jueves, 3 de mayo de 2012

RAFAEL " EL GALLO " CAPÍTULO IV





¿ Qué es el público para Rafael " El Gallo " ?
Una cosa muy difícil de entender. Un problema psicológico que no sé yo si resolvería Ortega y Gasset, que tiene una cabeza así de grande para estas cosas. Pero, ¿ es que sabe nadie lo que es el público, y sobre todo, el público de toros ?
Yo creo que el público es una cosa así como la temperatura. Algo muy variable, como esos barómetros en los que hay un fraile que indica " seco " y a lo mejor está lloviendo a mares.
Lo que un día aplauden, al otro lo silban. Lo que en un torero hace gracia, en otro causa todo lo contrario. Le tocan a uno los pitos en el paseo en recuerdo de una tarde anterior que más valiera no recordarla, y si hay suerte, se hacen dos gracias y se pasan en un instante de la bronca a la ovación. Eso es lo bueno y ..... eso es lo malo.
Es lo bueno pasar de los pitos a las palmas metiéndose al público en el bolsillo con dos verónicas y media.
Y es lo malo el caso contrario, pasar de las palmas a los pitos por no dar esas dos verónicas y media.
Y uno habla con la experiencia del tiempo.
A mí me han sacado a hombros y me han besado la calva. Pero también me han tirado piedras, vea cómo las gastaban antes.
En San Sebastián me dieron lo mio y en el otro sitio que no le digo el nombre que quisieron asesinar.
Me tiraron al suelo, me pegaron, hasta con piedras me dieron en la cabeza, aquellos no eran hombres, eran fieras lanzadas contra un ser indefenso.
De modo que dígame usted si no se me ha de caer la baba con los públicos de hoy, que en cuanto un chiquillo hace así con el capote, se rompen las manos de aplaudir y le hacen rico en una temporada.
Pero usted, que sabe tanto de toros y sabe tanto de públicos.
En el ruedo, el que mas sabe a veces es el toro. Y si el toro sabe que me va a coger en cuanto yo me abra de capa, y yo lo sé también.
El público desde el tendido no puede apreciar el diálogo del torero con el toro, no puede comprender que si no se abre uno de capa no es por falta de ganas, sino porque se lo ve venir. Y entre una pita que se la lleva el viento y una cornada que no se la lleva más que uno, a ver qué es lo que se escoge. La bronca pasa y la herida queda. Y es una lastima que por dejarse coger, por aquello del pundonor, se pierda uno la oreja.
¡ Qué oreja !
La que se puede cortar en ese mismo toro. Eso me ha ocurrido a mí. Me han chillado en el tercio de quites porque no he hecho nada, y luego, en la muleta me han dado la ovación, la oreja, la vuelta al ruedo y todo lo que hay que dar.

¿ Qué público sabía más de toros el de antes o el de ahora ?
Como saber de toros, yo creo que el de ayer sabía más.
El aficionado era más reducido, más escogido. Los nombres de los ganaderos eran buscados en el cartel. Hoy, el noventa y cinco por ciento de los espectadores va a los toros sin saber a qué ganadería pertenecen.
Antes se apreciaba mucho la lidia, el darle a cada toro lo que había que darle.

¿ Y usted lo ve bien o lo ve mal ?
Yo no lo veo ni bien ni mal. Lo veo lógico. El tiempo pasa, la vida cambia y los gustos varían.

Pero, ¿ qué torero era el mejor ?
Todos. El toreo bueno es el que gusta siempre, porque el arte no tiene época. Ayer se toreaba " así " y hoy se torea " asá "
El público de ahora es jamón serrano.

¿ De bueno qué es ?
Se han suprimido los botellazos y las pedradas.
Hasta las almohadillas, que era una cosa inofensiva han dejado de tirarse al ruedo.
Yo vi en Madrid un toro que de salida se esportilló un pitón. Esto es un accidente en el transcurso de la lidia y no motivo de devolución.
Bueno, se armo tal bronca que no quedó ni una almohadilla en los tendidos. Ni una gaseosa. Nosotros refugiados en el callejón, soportando el temporal.
Y el toro se fue para adentro.
El mismo espectador en los toros o en el teatro es totalmente distinto.

¿ Cuántas veces se ha despedido usted ?
Todas las que han querido los demás, retirarme, yo, ninguna. Me retiraré de los públicos no del toro.

¿ Qué espectadores se " metían más con usted ?
Donde peor me han tratado en San Sebastián y en Vitoria. Allí he tenido mis peores tardes porque allí la corriente era a la inversa.
Pero donde más desea actuar el torero es en Madrid y en Sevilla. Son los públicos que más se temen y los que más se desean al mismo tiempo.
Una tarde de triunfo en Madrid no se puede cambiar por nada. Lo mejor del público de la capital es su nobleza, su falta de rencor, su sentido tan equitativo de la censura y del aplauso.
Está uno toda la tarde fatal, es un decir, y en el último toro haces una faena y se vuelcan como si no hubiera ocurrido nada antes.
Son dos públicos los de Madrid y Sevilla muy enterados y aun cuando el torero no tenga suerte, si hay clase, la saben apreciar, como saben estimar también el esfuerzo, la voluntad, las ganas de hacer, y la pena que da quedarse con las ganas.

¿ Y hay mucha diferencia entre el público actual y el de 1.910 ?
La misma que va de los toros que nos soltaban antes a los que sueltan ahora. Antes echaban unos toros como catedrales, con dos velas que daban pavor y con una intuición y un sentido que daban más pavor todavía. Pues a pesar de eso, en cuanto que a los espectadores les parecía que el toro era poco toro se ponían de pie, agitando en las manos las entradas y para qué la que le organizaban a la presidencia. Hoy las entradas cuestan un riñón el toro es pequeño y de carril, el torero cobra miles de duros y el espectador ni saca las entradas ni tira almohadillas. Estamos en Jauja. ¡ Si yo tuviera unos años menos!

Llegó en ese momento Juan Belmonte y se lleva a Rafael " El Gallo " al campo.

( Continuará...)



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