el 29 de agosto de 1945, que lo hizo con Arruza y Pepín Martín Vázquez.
La competencia con el madrileño Luis Miguel Dominguín se encuentra al rojo vivo.
K-hito pensaba dirigirse a Almería con el conde de Colombí, pero en el último momento acordaron lo de la marcha precipitada a Linares.
" A la una de la tarde, fueron al hotel Cervantes, donde estaba alojado Manolete en la habitación 42 ".
La fiesta tiene en Linares una honda tradición y solera. Ya en el siglo XVI, con ocasión de haberle concedido el rey Felipe II, a los linarenses el previlegio de villazgo, se celebró una corrida de toros el 24 de junio de 1566.
La plaza de toros de Linares se asienta sobre la cuesta de la Moza, y fue inagurada el 7 de julio de 1867, Linares, por entonces, había comenzado a convertirse en la ciudad más populosa de la provincia de Jaén.
Las reses de Miura apartadas para la corrida de Linares pastaban en la finca La Cascajosa, en la villa de la Campana.
El camionero se llamaba " El Fatigón " y viajó con el mayoral y ocho toros de miura, el camión atraviesa sin detenerse, Villa del Río, Alcolea y el Carpio, quedan atrás Pedro Abad, Montoro y Andújar. Cuando cruzan los pueblos a la caída de la tarde, las personas que encuentran alzan la vista a su paso. Los últimos doce kilómetros entre Bailen y Linares son incómodos. El camión cruje al hundirse en los baches ; las ballestas se resienten ; las tablas crepitan y los pasajeros bailan sobre los asientos de la cabina, por fín el rótulo de Linares.
El hotel Cervantes, inagurado en 1905 por el italiano Ismael Saborini Forte, estaba en el número 23 de la calle Cervantes, esquina a Julio Burell, muy próximo a la plaza de toros.
Desde que, el 29 de agosto de 1941, Manolete debutó en Linares, siempre se hospedó en el mismo hotel, un edificio encalado de dos plantas, el más importante de Linares.
Nunca, como en aquella feria de San Agustín, había acudido tanta gente a Linares. el hotel estaba completo.
La vispera, a las ocho de la tarde, Manolete acompañado de Camará y su mozo de espadas Guillermo salieron de la calle Amador de los Rios, en Madrid, reuniéndose con Antonio Bellón para iniciar el viaje por carretera hacia Linares.
Manolete, como la mayoría de los toreros, viajaba por la noche. Entonces los coches carecían de aire acondicionado, el viaje así resultaba más fresco. Cenaron en ruta para llegar entre las dos y tres de la madrugada. Manolete utilizaba un Buick descapotable - " La primera capota mecánica que llegó a España, de color azul. Se lo compró al empresario mexicano Antonio Algara.
El Buick conducido por Guillermo, con Manolete a su lado. Detrás Camará y Antonio Bellón.
Manolete iba callado, fumando a intervalos,. Su rostro, surcado por la cicatriz de San Sebastián, era como de bronce. Imperturbable, con la mirada puesta en la carretera.
Cuando llegaron a Manzanares, a ciento setenta kilómetros de Madrid, se detuvieron a cenar en el albergue de la D. G. de turismo. Eran las once de la noche.
El aire olía a mieses, a espliego, a retama, a tomillo y a romero.
Camará preparaba cuidadosamente todos los viajes y se detenía y hospedaba siempre en los mismos restaurantes y hoteles.
Antonio Bellón, el crítico del diario Pueblo, planteó durante la cena el siempre eterno tema de la rivalidad entre Joselito y Belmonte. Camará, entusiasta de su padrino de alternativa, Joselito " El Gallo ", replicaba al belmontismo de Antonio Bellón, que aprovechaba todo el tiempo para meterse con Camará y a decirle que Joselito era peor que Belmonte para que Manolete se divirtiese un poco, porque Manolete irónico e inteligente, también le gastaba bromas a Camará : " Usted, Pepe, como torero, ¿ qué tal fue ?
Así transcurrió la cena de Manzanares. Al terminar, Manolete tomó el volante junto con el cronista. En los asientos traseros se situaron Camará y Guillermo, que pronto se durmieron.
Quedaba un recorrido difícil hasta Linares, había que cruzar Despeñaperros.
" De Despeñaperros para abajo se torea, de Despeñaperros para arriba se trabaja, dijo Cagancho.
El desfiladero se abre en Sierra Morena ; toda Sierra Morena se da cita en el desfiladero.
Cuando salieron de Manzanares al dormirse Camará y Guillermo, Manolete en voz baja hizo una serie de confidencias sobre su próxima boda con Lupe Sino, le pidió al crítico que fuese testigo de la boda, que estaba entristecido y amargado, que los públicos ya no le querían, el hombre le hizo en realidad su testamento humano en la larga conversación que sostuvieron desde Manzanares hasta Linares, llegaron a las tres menos cuarto. Manolete llegó malucho y al día siguiente amaneció también con el vientre descompuesto.
( Continuará )





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