jueves, 13 de enero de 2011

EL TORO EN SU ULTIMO DIA EN LA DEHESA



La luz al principio era de un suave verde azulado, delicada como las plumas cubiertas de gotillas de agua de la laguna donde los toros venian a beber en su último día en la dehesa.
El hocico de un toro tocó el agua, rizándola con ondas que brillaban como una tela de araña movida por el viento una de las olas pasó sobre la cabeza de una rana y le hizo bajar los párpados.
Fue entonces cuando la rana vio a un insecto que estaba vacilante y se lo comió.
Uno de los toros levantó el hocico mojado del agua, y cayeron gotas en la charca; el sol brillaba con fuerza derramando brillo sobre la alta hierba.
Un grupo de varios jabalíes, pasaron trotando muy cerca de la laguna y al ver a los toros apretaron el paso hacia unos alcornoques. En la esquina opuesta de la laguna una cigüeña negra buscaba ranas en la orilla.
Cuando los toros se marcharon de la laguna, después de beber, el viento seco se apresuraba entre los tallos de los cardos ; un cuco repetía  su monótono cantar.
La mañana transcurría lenta, uno de los toros levantó la cabeza para lanzar su bramido al viento y al sol, a sus hermanos, a las vacas distantes en otros cercados. Los toros parecían presagiar mucho antes de ser encerrados lo que se les avecinaba.
Un milano planeaba en ese momento por encima de los toros.
El sol poco a poco se elevaba trayendo el calor del mediodía, los toros se echaban tierra al lomo con los cascos, las moscas les atacaban con fuerza y era su única defensa, otro se revolcaba por el suelo. El sol apretaba más cada vez y penetraba en sus pieles muy cubiertas de polvo.
Hacía cada vez más calor, el único sonido que se advertía era el de los zumbidos de los insectos y otra vez el milano que volaba por encima de ellos.

Un toro se levantó y empezó a desperezarse. Sus pesados músculos se hundieron y ondularon bajo su polvorienta piel. Se fue despacio, con las patas tensas hasta donde sus hermanos descansaban y comenzó a lamerle el cuello a uno de los toros, dejando unas manchas negras brillantes en lugar del polvo.
Dos de los toros comenzaron a pelearse cabeza con cabeza; cada uno procuraba mantener la traba con los pitones, mantenerlos fuera del alcance de su propia carne; cada uno procuraba y trataba de empujar más, para hacer perder el equilibrio al otro, separarse y cornear entonces. Después de un buen rato uno de ellos se vio obligado a ceder terreno, dio media vuelta y huyo todo lo deprisa que sus fuerzas le permitieron. El otro lo siguió algún tiempo hasta que se quedó a la sombra de una encina observando como el vencido corría con las corvas metidas en el fango.
Mientras la tarde avanzaba, los toros comieron el pienso que les quedaba en los comederos, pero tuvieron varios tropiezos unos con otros, volvieron a la laguna pues el pienso les dio sed y el calor se hacía sentir, su último día en la dehesa transcurría y sus cuatro años en la misma terminaría en veinte minutos de lidia en la plaza. Aquello no estaba lejano para los siete toros.
El mayoral recibió la llamada de Vicente el dueño del camión advirtiéndole que en una hora estaría en el embarcadero de la dehesa.
En cuanto colgó el teléfono el Mayoral dio cuenta de la llamada a los otros vaqueros y como los caballos les esperaban se montaron todos y se fueron en dirección a la cerca de los cabestros.
Los toros vieron acercarse a los bueyes y caballistas. Se pusieron nerviosos con el movimiento y los sonidos de los cencerros.
Comenzaron a moverse de un lado a otro, a correr. Los bueyes entraron en el cercado con los vaqueros, los toros se fueron calmando al ser arropados por los cabestros. Les tranquilizaban pues los conocían de siempre y siempre se habían movido por la dehesa con ellos.
Uno de los vaqueros abrió la portera opuesta a por donde entraron los bueyes y el resto de los vaqueros les empujaron hacia ella, pasaron todos tranquilos, sin prisas, dejando eso sí una polvareda que desde lejos se podía seguir su trayectoria y su rastro por la misma.
Venían hacia la plaza, retumbando y moviéndose cada vez más rápidamente. Las voces crecían cada vez más. Los cencerros de los bueyes repicaban con más intensidad y fuerza. Los toros galopaban enloquecidos. Las pezuñas golpeaban la tierra y se iban acercando con más rapidez, sin percibir que las puertas se cerraban en su paso hacia el embarcadero.
Se produjo un apelotonamiento momentáneo en la misma puerta del corral ; en un instante estuvieron dentro y la puerta cerrada.
Los toros estaban encerrados, el camión colocado en el embarcadero, con el cajón nº 1 coincidiendo con el mismo.
Una vez ataron los caballos a la sombra de una encina los vaqueros empezaron a moverse por los corrales, uno arriba y el resto abajo, los bueyes empezaron a pasar por los pasillos y uno de los toros les siguió, la puerta del corral se cerró tras él, los bueyes hábilmente desaparecieron por una puerta lateral que se cerró en la misma cara del toro. Uno de los vaqueros le rozó el lomo con una garrocha, el toro siguió por el corredor y empezó a subir la rampa.
Se paró de nuevo en la entrada del cajón le tocaron ahora con la eléctrica un toque fuerte y el toro se metió en la oscuridad del cajón, los cuernos resonaron contra la madera, apenas había espacio para moverse una vez bajaron la trampilla del cajón; no había sitio para acumular fuerza y lanzarla contra la madera.
El camión comenzó a moverse para colocar en el embarcadero el cajón nº 2 y se repetiría la misma operación, hasta completar los 7 cajones, pues viajaría un sobrero.
Vicente, advierte que se apresuren que tiene que marcharse cuanto antes para llegar a descargar a la plaza de toros, le espera otro viaje urgente.
Una vez concluida la carga reclama la documentación, guía, pues en ella tiene que rellenar el apartado donde tiene que indicar todos los datos del camión del transporte así como los del conductor del mismo y firmarlo, de no hacerlo así, una vez salga de la dehesa si le pararan sin llevar ese requisito puesto en la guía, le sancionarían a él y por tanto no quiere que se le pueda pasar, pues comenta que lleva pagadas unas pocas multas por lo mismo.
Se montan en el camión Vicente y el Mayoral cruzan la dehesa y al dejar a sus espaldas la portera, los siete toros que les acompañan destino a la Plaza de Toros,habían pasado su último día en la dehesa.



12 comentarios:

  1. Magnifica prosa para esos siete toros que van camino de la Plaza, con la incertidumbre o la certeza del Ganadero, de que juego darán en la Plaza, 28 años de bravura, hacia el destino para el que fueron criados, en un paraíso vegetal como es la dehesa llena de hermosas encinas que sombrean el calor del verano y acogen el animal mas bello del planeta y cuya vida es digna de ser envidiada.
    Las dos fotografias primeras de una gran belleza.
    D. Mariano le deseo lo mejor en cada lidia de su camada.

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  2. Juan :
    Una vez más, le agradezco enormemente, sus entrañables comentarios tan llenos de apoyo y afecto.Cordiales saludos.

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  3. Mariano:
    Siempre es una delicia el poder asomarnos al campo y "contemplar " lo que pasa allí. Este relato es realmente muy emocionante y con mucho sentimiento, el de una persona que quiere esto y que lo vive. Enhorabuena y gracias por compartir con nosotros cosas tan íntimas.Y si no es abusar, le pediría que cuando lidie una corrida nos diga donde va a ser y que después nos comente su opinión de ganadero del resultado.
    Un saludo

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  4. Enrique :
    Muchisimas gracias por este reconfortante comentario. Trato de que ustedes al leerlo se integren en el relato como si lo estuvieran viendo en el campo.
    El ganadero suele ser tan exigente con el resultado de un festejo,que la verdad, uno siempre hubiera querido mucho más que lo que en realidad ocurre. Cordiales saludos.

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  5. Excelente relato,la verdad, que cada vez que le leo, me gusta mas el mundo del toro, gracias por su esfuerzo y su dedicación

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  6. Javier :
    Muchisimas gracias a usted, por su elogiable comentario que le agradezco profundamente. Cordiales saludos.

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  7. jose garcia soriano14 de enero de 2011, 0:16

    Mariano estos relatos,nos situan en la maravilla de la vida en el campo bravo,lo vivimos a traves de su prosa, y es toda una gozada le felicito.
    saludos

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  8. José :
    Muchisimas gracias por su generoso comentario, que de verdad, le agradezco. Cordiales saludos.

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  9. EXELENTE RELATO SR. MARIANO

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  10. Suerte D. Mariano. Grande su literatura.

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  11. D. Mariano, emoción en estado puro en este hermoso relato campero...gracias
    Un cordial saludo
    Pgmacias

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  12. Dn Mariano me encanta su ecológico relato donde conviven todo tipo de especies y el toro ejerce de guarda Nte los intrusos.

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