lunes, 29 de agosto de 2011

UN DIA DE SANEAMIENTO






Hoy, viernes 26 de Agosto de 2011, nos corresponde realizar el 2º Saneamiento 2011, la lectura de uno de los lotes de la ganadería para control y erradicación de la Tuberculosis, Brucelosis, y Leucosis, del ganado bovino.
En estos momentos estamos muy próximos a los quinientos animales en la ganadería, y a todos ellos tenemos que sanear, de estas enfermedades.
Una vez iniciadas las pruebas en una ganadería para comprobar si existen en los animales, las enfermedades enumeradas queda prohibido el traslado de ningún animal hasta recibir los resultados de la revisión a la totalidad de los animales saneados, si los mismos son negativos a las pruebas, si se tenía, se sigue en poder de la Carta Verde.
Si en el campo siempre madrugamos, en este caso mucho más pues a las ocho y media de la mañana llega el Veterinario designado por la Oficina Veterinaria Zona, y para entonces, todo tiene que estar preparado y a punto para comenzar.
Aparentemente parece que todos los días de saneamiento son iguales, pero no es así, lo esencial siempre es igual pero lo que depende de los animales es totalmente distinto de uno a otro, podemos decir que la rutina no existe con el ganado de lidia, nunca se pueden conocer de antemano sus reacciones ni sus matices.
¿Cuánto más se aficionaría el público a nuestra incomparable Fiesta, si presenciaran las faenas de campo y sobre todo integrándose en ellas?
En España se conservan gracias a las más de mil ganaderías de bravo existentes 600 mil hectáreas de dehesas que entre otras cosas nos proporcionan las encinas, alcornoques, robles, que absorben gran cantidad de CO2, no permitiendo la erosión del suelo.
Esto hace que el toro bravo se convierta en el pilar básico en la defensa de la dehesa y la Naturaleza y por tanto el mantenimiento de la ecología, y ecosistemas de nuestro entorno natural.
En la dehesa viven, se crian los toros bravos, ese animal misterioso. Es bravo y es noble, es fiero y nos parece que es manso, con lo fuerte que es, en la dehesa a penas hace uso de su fuerza.

Esta fresquita mañana de Agosto, a las siete y media los caballos con sus jinetes caminan hacia la plaza de tientas, en sus aledaños estan las instalaciones donde se desarrolla el saneamiento sobre todo en la " Unidad de manejo ".
El sol muy bajo a esas horas, su salida pronosticaba un día muy ventoso.
En cuanto las vacas escucharon los cascos de los caballos se empezaron a mover por los corrales, que perdieron su silencio.
Las vacas empezaron a entrar desconfiadas pero con la resignación aprendida de que no tienen más remedio, entran por la buenas, entran por las malas.
Una vez se llenaron los chiqueros y corrales contiguos al cepo, hicímos un inciso en espera del veterinario que llegó puntualmente acompañado de sus utensilios, mesa, documentación. etc. en cinco minutos estaba comprobando la primera vaca.
Vicente, el martes cortaba el pelo con unas tijeras, de un trozito de piel de la vaca y a continuación el veterinario le inyecta y saca sangre del rabo, la suficiente para llenar un tubito donde pone las caracteristicas de cada animal para mandarlos al laboratorio para analizarlos.
Hoy, comprueba si es negativa pasando la mano sobre donde se corto el pelo si no tiene hinchazón es negativa, de todas formas si en alguna tiene duda, lo miden con un aparato al efecto.
La semana pasada se sanearon sobre doscientos animales, entre ellos los sementales, todos fueron negativos, nos queda esperar la prueba de la sangre en el laboratorio, hoy, saneamos el restos unos trescientos animales.
Aprovecharemos la pasada de los animales por el cepo para destetar los becerros a las vacas que tendremos aparte hasta el día del herradero en Noviembre de 2011.
Gracias al ruido que producen poniendo un saco vacio atado a un palo, se asustan y suelen coger bien las puertas, Jacinto y Manuel los agitaban para que los corrales y chiqueros estuvieran llenos de vacas y becerros.
Así durante todo el día hasta que el horizonte se tragó lentamente al sol, se iba a poner con un rojo intenso que produce el sol poniente de verano en Extremadura, el pronóstico para mañana era de más calor.
Por fín se lo tragó totalmente quedaban unas quince vacas por hacerse y el calor empezó a remitir, se acercaba la luz azul de la noche reflejada en los crecientes cuernos de las últimas vacas en el cepo.
Terminaba así el segundo día del saneamiento de la 2ª tanda de la ganadería, todas negativas a la espera del resultado de la sangre en el laboratorio.
Que paz se respiraba al quedarnos sin sol y sin moscas después del intenso ronroneo de todo el día soportándolas.
Otras operaciones aprovechamos también al paso de las vacas por el cepo, desparasitarlas y colocarles los crotales a las que lo perdieron desde el último saneamiento.
Teniendo en cuenta que en el pastoreo los animales defecan en los propios pastizales, el ciclo biológico de las infestaciones, es imposible de anular, y por tanto tenemos que recurrir a desparasitarlas.
Otro día les contaré a fondo el control del parasitismo en el ganado bravo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

JUAN BELMONTE (CAPITULO XVI) COMO LLEGUÉ A "FENÓMENO"




Por una enorme afición y una casi total ausencia de voluntad.
Yo empecé como miembro de una cuadrilla de chiquillos de mi barrio, edad y condición, a apartar los toros que a seis kilómetros de Sevilla encerraban por la tarde para llevarlos al día siguiente al Matadero, lo que me empujaba a ello era el deseo de torear; pero sin pensar nunca que lo que hacía podría ser el primer paso para llegar un día a la plaza.
El público no existía para mí ; por eso, cuando me enfrentaba con un " bicho ", después de haberlo cansado, en combinación con mis camaradas de aventura, por medio de una barrera humana de muchachos escalonados, que corríamos en nuestro turno delante del toro, cosa que causó siempre admiración y duda a quien lo supo, nunca pensaba más que en el recreo que para mí representaba aquel pasarme el toro por delante una y otra vez, embebido en los vuelos de mi capotillo.
Yo buscaba el arte por el arte, sin ocurrírseme siquiera que aquello podía ser el escalón para vestir el traje de luces.
En mi anarquía no soñaba más que con la aventura.
Pero ésto, si ahondamos, puede tener una raíz originaria en el complejo de inferioridad que siempre padecí.
Por eso la inquietud era la que lanzaba hacía el cerrado, cada día más difícil de alcanzar.
Los guardas estaban sobre aviso y por las tardes no podíamos acercarnos.
A la luz de la luna tuvimos que realizar nuestras excursiones, y más tarde recurrimos al carburo para poder llevar a cabo, en noche cerrada, nuestras ansias de torear.
Muy difícil se puso aquello y, por lo tanto, muy grande tenía que ser nuestra afición. Lo de menos era el peligro de la cornada.
Había antes mucho que pasar; seis kilómetros andando eran ya bastante para nuestra pobre constitución, falta de una alimentación completa; pero aún había que robar la barca para atravesar el río, o de lo contrario, se tenía que hacer a nado, aunque la temperatura no fuese precisamente la más adecuada para tomar un baño, y como punto final quedaba la desagradable sorpresa del guarda, o guardas. ¡ Mucha afición hacía falta !
En cuanto al segundo motivo, mi falta de voluntad ha sido la mayor culpable de que yo pasase de toreador a torero. Una vez conocidas nuestras aventuras, cuando la gente empezó a hablar en Sevilla de " aquello ", me empecé a ver zarandeado: los demás hacían cábalas por mí, me hablaban de presentarme a Fulano y a Mengano, de torear en seguida ante el público. Y poco a poco me fueron empujando del campo al ruedo, a pesar de no hacer nada yo por conseguirlo. Me salió una persona que me brindo su protección, entonces esto sucedía mucho, y en Sevilla, todo aquel que tenía relaciones o podía, buscaba el aficionado a quien proteger, y me dijo que fuera a visitarle. ¡ Dos meses estuve llegando a su puerta, sin entrar !
Cuando me encontraba ante ella me asaltaba la duda, mi complejo de inferioridad hacía su aparición y no me atrevía a llamar siquiera. Un día me ví vestido de luces.
Era una novillada sin caballos, y el éxito me sonrió.
Toreé bien, maté bien y entré en mi casa a hombros de los aficionados. Después pasó un año sin que volviera a torear en plaza alguna, hasta mi repetición en otra novillada igual, en la que un toro manso, de media casta, me trajo por la " calle de la amargura ".
Aquello no era una corrida más que en el sentido que pueda tener la palabra, en cuanto se refiere a correr.
Yo iba detrás del toro, que no quería saber nada de mí ; le daba un pase y se me marchaba otra vez, y así hasta que tocaron a matar.
Era un " bicho " de cabeza enorme, y yo, cada vez que entraba, que podía entrar, me tiraba encima de los cuernos, y él a su vez me lanzaba al aire.
Ya en el suelo, descansaba un poco, reponía fuerzas, y otra vez a tirarme sobre los cuernos. ¿Cuántas veces hice esta operación? ¡Qué sé yo! Pero como referencia diré que me tocaron los tres avisos y que me echaron el toro al corral porque llegué hasta pegarme con él.
Guardo una fotografía que unos aficionados amigos míos me enviaron, en la que estoy hincado de rodillas, delante del marrajo, que, aculado sobre el burladero, trataba de defenderse, dándole un puñetazo en la cabeza, mientras dos banderilleros de cogían de los hombros, retirándome de allí.
Esto no me desanimó, pues juzgadas friamente las condiciones del animal, el haber conseguido  matarlo, aún con los tres avisos, podía considerarse como un triunfo.
Además, yo tenía una persona que creía en mí.
Esto casí ya bastaba para empujarme, para levantar mi espíritu ; pero entonces me dí cuenta de que además, ya dentro de mí, sentía otras causas, que unidas a las principales, ya citadas al principio de estas líneas, servían de estímulo para mantener firme la voluntad de vencer.
Y eran : el hambre y la mujer. Lo demás ya no importaba.
Vino todo rodado, y, poco a poco, hasta el éxito que tuve que mantener a fuerza de este conglomerado de estimulantes que me empujaban siempre : en el desmayo, en la mala tarde y en el accidente.
Por tanto a modo de resumen podemos decir que Juan Belmonte, como todo gran artista, era indolente y un tanto perezoso.
Nos alegra mucho el conocer que hay por el mundo muchos hombres perezosos que han realizado grandes hazañas y al alcanzado notoriedad, gloria y fortuna.
Juan Belmonte era uno de estos hombres.
Si Juan Belmonte hubiera querido escribir un libro único, lo hubiera podido hacer.
Porque Juan Belmonte, que casí nunca mandaba cartas, era un gran escritor.
Véase su prólogo al libro de don Natalio Rivas, La Escuela de Tauromaquia de Sevilla. Es breve, apenas cinco páginas; pero allí se dicen muchas cosas y muy bien dichas.
Leyéndola, no podemos equivocarnos al asegurar que si Juan Belmonte hubiera conseguido salvar su pereza, allá en su cortijo de Gómez Cardeña, buen retiro para llenar cuartillas, un libro único que nadie más que él podía escribir, un libro de toros, escrito por un torero genial, Ahí es nada.     ( Continuará... )







jueves, 18 de agosto de 2011

LOS MALETILLAS SIN SUERTE


Hoy les traigo una poesia, del baul de los recuerdos del museo de Encina Hermosa. Su título "Los Maletillas sin Suerte", espero les guste.

Casa de Adolfo Moreno.....
¡ Qué pena de amanecida !
Lo que en tus puertas pasó,
¡ que los romances lo digan !

Primavera del cortijo.
Luna de Abril en Sevilla.
Nocturno de tauromaquia.
Cada guitarra, una vida...
Cada vida -- amor --, un sueño...
Cada sueño, una mentira...
Cruza el viento, temeroso
de romper las clavellinas.
Los grillos y los muerciélagos
entre azahares dormitan.
Cantan en Venta Eritaña
gitanos y garrochistas...
Del otro lado del río,
llora Itálica en ruinas...
Ayes de las soleares
rondando por la provincia
clamando sin saber por quién,
bajo las estrellas fijas.
Todos los toreros muertos
bajan hasta las marismas
y torean entre sombras
sus propias sombras perdidas.

Embrujo de lo moruno.
Magia negra de la lidia.
¡ Miradlos por donde vienen
Currito y José María !
Banderilleros del hambre,
torerillos sin cuadrilla,
en el topo de los trenes
viajando todo el día...,
los capotes " remendaos ",
prestadas las zapatillas...
Aprendices de toreros,
los dos chavales caminan
temerosos de ser vistos,
sin hablar y de puntillas.
El silencio del paisaje
sobre sus pasos gravita,
y en los cruces del camino
La Guardia Civil vigila,
la bayoneta en la luna
y el tricornio en las rodillas.

- ¡ No hagas ruido, mira por
donde vas, José María !...
- ¡ Currito !
- ¿ Qué ?..
- ¿ No has oido ?
- ¡ Son los toros !
- ¡ Vamos ! ¡ Brinca !
La luna, desde su palco,
con la noche por mantilla,
con abanico de estrellas
mirándolos se abanica.
- ¡ Currito !
- ¿ Qué ?
- ¿ Ya se han ido ?
- ¿ Tienes miedo ?
- ¿ Yo ? ¡ Maldita
sea mi estampa !
- ¡ No grites,
que te oirá la gañanía !

Catorce toros coquillas
sueñan Plazas nunca vistas.
Las testuces enlunadas,
llenas de bravura antigua.
Catorce toros coquillas
esperando dos corridas :
la mitad, para Bilbao ;
la mitad para Algeciras.
Toros que sólo conocen
a las gentes que les cuidan.
Mansos con los de la casa
y fieros con las cuadrillas.

- ¡ Aquí están, déjame a mi,
tú estate al quite, tú cuida
que nadie venga !
Currito,
salta los cercos de espinas
y laureles. Llama al toro,
y el toro acuda a la cita.
Cada vez que pasa el bicho,
Currito más se le arrima...
¡ Ole, grita el olivar,
y ole, las encinas gritan !
Mudas de asombro y de furia,
las otras reses reses le miran.
Jalea toda la noche,
desvelada, sosprendida.
Brujas de la Tauromaquia
volándo por bulerías
montadas en los estoques,
molinetean las brisas,
y agitando unos pañuelos
negros y encarnados gritan
sobre el cercado. Un augurio
fatal " jondamente " vibra...
Currito veroniquea
y lejos los trenes silban,
resbalando entre alcornoques,
jazmines y campanillas...
El chaval cita a la muerte,
puesta en el toro su vida,
mientras otro toro embiste
por la espalda ¡ y se la quita !
Todo dura dos segundos.
¡ Un siglo ! El cuerno en la herida.
se recrea... El corazón
partido...
¿ Virgen María !
¡ Ay, Gran Poder !
El capote llega tarde.
- ¡ Toro ! ¡ Mira !
Y cuando el toro se va,
la noche se queda fría
de pronto, mientras la muerte
clava al viento su divisa...
Los toros huyen de pronto
entre mugidos y esquilas...
José, con voces de espanto,
junto a Currito se inclina
y cuando va a socorrerlo,
le dan el alto, y la vida
que se pierde entre disparos
máuser. Cae boca arriba...
Las nubes tapan la luna
desmayada y femenina.
Los dos chavales, caidos
sobre la hierba agonizan...
Currito - manos de cera -,
con los ojos todavía
abiertos, mira la noche...
Perros de las cercanías
le ladran. En las guitarras
saltan bordones y primas.
Un funeral de llamadas
en la ventana se agita.
Mayorales y gañanes
dándose el alerta gritan....

Casa de Adolfo Moreno,
¡ qué pena de amanecida !
Un " maletilla " es un nocturno
ladrón de ganaderías.
Hay orden de disparar.
Es orden . Y hay que cumplirla.
¡ Qué madrugada de angustia !
El alba, sin sol, se agita.
Decorada de olivares
se estremecen las colinas.
Aprendices de toreros,
la flor de los maletillas,
banderilleros del hambre,
torerillos sin cuadrilla,
los capotes " remendaos ",
prestadas las zapatillas,
por la verita del río
los dos chavales venían....
¡ Y por jugar con la muerte,
los dos perdieron la vida.

Catorce toros coquillas,
esperando dos corridas :
la mitad, para Bilbao ;
la mitad , para Algeciras.
Casa de Adolfo Moreno,
¡ qué pena de amanecida !
¡ Lo que en tus puertas pasó,
que los romances lo digan !....

sábado, 13 de agosto de 2011

JUAN BELMONTE ( CAPITULO XV ) JUANITO, EL HIJO DE JUAN


Juan Belmonte Campoy era lo que podiamos decir un desconocido. Los aficionados no sabían nada de la existencia de ningún hijo de Juan Belmonte, por tanto para la mayoría era una sorpresa que Juan Belmonte saliera diciendo que tenía un hijo.
Pero entre los íntimos y la familia si sabían de la existencia de ese hijo natural, habido de una anterior relación al viaje a América en 1918, en el otoño invierno, cuando el torero planteó su matrimonio con una joven que pertenecía a una estirpe aristocrática de Lima.
Doña Julia Cossio, emparentada además con el presidente de Perú.
La madre de Juan Belmonte Campoy era una muchacha sevillana de condición humilde, muy guapa, con unos ojos verdes impresionantes, y que estuvo trabajando en la casa trianera del clan Belmonte, como niñera del hijo menor :Rafael.
La madrastra de Juan al saber lo ocurrido intentó que Juan se casase con ella y cumpliese.
Pero levantaron el vuelo la pareja y se instalaron en Madrid, donde el 28 de Febrero de 1918, nació Juanito, fruto de aquellos amores.
Juanito pasó unos años en Madrid, pero su madre Consuelo tomó la decisión de volver a Sevilla, donde en un modesto piso se instalaron en el Arenal.
Consuelo recibía su pensión mensual de Juan Belmonte a la que añadía el dinero que ella obtenía liando pitillos en casa, era una hábil cigarrera.
Juanito por tanto tuvo una infancia donde no le faltaba de nada.
El chaval estudiaba en el colegio de los Salesianos de Utrera (Sevilla) y le surgió la idea en 1934 de que él la podría redimir de miserias haciéndose torero.
Al chico lo visitaban sus tios Rafael y Pepe Belmonte y le trataban con el natural cariño que el lazo familiar entrañaba.
Tomó la alternativa en la plaza de Salamanca el 12 de Septiembre de 1938, padrino Marcial Lalanda y testigo Domingo Ortega, con una corrida de Antonio Pérez de San Fernando.
Confirmó en Madrid la alternativa el 12 de Octubre de 1939, padrino Marcial Lalanda y testigo Manolete, con toros también de Antonio Pérez de San Fernando.
Como prólogo de la corrida Juan Belmonte García, su padre, rejoneó un toro.
Juanito Belmonte destacó en competencia, con Pepe Luis Vázquez, Manolete, en 1940 toreó 42 corridas, en 1941 toreó 58 corridas, en 1942 toreó   64 corridas, en 1943 toreó 64 corridas y en 1944 toreó 36 corridas.
Aquel otoño marchó para actuar en Perú, Colombia y Venezuela, a su vuelta estaba satistecho.
Los seguidores de su padre no estaban convencidos con el hijo de Juan Belmonte.
Permaneció lejos de los ruedos hasta 1946 que toreó 38 corridas, en 1947 toreó 20 corridas, donde se despidió definitivamente en Almería el 29 de Agosto de 1947, alternando con Rafael Vega de los Reyes y Parrita.
Se casó y encontró la felicidad en la vida hogareña con su esposa y sus hijos.
Aunque Juanito se hallaba inserto en la familia y siempre gozó del afecto del padre y de sus hermanas Yolanda y Blanca, a partir de 1936 frecuentó el cortijo Gómez Cardeña, donde le trataban como el primogénito de la casa, un hijo más. Doña Julia de Cossio le distinguía y allí tenía su pequeño rincón.
Difícil lo tuvo Juan Belmonte Campoy en los ruedos, donde la figura del padre se proyectaba con enormes dimensiones, pero él con porfía acababa encovajinándose y le comunicaba al público la emoción de la lucha frente al toro.
Sin tener una clase depurada pero en su porfía con los toros logró una personalidad que nadie le negaba.
Falleció de una dolencia cardiaca en su casa de Fuenterrabia el 20 de Julio de 1975.
Había heredado de su padre el cortijo " El Chorreadero ", del término de Zahara de la Sierra.
( Continuará... )

              
En las fotografías :
1º Juanito Belmonte y José Ignacio Sánchez Mejias, torearon mucho de novilleros.
2º Domingo Ortega, Manolete , Juanito Belmonte y Marcial Lalanda, en San Sebastián año 1939.
3º Manolete, Luis Gómez " El Estudiante " y Juanito Belmonte. Corrida de la Prensa de 1944.





lunes, 8 de agosto de 2011

LAS CABAÑUELAS DE AGOSTO




Hoy, primer día de Agosto, comienzan "las cabañuelas" y por tanto suele revolverse el tiempo con este motivo.
"Las cabañuelas", son formas de pronóstico meteorológico a largo plazo, consistente en relacionar días concretos del mes de Agosto con cada mes del año siguiente.
El primer día de Agosto es la fecha clave en "las cabañuelas", de forma que las variaciones meteorológicas a lo largo del día nos darán cuenta de cómo será el año siguiente meteorológicamente hablando.
El día 2 de Agosto corresponde a Enero, el día tres a Febrero y así sucesivamente hasta el día 13 de Agosto.

Existen varias teorías sobre ellas según regiones de España, pero las que enumero son por las que siempre me he basado.
Fresquita la mañana del primer día de Agosto, afortunadamente, era muy agradable pasear a caballo a primera hora con el fin de dar un vistazo general a todos los animales de la ganadería.
Comencé por las vacas con sus crías, a las que les quedan veinte días para realizar de nuevo el saneamiento y después aprovecharemos para el segundo día que pasen por el cepo quitarles los becerros a las madres hasta el día del herradero.
Las vacas según me acercaba a ellas estaban sesteando ignorando totalmente que detrás de mí venía el tractor y el remolque para a partir de hoy darles de comer pacas de heno para complementarles la alimentación, pues el pasto del campo a estas alturas del verano empieza a escasear.
A partir de mañana una vez las vacas han visto que se les da comida a primera hora esperarán en la portera de su cercado a la hora en punto al tractor y remolque para recibir su comida diaria.
Las lagunas de los cercados a pesar que rebosaban a principio del verano, se les nota que han bajado de nivel por ese motivo una cigüeña no paraba de coger ranas.
Una vez llegó el tractor y una vez rotas las cuerdas de las pacas, comenzaron a extenderles la comida en hilos muy largos para que todas las vacas y los becerros puedan comer de las mismas estorbándose lo menos posible.
Los becerros que nacieron en Septiembre y Octubre de 2010, da gusto ver con la alegría que comen.
Me fui siguiendo al tractor y pasamos al cercado de eralas y utreras sin tentar donde se repite la misma operación de complementar su alimentación con heno.
Pasamos a la cerca de los sementales, Español, Pandereto, Pañero, Percalero y Español II, comían paja en el momento de llegar a su cercado.
Bonarillo me miró con cara de pocos amigos, estaba apartado del resto, comenzó a andar a través del pastizal buscando la laguna bastante llena por cierto, y donde un pato nadaba en ese momento.
Una vez pusieron el pienso en los comederos se acercaron a comer los que estaban en la paja, pero Bonarillo se acercaba con desgana y le costó bastante llegar, se colocó en una esquina y comenzó a comer cuando el sol se levantaba lentamente entre las ramas de los alcornoques, mientras del cercado contiguo llegó el bramido lento y espaciado como dando la bienvenida al sol en la fresca mañana de Agosto.
La siguiente parada fue en la cerca de los erales que se lidiarán en Zaragoza el día 24 de Septiembre.
Zaragoza, es una de las plazas más antiguas, fue erigida en 1764. Situada al final de la avenida de Pignatelli, su propietario la Casa- Hospicio Provincial a cargo de aquella Diputación. Plaza de primera categoría, cubierta, con un aforo de 14.300 localidades.
Al abrir la cancela con el ruido salieron corriendo al otro extremo del cercado el nº 20, Pitillo levantó la cabeza al cielo y comenzó a bramar.
Una vez se percataron tenían el pienso en los comederos se acercaron lentamente, el pelo les brillaba al sol, mientras los músculos de los morillos comenzó a dilatarse mientras movían sus colas, sus oscuros ojos relucieron y giraron hacía un lado mostrando el blanco.
La mañana avanzaba, estábamos en la cerca de los añojos que estaban muy inquietos pues los perros de los vaqueros descubrieron en un rincón a un grupo de jabalíes y cruzaron corriendo perseguidos por los perros por delante de ellos.
El verano que golpea Extremadura con largos días de sol que se llevan la humedad de la tierra, secando la hierba y los arroyos.
Una vez pusieron el pienso en los comederos se acercaron apresuradamente pues a esa hora de la mañana el hambre aprieta.
Aprovechando su quietud en los comederos pasaba con el caballo lentamente presenciando los elegidos para el tentadero de machos en los próximos meses.
Una vez consumieron el pienso comenzó el desfile hacia la laguna. Bebieron, algunos se restregaron con los troncos de las encinas y empezó el sesteo.
El número 24 Miliciano, quedo el último en la laguna, bebía sin prisa, tenía el hocico chorreando y brillante, me acerque a él y salió de la laguna corriendo hacia el resto dejando una buena polvareda.
Me senté en una roca desde donde observaba varios cercados pero las ruidosas moscas hicieron su aparición eran las doce pasadas de la mañana, me entretuve mirando a un buitre joven que hacía en el cielo sus primeros pinitos volando, a la vez que un milano le invitaba a seguirle a gran velocidad.
Una vez comprobados todos los animales, inicié el regreso a Encina Hermosa.
Ahora con más rapidez pues el calor comenzaba y cada vez era mayor el ronroneo de las moscas que me molestaban a placer.
El ruedo de los cardos al pisarlos el caballo y el ronroneo de las moscas me acompañaban en mi paseo.
A medida que me alejaba los bramidos de los toros, cada vez más lejanos.
Y este es el relato de la mañana del primer día de Agosto, donde "las cabañuelas" me dan un buen preludio meteorológico para el próximo año 2012.












Les muestro fotografía de nuestro amigo Arsenio, del Blog " Por las rutas del toro "

martes, 2 de agosto de 2011

JUAN BELMONTE ( CAPITULO XIII )



En 1936, el Alzamiento militar, al interrumpir la normalidad española, hizo que la fiesta fuera olvidada por algunos meses.
Sin embargo la paz reinante en la zona nacional permitió la organización de festejos y de corridas a partir de la primavera de 1937.
Juan aunque ya tenía el propósito de no vestir más el traje de luces solicitaron su concurso.
Y como rejoneador intervino durante los tres años de la guerra en numerosas corridas y festivales benéficos.
Después a partir de 1939, siguió frecuentando los ruedos cuantas veces pudo. Entre otras razones porque nunca faltaban pretextos. Cuantas veces ayudó a Rafael el Gallo, en festivales.
Decia Rafael : "yo no tenía más que decirle, el domingo en tal sitio. Y allá iba Juan con sus caballos".
Y como motivos no faltaban Juan acudía donde solicitaban su presencia.
Juan decía que nunca se retiraría definitivamente de los toros. En su Finca "Gómez Cardeña" el ganado le ofrecía ocasión de entrenarse en cualquier momento que el cuerpo le pedía torear. Cuando no pueda con un novillote me conformaré con darle capotazos a un eral. Y cuando ya no pueda tampoco con un eral, correré detrás de los añojos para obligarles que embistan.
La breve semblanza biográfica de Juan Belmonte, breve porque no se trataba sino de abocetar la figura del gran torero que, por otra parte, ha dado ocasión a abundante bibliografía, decia Don Indalecio, toca a su fín.
Juan tenía su teoría particular de la fiesta : En primer lugar, para Juan el toreo es dominar al toro.
¿ Para qué ? Para jugar graciosamente con sus ciegos instintos y ofrecer a los públicos un espéctaculo de emoción y belleza. ¿ Cómo ha de conseguirse este dominio del toro. ? Por el castigo.
Hasta la media verónica tiene en Juan características de castigo.
Juan creía que cada vez se toreaba mejor. La técnica del toreo es cada vez más perfecta, y los toros son tan bravos y tan peligrosos como hace medio siglo. Lo que pasa es que el público quiere otra cosa.
Hoy se reiría decía Juan Belmonte de ver dar mantazos a Guerrita. Porque antes el toreo de capa no existia.
Sobre el aprendizaje del toreo tenía también Belmonte ideas propias.
No creía Juan que fuera posible aprender a torear en una escuela. Si el poeta nace, el torero que fuera capaz de llenar una época tiene que venir al mundo también con " algo dentro. " Porque no se puede formar toreros por lecciones.
Sobre todo toreros con personalidad que es lo que en arte tiene valor.
Precisamente en el prólogo del libro de Natalio Rivas Belmonte opinaba sobre la Escuela de Tauromaquia de Sevilla.
Divagando sobre el tema, Juan, que sabía cultivar la ironía, decía que la Escuela hubiera tenido la misión de ensayar nuevas formas de la fiesta, y que quizá se hubiera llegado a la creación de una Academia "donde todos los toreros viejos y retirados, vestidos de chaqué, leerían sus discursos de ingreso y dogmatizarían sobre las normas taurinas, prefiriendo siempre las anteriores".
Juan caminaba a caballo por los caminos de " Gómez Cardeña ", entre lentiscos y retamas, al cuidado de sus toros bravos.
Tenía su "peña" en el cafe de Gayango, en la calle de Tetuán, rodeado de Rafael el Gallo, de María Teresa Pikman, del Niño de la Palma y de Sánchez Mejias.
Era una tertulia taurina en la que se hablaba poco de toros. Porque Juan, fuera del ruedo o alejado del campo, siempre tenía otros temas de conversación.
Juan, no sería otra cosa en la vida que eso : todo un torero.

Y así transcurrió la vida de Juan Belmonte en su cortijo de Gómez Cardeña hasta llegar el día 8 de Abril de 1962.
Quince días antes habia hecho testamento.
Juan que desde hacía tiempo encontraba en el campo una vida pacífica y retirada, quiza un tanto desilusionado del mundo del toro, pero conservando su gran afición a derribar becerras y montar a caballo.
Era un domingo de vida normal. Estuvo en misa, era profundamente religioso, jamás se sentó en la iglesia, siempre oía la misa de pie.
Realizó el viaje de 40 kilómetros que separaban la finca de Sevilla y estuvo derribando becerras y paseando a caballo, cosas que le habían prohibido los médicos.
Incluso entró en casa cantando una copla.
Charló en la cocina con su cocinera y gobernanta, únicas personas en la casa, aparte del personal de la finca.
Ordenó le sirvieran la comida en la plaza de tientas, nunca había comido allí y por tanto les extraño su decisión.
Belmonte desde su época de novillero llevaba siempre consigo un revólver y al cambiarse de ropa lo colocaba en un bolsillo de su bata.
Una vez terminó la solitaria comida pidió un bolígrafo, un papel y un sobre.
Y escribe la carta al juez de guardia : Que no se culpe de mi muerte a nadie.
Como el médico le desaconsejaba la siesta, montó de nuevo a caballo.
Vuelve al sillón de nuevo y apoya el cañón del revólver sobre el cuello y se dispara un tiro.
La gobernanta cumpliendo las órdenes de la cocinera intenta despertarle pero cree verle tan profundamente dormido sin advertir el hilo de sangre oculto bajo su cabeza ni el revólver que descansa en su regazo.
Después de otra hora les extraña se inquietan y se lo dicen a uno de los gañanes. El mismo acude y dice don Juan está muerto.
Esto es lo fehaciente, se dijeron tantas cosas entonces, pero lo cierto es que murió a pocos días de cumplir los sesenta años, con una mirada de ojos oscuros, resignados, nostálgicos, penetrantes, como le vió Zuloaga al Belmonte eternamente vestido de luces.
Murió debajo del citado cuadro y quizás envuelto en la soledad de sus atardeceres.
Juan Belmonte tenía una vida pacífica, por tanto sin motivo aparente para tomar tal decisión
Nunca se sabrá la razón de tal resolución.
Se habló con insistencia que estaba enamorado de una joven rejoneadora colombiana Amina Assis, tenía fama de enamoradizo, pero sin nada de certeza en ello.   ( Continuará... )








Así anunciaba la Revista Fiesta Española la muerte de Juan Belmonte.