Cuando le preguntaron a Antonio Ordóñez, en una entrevista que hablara de la escuela rondeña, contestó :
- Mi arte no se explica por una escuela. Esto es más profundo, o menos profundo. Por otra parte, si tomamos esa definición, la escuela de Ronda podría parecerse a la escuela de Córdoba. Insisto que lo que existe son los que torean bien y los que torean menos bien : o, si lo prefieren, los estilos personales. Unos tendrán más profundidad y otros más alegría.
En el toreo se trata nada menos que de la vida y la muerte, El hecho de que, a pesar del peligro constante, no te coge el toro gracias a tu arte, podría parecerte algo incleíble, como una efímera inmortalidad.
- No te coge el toro porque las circunstancias hacen que esto no pase. Pero, cuando te coge, tampoco te sosprendes para nada. Esto forma parte de este oficio. Para mí, nunca ha sido una sospresa que me coja un toro. Para mí una sospresa es que me coja un tren.
Y le seguían preguntando :
- Y cuando el percance ha sucedido. ¿ es porque te has equivocado tú o porque se ha equivocado el toro ?
- No ; se equivoca el hombre, siempre.
¿ Existe una relación cotidiana entre el torero y el miedo ?
- No. No existe. Muchas veces, cuando se dice : " Este torero está pasando mucho miedo " , lo que pasa es que en este momento tiene mucho más sentido de la responsabilidad que en otro. Pero no es miedo en si. Porque realmente no piensa uno que le va a coger el toro todos los días. No vas a la plaza sabiendo que puedes morir. Si supiese uno exactamente que puedes morir, no iba.
- ¿ Nunca has pasado miedo con esos toros ásperos, difíciles, que tú sabes que no vas a poder dominar ?
- No ; porque cuando venía ese toro, como tú dices, yo hacía las cosas para que no me cogiese. Si me cogia, más bien era un accidente, pues yo ponía los medios para que esto no sucediese. Entonces no iba a pasar tampoco tanto miedo. Si el toro no es bueno, y puede coger, pones los medios que sean precisos : corres, tiras el capote, y no te coge ; repito salvo que se produzca un accidente.
- Pero supongo que, como otros toreros, te sentirás nervioso antes de entrar a la plaza o vistiéndote.
- Son más bien los nervios propios de la responsabilidad, ante el público, ante la eventualidad de que pueda salir bien o mal la cosa : que pueda sentirse la gente defraudada o no. Pero no es miedo físico. Yo voy al campo, y a mí no me da miedo torear.
Lo que preocupa es la gente allí viéndote : que le guste o no le guste. Que lo haga bien o lo haga mal. Y eso, sobre todo, si hay público que no te han visto, la responsabilidad es mayor.
- Una de las grandes oportunidades que has tenido en tu vida es el encuentro con un escritor de la talla de Hemingway.
- Él era una persona que tenía mucha humanidad. Una humanidad tremenda. Una de las cosas más acentuadas que tenía él, y que he visto en mi vida, era que lo comprendía todo. Las cosas aparentemente absurdas, él las comprendía. Sabía percibir las circunstancias de cualquier acto. Comprendía a todo ser humano, para que le comprendiesen a él también.
- Sin embargo, hubo aquí alguna falta de comprensión con respecto a su figura y a su interpretación del toreo.
- Es una cosa clásica española, que, una vez más, se ha demostrado : la envidia. Los que han hablado mal de él son los escritores malos. Los buenos hablaron bien.
- ¿ Él te explicó lo que venía a buscar a los toros ?
- No. No me explicó. Una de las cosas importantes que hicimos juntos fue un pacto. Dijimos que, mientras viviésemos los dos, íbamos a acordar algo ; claro, en plan simpático ; que él nunca iba a torear un toro, y que yo tampoco iba a escribir un libro.
Cuando me enteré de que estaba tan grave, muy pocos días antes de que muriera, le puse un telegrama para decirle que iría a verle. Él me contesto en otro telegrama que tengo guardado : " No merece la pena que me veas ; estoy bien ". No quiso que le viese, no sé si porque estaba físicamente agotado o por cualquier otra razón.
- ¿ Pensabas que se podía matar de esa forma ?
- No. Es que, además, pienso que fue un accidente.
Manejaba muy bien las armas. Y un día uno se pega un tiro. Se maneja muy bien la espada y la muleta, y un día te coge un toro. Son accidentes. Pero pienso que para mí Ernesto no se ha muerto.
Vive, constantemente vive al lado mío, en muchas cosas.
- Sueñas con él algunas veces ?
No, no ; si es que lo veo. Vive conmigo. Lo que pasa es que ahora no coincidimos. Pienso que, cuando voy a Nueva York, él está en Kenya. No pienso que está enterrado. Me invitó muchas veces a ir con él a Kenya. Y nunca pude ir. Cuando estuve sin él allí, pensé que no coincidíamos porque él estaba en Estados Unidos.
- Y ahora que está muerto y que te has librado de tu pacto, ¿ no has pensado nunca en escribir ese libro que podía ser la tauromaquia de Antonio Ordóñez ? ¿ Quién mejor que el mismo Antonio Ordóñez podría explicar el secreto de tu estilo ?
- ¿ Y cómo lo diría ? ¿ Con una foto ? ¿ Con diez fotos ? ¿ Como reflejar un pase natural ?
- Tal vez las Películas.
- Me resisto a verlas. Parecen como una mutilación de lo que uno ha hecho. Siempre falta algo. El sentimiento tuyo allí no está reflejado. Y en la escritura, ¿ qué se iba a decir ?
¿ Que el pase era así ? Si fuera Hemingway, tal vez intentaría hacerlo, claro.
( Continuará )
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