sábado, 22 de noviembre de 2014

DON EDUARDO MIURA FERNÁNDEZ ( QUINTA Y ÚLTIMA PARTE )




En 1916 torearon ocho corridas de Miura, Joselito con Belmonte, pero don Eduardo vivía su última temporada. Y el 23 de enero de 1917, como consecuencia de una larga enfermedad que jamás logro alejarlo de sus toros, murió en su casa de Sevilla, en la Plaza de la Encarnación, legándole a sus hijos Antonio y José, la ganadería más prestigiosa de todos los tiempos, así como las tierras que había adquirido con tanta paciencia.
Pero cuando los hijos de don Eduardo se hacen cargo de la ganadería, Joselito y Belmonte ya han cambiado el curso de la historia. La tauromaquia heredada del pasado desaparece y la estética del toreo moderno precipita el destino de las castas arcaicas. En casa de los Miura, la leyenda de los       "toros de la muerte " va a permitirles resistir.
Cuando debutan en Madrid el 10 de junio de 1917, los hijos de don Eduardo, Antonio y José Miura Hontoria, anuncian a sus toros con el nombre de " Hijos de don Eduardo Miura ", señal de que la huella de don Eduardo aun tiene fuerza. Para todos son los " niños Miura ". Antonio tiene 32 años. Al igual que su hermano José es un gran garrochista y junto con él se dedica a seleccionar de manera drástica la ganadería que han heredado. En el campo Joselito es el mandamás. Para él, el porvenir pasa por el encaste Vistahermosa, el cual después de la familia Murube y de don Eduardo Ybarra, va a parar en 1904 a manos de don Fernando Parladé, a quien en 1911 le vende una parte a don Ramón Mora Figueroa, quien hace lidiar sus toros a nombre de su madre, la Marquesa de Tamarón. ¿ Por qué preferir esos toros ?
Porque son bravos más tiempo que los toros de los encastes arcaicos, los cuales habían ocupado hasta entonces un lugar preponderante.
Y lo que dice Joselito va a misa : en Colmenar Viejo, la ganadería de Vicente Martínez emprende la cruza de sus inmensos toros jijones con el semental " Diano ", de don Eduardo Ybarra. A partír de ahí, todo el campo salmantino será irrigado con esa sangre brava. En Andalucía, aun se presta atención a sus argumentos, y la aportación de la sangre Saltillo, va a proveerle a la ganadería su época más brillante a partir de los años veinte.
Joselito tiene en mente el proyecto de comprar la ganadería de la Marquesa de Tamarón, pero su destino es otro. En 1920, cuando " Bailador " mata en Talavera a Joselito, don Ramón Mora Figueroa se encuentra sin comprador, encuentra otro, el Conde de la Corte, quien hereda el sueño secreto del gran torero Joselito.
¿ Cómo es posible que Joselito, tan amigo de los hijos de don Eduardo Miura, no les haya sugerido una mejoría en su ganadería para volverla más adecuada. a la tauromaquia moderna ?
No obstante, el fantasma del semental " Banderillero ", de la Marquesa de Tamarón, que hubiera sido llevado a Miura en 1917 después de la muerte de don Eduardo, todavía ronda por la memoria del mundillo taurino.
Lo que no hubiera tenido nada de extravagante en la medida de que ya había sangre Vistahermosa en Miura gracias a los dos sementales de Arias Saavedra agregados en 1854, cuyo aporte había sido tan beneficioso. Además, a Joselito no le hubiera costado mucho trabajo convencer a sus amigos Antonio y José para refrescar esa antigua aportación. Ya que si fue asiduo a los toros de Miura en los inicios de su carrera ( 15 en 1913, 13 en 1914, 17 en 1915, entre ellos seis en una sola tarde en Valencia, 15 en 1916 y otros tantos en 1917 ), en 1918 sólo lidió 6 y 4 en 1919. Es cierto que ya no tenía necesidad de lidiarlos para imponer su supremacía, pero aunque hubiera matado miuras sólo para quedar bien con sus amigos, ¿ de qué otra manera habría obligado a los demás ganaderos a modificar sus vacadas a su gusto, es decir, abandonando poco a poco el encaste vazqueño, si por otro lado continuaba anunciándose con los miuras ? Entonces, si Antonio y José Miura Hontoria deseaban avanzar hacia el futuro y permitirle a su manada que evolucionara hacia esa bravura más constante que permitía llevar a cabo ese incipiente toreo moderno, la aportación del semental de Tamarón era aun más indispensable puesto que la adopción del peto.
Ya era previsible, y puesto que los ganaderos de las castas arcaicas sabían que eso les significaría la ruina.
Los hermanos Miura no pensaron jamás en vender su ganadería, como prefirió hacerlo su amigo el Duque de Veragua, antes que contemplar como sus toros vazqueños se extenuaban contra el peto.
Sin dudarlo, los hermanos optaron por una evolución parcial......
Una evolución que, a fin de cuentas, afectaría también, después de algunos años de transición, a lo que quedaba de la vacada de Veragua, cuando ésta, ya en propiedad de Juan Pedro Domecq, fue ampliamente cruzada, hasta su completa absorción, con los tamarones que le había comprado al Conde de la Corte.
De los viejos tiempos no iban a quedar sino dos ganaderías : Miura, con sus cabreras-gallardos cruzados con lo de Arias de Saavedra y quizá con lo de Tamarón, y Pablo Romero con la aportación de Saltillo.
Las otras razas arcaicas que no entendieron la necesidad de evolucionar, desaparecieron por completo, excepto la casta navarra que encontró un nicho en el mercado.
A partir de 1920, la muerte de Joselito frenó la evolución de la Fiesta durante cierto tiempo. Belmonte se retiró y luego regresó.
No teniendo relación de amistad con los ganaderos, lo cual no impedía que salvaguardaran un respeto recíproco, ¿ por qué hubiera debido lidiar los toros de Miura , aunque éstos ya no fueron los mismos de cuando comenzó a torear ? Luego se abrió un período de transición desamparado por grandes figuras, pero rico en buenos toreros ; Fortuna y Fuentes Bejarano triunfaron en Madrid frente a los miuras : Chicuelo, Sánchez Mejias, Manuel Báez " Litri " y Cayetano Ordóñez   " El Niño de la Palma ", también los sortearon. Como lo hizo el nuevo amo del toreo, Domingo Ortega, y asimismo Manuel Bienvenida, el famoso " Papa Negro ", y Marcial Lalanda, un torero que se inspiró en Joselito. Este joven maestro realizó el 26 de julio de 1923, en Valencia, una de las mejores faenas de su carrera frente a un miura que pesó 400 kilos en canal ( cerca  de 700 kilos en vivo ), al cual le cortó el rabo.
Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito, le había cortado otro rabo en la misma plaza, a otro miura llamado " Lucifer ", que también pesó 700 kilos.
A la muerte de don Eduardo Miura la vacada se redujo a la mitad : de 1000 vacas de las que disponía don Eduardo, sólo se conservaron 500, las mejores, repartidas sobre 3387 hectáreas. De 1927 a 1940 en 13 años, los hermanos Miura lidian 1200 toros, mientras que su padre había mandado a las plazas 4152.
¿ Por qué esta baja espectacular ? Porque aparte de los años negros de la guerra civil, la reforma agraria, obligó a los propietarios a consagrar para los agricultores las mejores tierras. En casa de los Miura, 915 hectáreas deben ser vedadas a los toros para ser cultivadas. Numerosas ganaderías emigran a tierras pobres y dehesas improductivas.
A partir de 1928 los hijos de don Eduardo tuvieron que abandonar el cortijo de El Cuarto, su último nexo con la marisma.
Los machos emigraron al de Cerro Gordo, arrendado en Carmona.
Las vacas pastaban en Los Gallos y Los Castellares.





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