martes, 17 de diciembre de 2024

LA NECESIDAD DE " LIDIAR "


 

La lidia empieza en el primer capotazo, así como la muerte, también la muerte empieza en el primer capotazo. Todo lo realizado en el ruedo es ir preparando al toro para la muerte. en cada suerte,en cualquier momento de la lidia, el torero tiene que tener en cuenta que el toro tiene que llegar al momento final con la bravura, con el poder, ni más ni menos para que la faena culmine con una estocada en regla.
La lidia es imprescindible que el torero la realice a todos los toros. Torear es ejecutar, y hacer el toreo, con arreglo a las condiciones del toro. Cuanto mejor se lidia, mejor se torea, pero tienen que lidiar, el subalterno, el picador y el " maestro ".
Si pensamos en el toro confiado en el campo, tranquilo en su libertad, convive con el hombre y el caballo y sin embargo en la plaza, no tolera a ninguno de los dos, por tanto cabe pensar en la bravura como un instinto defensivo. Cuando el toro pisa el ruedo, busca una salida. La bravura del toro tiene semejanza con el valor del torero, si el toro defiende su temor acometiendo con bravura, el torero tranquiliza su miedo y el miedo del público toreando con valor. Son dos miedos que se encuentran, se retan y chocan. Este acoplamiento de bravura y valor, hace posible la maravilla del toreo.
Asistimos hoy a un festejo en que las circunstancias de la lidia actual son muy duras. El toro antiguo se le prestigiaba porque siempre ganaba. Empujaba a caballos indefensos desde los cuales apenas se le podía castigar, era un toro con menos kilos y con más movimiento en el ruedo.
La orden del 4 de abril de 1968 exigió que los becerros nacidos en 1969 fuesen marcados en la paletilla con la cifra del año que nacieron. A partir de entonces los herraderos están intervenidos por veterinarios y guardia civil y los mismos tienen que ser inscritos en su correspondiente Asociación de Ganaderos de Lidia.
Pero volvamos, a la lidia, la suerte de varas, que tanto gusta al público actual, apenas es perceptible, salvo algún torero, que pone al toro para lucirlo, el noventa y cinco por ciento meten al toro en el peto, sin más.
Recuerden hace poco en la corrida de D. Baltasar Ibán el disgusto del público que les privaron de ver una entrada más al caballo del toro " Bastonito ".
Entre la raya y la barrera queda un espacio, que en el campo de la maniobra del picador, donde hará los movimientos necesarios y convenientes, lo que en el argot se conoce como torear a caballo, para ir al toro por derecho, hasta dónde el toro le deje. Las dos rayas se trazan a una distancia que no impida la arrancada del toro tardo y el manso.
Pero al toro bravo o manso, hay que ponerle en su sitio frente al picador y así la lidia tendrá interés, pero el público tiene que exigirlo, no en unas corridas determinadas, en todas.
Estamos hartos de ver picar tapando la salida con lo cual que concepto formamos del toro, es bravo, es manso.
Las dos rayas es obra de los picadores que lo exigieron, cuando los ganaderos impusieron la arandela para intentar detener la entrada del palo, los picadores impusieron la raya, para no pasarla, ni pisarla.
Los puyazos conviene dosificarlos, pues así el torero advierte mejor como es el toro para el resto de la lidia, por el contrario tratan de masacrar al toro, si pueden en un sólo puyazo.
Por tanto, el picador, también tiene que lidiar, tiene que tener en cuenta las condiciones y el estado del toro. Si es pronto, si es tardo, si es blando.
Si el toro es bravo, hay que " abrirle ", tomarlo de lejos, para verle, para ver lo que le dura el poder y la bravura, y, según va bajando el toro por los puyazos se la va " cerrando " más, se van acortando las distancias, pero eso tiene que exigirlo el público, pues de lo contrario nos quedamos sin verlo en la mayoría de los festejos.
Pero todos estos defectos no se pueden achacar al picador, el matador puede colaborar con el mismo para que la suerte varas sea del gusto del público, lo normal es ver al matador en la suerte de varas, de espectador indiferente, totalmente distraído.
Pero si se realiza la lidia durante los primeros tercios, el matador tiene diez minutos para realizar su faena y matar al toro, tiempo más que suficiente para realizar un faenón y lograr una gran estocada, evitando así como en el último San Isidro, como proliferaron los avisos, alargando la corrida sin necesidad.
El aviso no tiene más misión que avisar al matador que lleva diez minutos con la muleta, el segundo surge tres minutos después y el tercero a los quince.
La faena de muleta tiene que ser de siete u ocho minutos, al matador se le puede avisar desde el callejón, que el público se quede con ganas de ver más, no como por desgracia vemos tantas tardes dar pases y pases en faenas sueltas, desligadas, sin haber toreado bien, para ligar es indispensable que pase pase todo el toro y mandarle para no tener que enmendarse.
El pasar un toro de faena lleva consigo la dificultad de conseguir igualarlo en el sitio donde el toro tenga la muerte.
En muchas corridas sobran capotazos inútiles, el llamar a los toros desde los burladeros, ni se le debe dejar pasar de la raya en la suerte de varas, desde la raya a los medios es el terreno del toro, desde la raya a la barrera es el terreno del picador. Al toro no se le pica por sorpresa, sino cara a cara, viéndose y desafiándose. Con el toro en la raya, el picador partiendo de la barrera, llega hasta donde el toro le deje llegar.
Y por último les pido que no aplaudan en el arrastre a un toro manso, por molestar al torero, silencio o pitos al toro y lo propio al torero si ha sido acreedor a ello.








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