miércoles, 28 de septiembre de 2011

JOSELITO "EL GALLO " (Capítulo IV)



A Joselito, apenas con catorce años de edad, nadie podía enseñarle nada, porque se traía sabido todo el toreo y había nacido para mandar.
La cuadrilla de Niños Sevillanos siguió su gira triunfal por Jerez, la isla de San Fernando, Málaga y otras plazas menores de Andalucía, y así acabo la temporada de 1909.  Durante el invierno que le siguió, en una ocasión en que José iba a adiestrarse en faenas de campo, se tropezó por primera vez en la vida con Juan Belmonte, que fue desde entonces su amigo y compañero y había de ser al poco tiempo su émulo.
El encuentro casual ocurrió cuando a caballo Joselito por la mañana marchaba por la marisma, acompañado de don Carlos Vázquez, don Armando Herrera y otros amigos, cuando al salir de Triana se cruzó con ellos Juan Belmonte que iba a pie con su capotillo al hombro. Le interesó a Joselito el viandante, acaso porque pensó en sus propias aventuras, y se miro en aquel mocito color de aceituna como si se mirase en un espejo, y obedeciendo a una súbita simpatía, y hasta pudiera pensarse que aún misterioso designio, mandó detener la comitiva, subió a Juan a las ancas de su caballo y se lo llevó con ellos a la finca de don Carlos Vázquez. Allí en Jatoblanco, que así se llamaba el cortijo, se encerraron los dos toreando mano a mano, en limpia y alegre competencia, cuantas vacas había disponibles, y una de ellas, la última, alcanzó a Belmonte y le infirió un puntazo leve en un muslo, y Joselito le hizo el quite. Allí justo por primera vez sus nombres y su arte, el destino que diez años más tarde había de llevarse a Joselito para dejar a Juan Belmonte amo y señor de toda la torería.
Aquel mismo invierno, y cuando ya se decidió que la cuadrilla de Niños Sevillanos torease novilladas con picadores, se hizo cargo de ella don Manuel Pineda, y en la primera novillada con picadores, y que da una idea clara y segura del carácter y del poderío del que ya a los dieciséis años era un hombre cabal y un torero de asombro.
El 15 de Agosto de aquel año de 1911 iban a torear su primera novillada con suerte de varas, Limeño y Joselito. El día 13 amaneció Limeño con altísima fiebre y los médicos opinaron que no podía torear de ninguna manera.
Entonces Joselito se ofreció él solo a despachar la novillada, a lo que accedió, apretado por las circunstancias, aunque no sin recelo, don Manuel Pineda. Había este escogido seis novillos de don Felipe Salas, grandes y gordos, pero cómodos de cabeza, y creyó prudente, para asegurarse de los ánimos de su torero, llevarse a éste al cerrado aquella misma tarde del 13 de Agosto, para que viera los enemigos con los cuales había de encerrarse y se afirmase en su decisión o volviera de su acuerdo si la novillada le parecía de mucho peso para despacharla solo. En efecto Joselito pidió que se cambiaran por otros aquellos novillos, y don Manuel, satisfecho de su previsión, convino en ello y fue con Joselito a la dehesa de don Felipe Salas a buscar otras reses. No las había más chicas, sino todo lo contrario, y cuando don Manuel se desesperaba pensando en suspender la novillada, oyó con asombro estas palabras de José, que ya con ellas se revelaba un torerazo : "Si eso es lo que yo quería, don Manuel de mi alma. Novillos grandes y con leña. Porque aunque  los que usted escogió están gordos y son presentables, no traen respeto en la cabeza, y el público hubiera podido pensar que por ser yo el único matador se me había buscado " carne acomodada ".
Queda claro el temor con que hubo de consentir en que su administrado saliese a matar seis novillos toros, tres de los cuales, sobre todo, tenían demasiado peso y excesivas defensas para un novillero no cuajado todavía.
A pesar de no salir fáciles los lidió y mató con singular maestría y corto las orejas de cuatro.
En 1911 y parte de 1912 llevó don Manuel Pineda por las principales Plazas de España, exceptuando las de Sevilla y Madrid, a su cuadrilla de Niños Sevillanos, y los dos matadores rivalizaron con gran lucimiento, hasta el punto que don Manuel expuso la conveniencia de que la cuadrilla se presentase en Madrid, a lo que accedió Rafael, hermano de José pater familiar de los Gallo, convencido de que su hermano menor era un gran torero. El 13 de Junio de 1912 lidiaron Limeño y José, en el demolido coso de la carretera de Aragón, una novillada con novillos-toros de la ganadería de don Eduardo Olea.
Venían los Niños Sevillanos precedidos los dos de muy buena fama, que no era menos la de Limeño y respondieron a ella el día de su presentación en Madrid, a pesar de que la novillada no fue ni blanda ni pequeña. Le tocó a Joselito el lote más difícil ; pero por eso, precisamente, y por su actuación a lo largo de toda la lidia, el público se fue más con José que con Limeño.
Joselito realizó dos quites muy adornados en su primer novillo. Un quiebro de rodillas auténtico en el segundo, no una larga cambiada, sino con el capote recogido en las dos manos, como es fama que lo  ejecutaba su padre.
Una serie de verónicas que el crítico " Dulzuras " califico de "hermosísimas". Dos quites muy variados rematando el segundo arrodillado ante la res. Un par al quiebro muy limpio y dos grandes pares al cuarteo e inicia la faena final con un magnifico pase de pecho puesto de rodillas otra vez, necesitó de cuatro pinchazos y un descabello a la primera. Saltó el estoque e hirió a un espectador en una ceja y tuvo que pasar a la enfermería.
Don Modesto, escribía : " Yo no soy sospechoso " ¡ Señores, que Gallito ! Yo juro que creo que nos hallamos en presencia de un torero todo un fenómeno. ¡ Palabra ! ¡ Palabra !"


(Continuará... )







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