domingo, 2 de junio de 2013

IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS ( CAPÍTULO X )



Sevilla y Madrid. Vocaciones literarias que aún están, timidas y esperanzadas, en el ámbito local, y grandes vuelos en el cielo de la metrópoli.
Con quienes empiezan el esfuerzo para el triunfo y con quienes están en el centro de él, Sánchez Mejías habla, discute, se interesa por sus afanes, se apasiona ante sus cuartillas, busca en la tertulia de café lo que él ha soñado muchas veces, al cerrar el libro, en la alta noche, allá en su casa de Pino Montano. Y el quiere escribir también. Pero no sólo opiniones de toros, sino algo que esté más en el dominio de la fantasía, y que en él, en un torero, resulte desconcertante y dé mucho que hablar a las gentes.
Por estas fechas, Sánchez Mejías ya había anunciado la publicación de una novela. De ella leyó varios capítulos, el año 1925, en el Ateneo de Valladolid. Fué, precisamente, durante la feria. Desde la Plaza marchó al hotel, mudó su traje de torero por el de calle y se fué a la tribuna del Ateneo.
Ahora piensa en continuar esa novela. Repasa lo escrito. Lo lee una vez y muchas veces. La verdad es que no acaba de satisfacerle.
La novela de Sánchez Mejías se quedará sin concluir.
Es hombre inteligente para todo, y los negocios de que habla son, en el fondo, juiciosos y fácilmente conciliables con la realidad ; pero al exponerlos, los desorbita tan ardorosamente, que en cierta ocasión le reprocha un rico hacendado cordobés :
" Usted cree que estamos hablando de versos, y estamos hablando de negocios ".
A todo esto, algunos amigos, ante la temporada taurina de 1928, le animan para que acepte algunos contratos en unas cuantas Plazas de categoría. La retirada de Sánchez Mejías ha sido para la afición una baja sensible. Los escritores taurinos " Uno al sesgo " y " Don Ventura ", han comentado así el hecho :
" Su ausencia de los ruedos supone la desaparición de una de las figuras más importantes del toreo comtemporáneo.
Hombre de recia voluntad, de firmisímo tesón, logró imponerse a todo y a todos, escaló las alturas, se acomodó en ellas, y con su valentía indiscutible y su gesto de triunfador adquirió un relieve y una significación excepcionales.
Sin embargo, Sánchez Mejías asegura que no vuelve a vestirse de torero. Pero que por ello no renuncia al aplauso ni a la fama.
Porque este mismo año de 1928 se va a dar a conocer como autor dramático, su drama Sin razón.
Lo representa la compañia de Díaz de Mendoza en el teatro Calderón, de Madrid, el 8 de abril.
El anuncio del estreno es acogido con gran curiosidad.
En torno al hecho, nada frecuente, de que un torero escriba obras teatrales, se hace un apasionamiento de comentarios.
Como cuando se encrespaban de disputas los tendidos de la Plaza de toros, en la apreciación de las faenas del espada sevillano.Ahora se discute si un autor teatral puede improvisarse así, viniendo de una actividad tan ajena a la literatura. Para unos, el caso de Sánchez Mejías, hombre culto y gustoso de convivir con escritores, es ejemplar, puesto que está redimiendo a la torería de una leyenda de analfabetí smo y de desdén por los hombres de letras, Para otros, se trata de una audacia que va del brazo de la ambición por la popularidad y por el aplauso, que ampliamente se los otorgó ya su vida de torero. Hay quien supone, como para quitar importancia al caso del espada metido a dramaturgo, que habrá escrito algún episodio taurino, tal vez un poco rencoroso y con ánimo de fustigar determinados aspectos del ambiente en que se mueve el torero. Pero otros afirman y éstos son los que estan en lo cierto que el drama de Sánchez Mejías nada tiene que ver con los toros y que es el tema de la locura el que ha llevado al teatro. Los periódicos publican artículos que comentan el hecho de que Ignacio se dedique a escribir para la escena ; y los amigos del torero, entre los que se encuentran aristócratas, escritores, médicos, anticipan que la obra de Ignacio no es vulgar y que acredita a éste como un hábil autor de dramas.
Son estos amigos los que han hecho que se estrene la obra. Ignacio se negaba a que se representase.
Modestamente, llanamente, decía que no tenía la obra méritos bastantes para justificar su representación. Y, además, que no quería que nadie creyese en él un afán exhibicionista, como una nostalgia de sus días de triunfo en las Plazas de toros.
El resultado del estreno es la sospresa de quienes aguardaban del nuevo autor una comedia intrascendente, con cualquier episodio de la vida de los toreros, y se encuentran con una obra honda de pensamiento y ajena a los asuntos de la torería.
Tiempo después del estreno, ya sin el apasionamiento propio de su actualidad, un diario madrileño dibujará en estas líneas los verdaderos valores de Sinrazón :
" La obra no era genial, pero estaba escrita limpiamente, decorosamente. La mano que enarboló la muleta tantas veces, sabía mover la pluma con parecido pundonor que el estoque ".
Otra obra de Ignacio, Zaya, si tiene un reflejo taurino. Zaya es una comedia andaluza, por la que pasan toreros bien observados y bien transcritos. El estreno se celebra en Santander. Pero sin que haya en torno a esta producción escénica los encendidos comentarios que rodearon a Sinrazón,.
En Sinrazón, la pregunta de los espectadores era ¿ quien carece de razón, de tan necesario atributo ? ¿  Los enfermos que llevan, en melancólico silencio, su locura ?
¿ O quienes procaman su ilusión por curarles dejando que cada cual se construya su mundo irreal ?, en la obra presentaba una clínica mental, donde se lleva a cabo una experiencia " nueva " : se trata de curar al paciente descubriéndole el origen de su demencia.
Y así, en el manicomio - palacio de la Reina Beatriz ( así se llama la fingida residencia de locos ) la dirección médica tiene como misión poner a disposición de los enfermos cuanto pueda contribuir a " realizar sus sueños ", porque " la locura, se dice, no es más que un sueño continuo.
Tuvo éxito, desde luego, Sinrazón. La crítica su plana mayor estaba integrada por Enrique de Mesa, Melchor Fernández Almagro entre otros que elogiaron al autor, sin reservas.
Sinrazón pasó a provincias con éxito y se tradujo al portugues y al alemán.
( Continuará )





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