domingo, 6 de marzo de 2011

JUAN BELMONTE (Capítulo III )



Les muestro una acuarela  de El Pasmo de Triana, cedida gentilmente por su autor Alejandro Estrada.

Antes de seguir adelante con la biografía de Juan Belmonte , conviene preguntarse. ¿Qué es un maestro?
Alguna vez se han preguntado ustedes qué condiciones debe reunir un maestro.
¿Es suficiente torear a la perfección para ser un maestro?.
Pienso que no, ni siquiera es una condición precisa.
Un maestro no tiene su toro, no debe esperar su toro. Todos los toros deben de ser su toro, porque si cada toro debe de tener su lidia, el maestro está obligado a conocerlas y practicarlas con todos los toros.
Un maestro no puede estar jamás satisfecho.
Poder con sus toros, con los demás y con todos los toros.
Un maestro participa de los dos principios fundamentales del toreo ; conocer los toros y las suertes de la lidia.
Buscar cada tarde la perfección desesperadamente.
Vocación y carácter son condiciones indispensables para ser un maestro.
Vocación a tope para hacer de la profesión del toreo su vida.
Carácter, pues sin él difícilmente podrá imponerse a su cuadrilla que reconociendo su autoridad le obedezcan de forma sublime.
Un maestro con una cuadrilla sin cohesión ni disciplina no puede torear.
Superación constante, sin estancamientos, sin ser engreído pensando nada hay más allá de lo ya conseguido.
Sentir una obligación total con el público y con él mismo.
Al maestro no se le espera. El maestro no puede permitirse el lujo de dejar ni una tarde sin triunfo, y que el triunfo de cada día eclipse el del día anterior.
No sentirse a gusto si no está ejerciendo su profesión.
Entrar todas las tardes en las plazas con tal fuerza, que se le sumen todos los días aficionados que tenían su afición totalmente dormida y que él la despertó al instante solo con verle hacer el paseillo.
Dominar la lidia desde el primer minuto de la corrida, porque sabe tanto de toros, ha lidiado muchos de la misma ganadería y a medida que avancen los dos primeros tercios tener de antemano un conocimiento total del toro.
El maestro busca a toda costa reglas de superación, como los investigadores lo hacen en los laboratorios.
Ser incansable en la temporada, como si al cansarse él, se cansara el escalafón en pleno.
No conformarse con torear cien corridas normales y encerrarse solo con seis toros en plazas de primera y con ganaderías de las que constantemente reclaman los aficionados.
Prodigar esas gestas al menos un par de veces  por temporada.
El maestro debe asumir siempre toda la responsabilidad.
El maestro buscar todo el esfuerzo.
Situarse el primero en el patio de cuadrillas, para salir el primero al ruedo con su cuadrilla que le seguirán con total confianza en su maestro.
Y cuando todos los años realiza las gestas de los seis toros en solitario, competir con él mismo, como si en la plaza hubiera seis toreros distintos, porque al ser tan distinto su toreo en cada toro lo aparente.
No dejarse ganar nunca la pelea ni por él mismo.
Ser incansable intentarlo todo bordar el toreo con el capote.
La verónica de Belmonte ha sido superior a todas, por una razón ; la forma de rematarla.
Nadie ha ligado así el toreo.
Las verónicas de Belmonte el sentimiento del ritmo, la emotividad profunda de aquel torero amarrado, trabado, en que el artista parecía prisionero de sí mismo, tenían la fuerza de una enfermedad contagiosa, deseada por el espectador.
Con la muleta Juan, su natural, arrollador personalísimo, como todo su toreo, sus ayudados por alto, con hondura y barriendo los lomos del toro, su pasa afarolado, y aquel molinete medio en cuclillas, entre el costillar y el rabo del toro.
Y Juan con el talismán del temple, hacía pasar al toro, aunque éste no embistiera.
Si todas estas circunstancias las encuentran en un torero puede decir ¿ ese es un maestro ?
Y dicho esto ¿era un maestro Juan Belmonte?
¿Meditelo?
Y que cada uno se manifieste interiormente.
Tres factores componen una corrida de toros : el toro, el torero y el público.
¿Pero dónde está el público de los toros?
El público de toros tiene que asimilar que para ver una corrida de toros es condición previa y totalmente indispensable ver al toro, del toro depende la corrida y todo gira alrededor de él.
El público que acude a la corrida sólo para ver al torero, en realidad presencia nada más que media corrida.
Por el contrario el que no pierde de vista el juego del toro ve al toro y al torero en ese orden y no solo verá lo que hace el toro, sino lo que hacen con él los toreros.  ( Continuará )

Como les había anunciado les sigo mostrando fotografías del 1º Curso de Aficionados Prácticos celebrado en Encina Hermosa el día 26 de Febrero de 2011.




A continuación les muestro el link del programa Tierra de Toros de Canal Extremadura en el que aparece el reportaje que hicieron del Curso de Aficionados Prácticos (empieza en el minuto 22 aprox. del vídeo).








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