domingo, 11 de agosto de 2013

IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS ( CAPÍTULO XVI y último )


Se pidió a la capital el vehículo apropiado. Pero la ambulancia tardó en llegar más de la cuenta.
Luego, por avería mecánica, también en el regreso empleó más de lo previsto. Total, el herido no estuvo en Madrid hasta la alta madrugada. En la clinica de los doctores Crespo y González, situada en la calle Goya nº 122, todo estaba preparado para la primera hora del domingo, día 12. Como primera medida ordenaron una transfusión de sangre, Pepote Bienvenida gran amigo de Ignacio, donó la sangre necesaria, que reanimó a Ignacio.
En el viaje Ignacio había conversado con el doctor Pacheco del cuadro médico de la enfermería manchega.
Habló con su hija Piruja por teléfono, su hijo José ya estaba en Madrid.
En la tarde del domingo 12, el doctor Segovia en un parte admitía la posibilidad de un fatal desenlace.
En la noche del 12 al 13 la gangrena ya asomó su verde rostro.
Su esposa Lola y su hija Maria Teresa ( Piruja ), con apenas 15 años, llegaron desde Sevilla a toda prisa, no dejaron pasar hasta el último momento a Encarnación " La Argentinita ".
A las diez menos cuarto de ese fatídico día 13 moría Ignacio Sánchez Mejías.
Los periódicos del martes día 14, dieron cuenta de la agonía y muerte de Sánchez Mejías, mientras la fiebre escalaba los cuarenta grados y el pulso se elevaba a 120.
En menos de un mes, Sánchez Mejías había pasado del clamor entusiasta de su reaparición al silencio de la muerte. La escritora francesa Marcelle Auclair no ocultó sus lágrimas.
El dolor de España se hizo patente en el traslado del torero muerto a Sevilla, para su sepelio, en el cementerio de San Fernando, en la misma tumba de Joselito, coronada por el impresionante monumento esculpido por Mariano Benlliure.
De Madrid el arranque del cortejo fúnebre pasó por delante de la plaza de toros  hoy ( Palacio de los Deportes ).
Gregorio Corrochano, tan buen amigo del diestro, le dedicó una crónica memorable, titulada " Luto ".
El féretro de Ignacio fué introducido en el furgón de cola de expreso de Sevilla. En Manzanares hubo larga parada, veinte minutos. La guardia civil tuvo que abrir paso al tren.
En Baeza subieron el ganadero don Eduardo Miura y el diestro Algabeño. En Córdoba salió  Rafael El Guerra con los miembros de su club. Hicieron patente el pésame y dejaron una corona de flores en el vagón que servía de capilla ardiente.
En Córdoba se acomodaron en el tren don Antonio Cañero para seguir hasta Sevilla.
A las nueve y media de la mañana del día 14 de agosto, miércoles, con media hora de retraso llegaba a Sevilla el expreso de Madrid.
El ataúd de caoba negra con adornos de plata encerraba el cuerpo sin vida de Ignacio, embalsamado por el doctor Ángel Crespo.
Una sección de la tropa de la Cruz Roja, rendía honores, en recuerdo de la atapa en que Ignacio fue presidente provincial.
Numerosos toreros, en activo o " jubilados ", Juan Belmonte, los escritores Pepín Bello y Adriano del Valle, Manolo Belmonte.
Se cruzo por la Alameda, como ocurrió en el entierro de Joselito. A lo lejos se divisaban los Hércules, con lazos negros, colocados, por cierto, por Manolo Caracol.
Era ya mediodía cuando la multitud llegó a las puertas del camposanto de San Fernando, y en medio de un solemne silencio se llevó a cabo el enterramiento en el panteón de Joselito.
La muerte de Ignacio, el 13 de agosto de 1.934, suscitó la más fastuosa corona poética que uno pueda imaginarse.
Pero Ignacio ganó la partida en este capítulo de homenajes póstumos. En su honor vibraron las poéticos acordes de Federico García Lorca, Gerardo Diego, Rafael Albertí, Jose María de Cossio, Luis Fernández Ardavin..... Federico dejó en el Llanto la más completa alabanza de la inteligencia y el valor del diestro en aquel verano de 1934, en sus cuatro tiempos.
" La cogida y la muerte " " Las cinco en punto de la tarde " " La sangre derramada " y " Alma Ausente ".
Setenta y nueve años después, el nombre de Ignacio Sánchez Mejías, permanece en pie en la memoria de la fiesta de los toros.
En Manzanares no se ha olvidado su triste final, tras la cornada de Granadino.
En 1.980, la hija de Ignacio, María Teresa aprovechando una Semana Cultural Taurina, hizo la ofrenda de flores donde fué herido mortalmente Ignacio.
Por iniciativa de la peña taurina que lleva el nombre del torero, se procedió al traslado del monumento levantado en su honor, desde su primitivo emplazamiento a la Gran Plaza del Teatro.
Donde mejor se aprecia la huella de Ignacio es en su finca sevillana de " Pino Montano ", por cuyos jardines corretean hoy, los diecinueve biznietos del gran torero. La cuarta generación de aquel se siente orgullosa de tal herencia.
" Pino Montano " fué adquirido por Rafael " El Gallo ", dió, por lo visto una señal, y no se ocupó más del asunto, Joselito le echó una mano para que no perdiese el dinero entregado, pero el cortijo acabó en subasta.
En tal tesitura intervino Ignacio ya casado con Lola Gómez, y se hizo con la disputada propiedad, que sumaba más de 600 hectáreas. El torero añadió la placita de tientas.
" Mucha verguenza torera
usaba Sánchez Mejías
por eso en todas las plazas
el público le quería "
Como les decía en anteriores capítulo María Teresa la hija del torero falleció a los 92 años de edad, fué enterrada en el cementerio de San Fernando junto a su padre. María Teresa, sobrina de Joselito 
" El Gallo ".
En los últimos años hablaba de su padre con pasión. Brilló con luz propia su intervención en el documental " Ignacio Sánchez Mejías, más allá del toreo ", contando con mucha gracia alguna anécdota de su padre.
Fué una mujer ejemplar y adelantada a su tiempo, como lo fuera su propio padre y sus amplias inquietudes. De sus estudios en Suiza pasó a licenciarse en Ciencias, cuando entonces eran pocas las mujeres que pasaban por la Universidad.
Contaba María Teresa que en una mañana de Reyes en la que su padre le regalo un caballo y se lo llevó, como es tradición, a los pies de la cama, pero en el dormitorio de un primer piso y un caballo de verdad. Recordaba esa mañana toda la vida, y también los problemas que tuvieron para bajar el caballo por las estrechas escaleras de Pino Montaño. Ignacio era un hombre excesivo en todo.






2 comentarios:

  1. La personalidad de Ignacio Sánchez Mejías siempre me ha impresionado.
    Es la biografía de un hombre total, héroe completo, artista y creador, arrogante pero comprometido.
    Algunas veces he hablado de este hombre con toreros y les explico la importancia de que el torero se haga visible en la sociedad de su época y que participe y que opine y que tome partido en el arte, en la política, en el fútbol. Que prolongue su personalidad creando incluso cierto nivel de confrontación que resulta imprescindible para la emoción en la plaza.
    Los toreros de hoy no lo entienden ni tienen las agallas de asumir el reto del torero como héroe social.
    A veces, Don mariano, pienso que el ejemplo y el legado de este hombre es uno de los capitales más desperdiciados de la fiesta.
    Muchas gracias por esta serie de artículos que hacen justicia a un hombre ejemplar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Felipe Romero por este fenomenal comentario que a su vez es un excelente epílogo lleno de saber y conocimiento taurino.
      Siento pena de llegar al final de esta biografía a la que me enganché desde el primer capítulo.
      Pues con tu sabio epílogo que pone punto final a la vida de este gran hombre y torero te envío un fuerte abrazo.

      Eliminar