martes, 28 de agosto de 2012

JOSELITO " EL GALLO " CAPÍTULO X (ULTIMO)



Don Manuel Pineda consagró toda su vida al servicio de Joselito.
Cuando sucedió la tragedia de Talavera de la Reina, don Manuel Pineda, único apoderado que tuvo el hijo de la " señá  Gabriela ", llegó a creer que allí se había acabado el motivo de su vida.
Jamás especuló con las mieles de la popularidad de Joselito ni industrializó su papel de mentor y consejero.
Sin fuerzas ni ganas de concurrir a las tertulias taurinas, solía acudir muchas tardes al domicilio de don Manuel Bienvenida. Luego se refugiaba en la oficina de unos amigos y vecinos suyos hasta la hora de cenar.
Pineda con ira mal reprimida, censuraba a  aquellos que habían menospreciado las excelentes cualidades de Joselito como jinete y garrochista. Según su ex apoderado fueron muy pocos los que le superaron con la garrocha en la mano en aquella época.
Citaba como nota curiosa que Joselito en toda su vida no recibió más allá de cinco cogidas, incluyendo la mortal de Talavera.

Don Manuel Pineda impugnaba el que se hubiera motejado a Joselito de haber sido un mediocre estoqueador. Y en apoyo a su ardorosa defensa refería la siguiente anécdota, de la que el mismo había sido testigo presencial.
Toreaba Joselito una tarde en Quintanar de la Orden con los hermanos Martín Vázquez.
La corrida transcurría felizmente, cuando al salir el cuarto toro se inició un torrencial diluvio, por lo que los picadores se retiraron al patio de caballos mientras los lidiadores de a pie se arrebujaban en sus capotes.
Como el tiempo pasaba y ya al toro le llegaba el agua a la barriga, llamó el presidente a José para preguntarle que hacían en aquel trance.
Joselito fue de parecer de que se retirase el toro.
Se intentó hacer, por falta de cabestros, soltando los otros dos toros por lidiar, pero así como éstos tomaron el camino de los corrales, el otro continuó clavado en el centro del ruedo.
Oye, Curro, dijo Joselito al mayor de los Vázquez a mí me da mucha lástima que esta gente de Quintanar, que habiéndose gastado seis pesetas por vernos, ahora se van a quedar con la miel en los labios, y se he ha ocurrido que me dejaras matar tu toro.
Hombre, si te atreves.... contestó Curró, pero observa que ni lo han picado, ni siquiera toreado así como arrepara que no tenemos ningún submarino para ir en tu auxilio.
No importa ; y sin más preámbulos cogió un capote y una espada, invitó a Vázquez y a Camtimplas que saltaran con él al ruedo. Una vez Joselito en el tercio, colocó a Curro separado unos metros de él y mandó al peón que tirara un capotazo al bicho. Este se arrancó a gran velocidad, y al ver al maestro que le desafiaba con el capote se desvió hacía él. José le esperó, y le dio la salida, al tiempo que le atizaba una gran estocada, haciendo innecesario el que Martín Vázquez entrara al quite.
Y es que Joselito, además de superar lo que hacían los demás toreros, existía en él la sorpresa de lo inesperado.

Por algo " Guerrita ", tan poco dado a la hipérbole hubo de decir hablando de los hermanos Gallos que "sólo verles jasé el paseillo valía dinero " .
Y añadía el señor Pineda Joselito era un torero impar, del que los aficionados tendrán siempre recuerdo.
Había en la vida de don Manuel Pineda una sombra que, como la suya al cuerpo, le acompañaba cogida a su persona.
Aquella sombra, aquella vida se marchó de su lado dejándole desamparado en su camino como si José Gómez " Gallito " hubiera sido su razón de ser y el lazo que, además de ligarle con el porvenir, justificase su pasado.
Pineda desde la tragedia de Talavera, pasó por todos los dolores, conoció el agudo dolor de no haber podido impedir la consumación del óbito dramático e inutil, el dolor anonadador de sentirse solo y olvidado,  singularmente por aquellos entre quienes supo siempre hacer el bien sin tregua ni descaso. Un escaso grupo de amigos le acompañó a su última morada.

Ya en aquellos momentos de triunfo de Joselito contaba con muchas anécdotas algunas muy curiosas :
Charada Amorosa :
En Salamanca le dijeron a Joselito que una bellísima y aristrocrática muchacha de aquella sociedad se interesaba por él extraordinariamente.
Es tan inteligente, le informaba un buen amigo al gran torero, que para referirse a ti nunca te nombra, por temor a que se descubra demasiado su secreto, y sólo dice siempre " él ". Pero ya todo el mundo sabe aquí quien es " él ". Ya comprendes. Eres tú.
Llegó la Feria de Salamanca y sus corridas y una tarde, Joselito, que estaba portándose como quien era, recibió después de una gran faena, un precioso estuche con una medalla de oro, en cuyo reverso iba grabada la siguiente lacónica, pero expresiva dedicatoria " A él. Yo " .
Cuando Joselito llegó al hotel se arrancó el más bello brillante de su camisa de torero. Y, metiéndolo en el mismo estuche de la medalla, se la envio a la desconocida enamorada, ya enterado de quién era aunque sin haberla visto nunca, con la también sintética y delicada clave : A ella. El.
En Salamanca, todo el mundo conocía a la muchacha en cuestión por el absurdo, pero graciosísimo, remoquete de la " charada amorosa "
Otro día estaba Joselito en San Sebastián y fue visitado por una bella dama francesa, que desde el primer momento le expuso sin rodeos la ferviente admiración que sentía por su arte.
Desearía, le dijo emocianoda la francesa obtener de usted un gran favor.
Usted dirá, madame correspondió Joselito sonriente.
Y si está en mi mano concedérselo.
Seguro que sí, porque solo se trata de que me autorice a pintar su retrato vestido de toreador.
¿ Me negará este favor ?
De ningún modo, siempre que usted no tarde mucho tiempo en pintarlo, ¿ Cuántos días necesita para hacerlo ?
¡ Oh ! Poco. Unas seis semanas...
Entonces la desengaño Joselito, amabilisimo, tendremos que dejarlo para la temporá próxima, y mientras tanto, puede usted ir aprendidendo a bailar las sevillanas
¡ A ver que tal las baila madame para cuando yo vuelva !




D. Manuel Pineda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario