En 1939, don Graciliano Pérez Tabernero, vende su ganadería, para conservar sus fincas. Cuatrocientas cabezas. Tenía 61 años, pero se queda con veinticinco becerras y un semental, fue la segunda época de don Graciliano Pérez Tabernero.
Las cuatrocientas vacas, las compro don José Escobar Barrilaro, permanecieron durante cuatro años cerca de Ciempozuelos ( Madrid ) en una finca alquilada a la familia Esteban Hernández.
Pasado ese tiempo emprendieron el viaje hacía el sur. Santiago Aparicio tenía entonces dieciséis años y trabajaba con su padre, mayoral de la ganadería de Sánchez Rico.
Le convence don José Escobar para que se trasladara a la mariama Santiago, que hizo el viaje en tren con los 400 animales, una novedad en aquel momento en la historia de la ganadería brava, después participó en el traslado a Salteras y, finalmente, en la última recta del camino. Los ganaderos vecinos de don José - Pablo Romero, Concha y Sierra, Pérez de la Concha, Miura...... participaron en el traslado a pie enviando ochenta cabestros y decenas de vaqueros de sus respectivas ganaderías.
Separaron la manda de los cuatrocientos animales, en seis grupos y, dos días después, los gracilianos llegaron al majestuoso castillo de la Isla Mínima, construido por don José Escobar en los años cuarenta sobre los restos del palacio del marqués de Olaso con el fin de ofrecer a los toros un hábitat previligiado en la marisma del Guadalquivir.
Una joya, con una asombrosa `plaza de tientas que, guardando las proporciones, don José quiso a imagen y semejanza de la Maestranza ¿ Incluido el palco del Principe !
Don José Escobar encontró enseguida un hueco en las grandes ferias.
Impulsados por la etapa de don Graciliano, de Salamanca, los gracilianos de la marisma participaron en las tardes gloriosas de Manolete - y a la inversa -, hasta el punto que, a menudo, éste los imponía, como ocurrió en Pamplona o Valencia para corridas triunfales.
Algo que dio pie a una jugosa anécdota, cuando don José Escobar, ganadero tan anglófilo, viajó a Londres para ofrecerle a Winston Churchill la cabeza disecada de uno de los toros lidiados por Manolete, - el 23 de julio de 1944 en Valencia - , que tenía en la testuz una mancha blanca en forma de V de la victoria similar a la inmortalizada por el primer ministro inglés. Pero esta victoria no fue como el ganadero esperaba. Poco a poco, a partír de los años cincuenta, la ganadería abandonó la primeria línea. ¿ Don José Escobar había cedido en exceso a las pretensiones amistosas de los toreros reduciendo la cara de sus toros ? Lo cierto es que, salvo notables excepciones, sus camadas ya no daban ejemplares que pudieran entrar en las grandes ferias.
La casta y la nobleza continuaban, y esto tampoco contentaba al público, cuyo gusto se había radicalizado
Menos aún cuando en Salamanca, a partir de las veinticinco vacas que don Graciliano conservó una nueva ganadería tomaba el relevo, despertando interés de la mano de Juan Luis Fraile, quien se esforzaba por mantener el picante que, rápidamente, enloquecería al público francés.
En los años sesenta don José Escobar dedicó quinientas hectáreas a la crianza del arroz, reservando para los toros la parte más pequeña, que no ha dejado de disminuir por una sencilla razón : el arroz se vende mucho mejor que los toros La mecanización del cultivo del arroz, aceleró esta reconversión. Las vias del tren - que llegaban hasta aquí cuando los camiones no podían acceder se usaron para construir los cercados, mientras que la aldea de San Lorenzo del Guadalquivir, eregida en los años setenta por don José Escobar con el fin de proteger a los trescientos trabajadores contratados en la finca.
Tras la muerte de don José Escobar, la ganadería permaneció hasta 1995, a nombre de sus herederos.
A partir de entonces se escinde en dos lotes.
El primero conserva el hierro originario su propietaria su hija Rosa Escobar, mientras que el segundo ha pasado a ser propiedad de su otra hija, María Victoria Escobar.
Para llegar a la Isla Mínima, pasado Coria, La Puebla y la venta El Cruce, el camino se hunde hacia las tierras del arroz.
El rancho " El Rocio " de los Peralta se situa a la izquierda, las ruinas de Pérez de la Concha más allá a la derecha, y después el pueblo de Villafranco del Guadalquivir. Tras los silos de una importante cooperativa agrícola a los cinco minutos aparece Isla Mínima.
Don José Escobar Barrilaro, nacido en Ronda ( Málaga ), hizo fortuna.
El dolar y la libra no guardaban secretos para él. Banquero del Loyds Bank. Deseoso de echar raíces en el campo, compró diversas propiedades, siempre a la orilla de rios. Cuando en 1944 unos compañeros ingleses le comunicaron que Isala Mínima se ponía a la venta, no vaciló para comprarle, a la Compañía Inglesa de Marismas, algunos cientos de hectáreas, pensaba dedicarse al arroz, su prioridad consistía en devolver al encante Santa Coloma, de don Graciliano Pérez Tabernero, su esplendor.
Aficionado profundo don José Escobar Barrilaro comenzó su carrera como ganadero de primera categoría.
En la actualidad el hijo de Rosa Escobar, Mauricio, regenta la ganadería que su abuelo don José inició en 1940.
Para remediar el problema de la escasez de cuernos fueron a San Martín a buscar dos sementales.
A diferencia del hato de Juan Luis Fraile, todo negro, en el de Mauricio Soler Escobar, con el refrescamiento resulta evidente en los pelajes.
En septiembre de 2012, una novillada de Mauricio Soler Escobar con aire asaltillado, despertó el interés de los aficionados toristas.
Don Rafael Cabrera, tituló en su cronica :
" ¡ Que vuelvan ! ". Este reconocimiento por parte del sector más exigente de la afición le permitió a Mauricio Soler Escobar vender, al año siguiente 2013, una corrida en Vic, capital histórica del torismo francés.
Mauricio lleno de esperanza sigue luchando. Desgraciadamente, el sueño se trunca de forma brutal el 19 de mayo de 2013, sentencia la Federación de Sociedades Taurinas de Francia en su blog :
" Lote bien presentado y armado, pero flojo.
Tampoco los gracilianos han servido mucho a los toreros. Las nubes negras que los había acompañado desde la marisma descargó su rabia en Vic.
El porvenir de los gracilianos de la marisma depende de forma exclusiva, de la capacidad de Mauricio Soler para seguir defendiéndolos a capa y espada.
La luz ambarina de la marisma, más bella que ninguna, continúa iluminando los arrozales.
( Continuará )
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