sábado, 13 de abril de 2013

DON ANTONIO MIURA FERNÁNDEZ ( TERCERA Y ÚLTIMA PARTE )



En conclusión, don Antonio Miura consiguió un tipo de toro sumamente idóneo para el objeto a que se le destina ; esqueleto fuerte ; duro de patas ; largo de tronco ; gamuno de vientre ; degollado de pescuezo , ágil ; todo fibra ; todo músculo ; piel muy fina ; temperamento nervioso y dando siempre más peso que el aparente.
Para dar una idea de lo que pensaban los grandes toreros de entonces de los toros de Miura les cuento la siguiente anécdota.
Se trata de un breve diálogo entre Frascuelo y don Vicente Martínez, en Zaragoza. El empresario, señor Ostalé, para celebrarlo, invita a Frascuelo a tomar en su propia casa una copa de champagne.
El matador ocupa el sitio preferente, y junto a él se sienta el ganadero. El torero le dice a don Vicente con sencillez y franqueza :
- Yo mato con más gusto cien miuras que un retinto de Martínez.
- Contesta don Vicente, con su seriedad caracteristíca :
- Eso es porque a usted le gusta ver llegar a los toros.
- ¿ Cree usted que a un espada de vergüenza le gustaría verlos ir ?
- Pues yo estoy criando seis toros de respeto, que van a llegar.... hasta la taleguilla.
- En este caso, a nadie cedo el placer de matar de una sentada a los seis.
Esto prueba que, en aquella época, los mejores toreros no tenían verdadero miedo a los toros de Miura. El miedo, fabricado a base de prejuicios y superticiones, vino después, y conociendo su origen que expliqué ( en la segunda parte ) y que por tanto era infundado totalmente.
Don Antonio saboreó sus grandes triunfos sin la amargura de las injusticias que iban a sobrevenir después, princiupalmente en la época de su hermano don Eduardo.
Las empresas se disputan estos toros ; el nombre de Miura es baza obligada en los carteles de las buenas ferias.
Don Antonio Miura ha conseguido una obra perfecta.
Quizás por lo mismo, no le gusta vender sementales, aunque no le faltan compradores.
En la tauromaquia de " Guerrita " se dan el nombre y señas de cuatro utreros cedidos a don Faustino Udaeta con tal fin : Sombrerero, Choricero, Carcelero y Tortolillo, hay que tener en cuenta la gran amistad de don Faustino con don Antonio, éste le autorizaba a menudo, como favor especial, para que echase a las vacas toros de los destinados a la lidia en la plaza de Madrid ( y, por tanto, de muy buena nota ), cuyos toros permanecían en Manzanares el Real, acompañados de las hembras, hasta que llegaba el momento de su lidia. Después de muerto don Antonio, así ocurrió con el toro Perdigón, desechado por chico en los finales de la temporada de 1893, y el cual, durante un invierno entero, estuvo en las fincas de don Faustino Udaeta. El último toro que lidió don Faustino se anunció como hijo de este famoso toro Perdigón.
Estos cuatro utreros, que, si no se vendieron, se utilizaron para padrear, se sabe que don Antonio vendió en noviembre de 1865 a don Andrés Fontecilla un toro llamado Borriquero y dos vacas con rastra, escogidas por su conocedor, que antes fué vaquero en la casa de don Antonio.
Los pelos más frecuentes en la ganadería de don Antonio eran el negro, cárdeno oscuro y colorado amelocotonado, propios de la casta Vistahermosa, por un lado : y por otro, los berrendos en negro y en castaño y aun los sardos, que pregonaban la ascendencia de Cabrera, sin que dejara de verse algún caprichoso salinero, sin olvidarnos de los clásicos coloraos ojos de perdiz y los chorreados en verdugo.
Discuten don Antonio Miura y Veragua acerca del sistema más adecuado para hacer los tentaderos.
¿ En campo abierto ? ¿ O mejor en plazas de tienta ?
Don Antonio recomendaba la tienta a campo abierto, o por acoso y derribo. El Duque cede a las alegaciones de Miura - otra gran muestra de la amistad entre ambos - y en la primavera de 1879 aparta 25 becerros para ser acosados, y al año siguiente lo es la camada entera.
Sin embargo, después de esta prueba, Veragua sigue tentando en plaza de tientas a la camada entera de machos, quizás por no tener correderos en sus fincas adecuados, ni la gente saber acosar, ni tiene preparativos para ello.
¿ Como era don Antonio Miura ? Por las referencias de la época, su estatura no pasaba de regular ; era enjuto y derecho de cuerpo ; de cara alargada ; y piel curtida par el sol y el viento de levante.
Su figura adquiría elegante esbeltez cuando cabalgaba sobre su silla vaquera.
Su espíritu estaba dotado de excelentes cualidades y en gran número, las cuales venían a integrar su carácter de primera fuerza, al servicio de un alma de excepcional temple, de cristiana caridad ; de su generosidad espontánea ; del rumbo señoril ; del desprendimiento sin afectación ; de la bondad sencilla y de la modestia ejemplar, su formalidad sin claudicaciones ; su inquebrantable honradez ; su firmeza de la convicción ; la acción siempre perseverante ; la laboriosidad sin descanso ; la serenidad equilibrada ; el juicio bueno y certero sobre todas las cosas, propio de las personas  verdaderamente inteligentes.
Dentro de su personalidad taurina, destacaremos, cuatro grandes facetas o virtudes ganaderas : su gran competencia, su extraordinaria valentía, su rara habilidad, y su perfecta consecuencia.
Sus grandes merecimientos como ganadero, hacen que en aquellos años cuando algún amigo compra una ganadería, dejando a un lado las notas que le entrega el vendedor, lo primero que hace es avisar a don Antonio, a fin de que, sentado juanto a él en el palco de la plaza de tientas, sea asesor constante.
Conocía don Antonio a fondo los gustos de los públicos de cada plaza y la psicología de los empresarios. Y como el " Corijo de Cuarto " se lo sabía palmo a palmo, sin titubeos, tenía varios sitios , designados de antemano, para enseñar sus toros a las Empresas.
Y mientras unos los veían empozados, los ponía embalconados para los otros. A veces los comtemplaban a contraluz, y en ocasiones, dándoles el sol de plano.
Sacaba el máximo partido de los factores imponderables sobre el tamaño del toro. Los compradores tenían una gran satisfacción en tratar con don Antonio, por su formalidad, su simpatía y por lo mucho que se aprendía a su lado.
El 31 de marzo de 1893, la afición se pone de luto por la muerte del Excmo. Sr. D. Antonio Miura Fernández, caballero de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
Sevilla entera acompaña al cadaver, camino del cementerio de San Fernando.
En el " Cortijo de Cuarto " el campo revive, gracias a la llegada de la primavera.
Y la plaza de la Maestranza abre sus puertas rechinantes, para la inaguración de la temporada. Don Eduardo Miura se pone al frente de la ganadería, que le pertenece por herencia.
 



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