jueves, 7 de octubre de 2010

LA OSIFICACION EN EL GANADO DE LIDIA




La osificación es el proceso de mineralización de los tejidos que originan los huesos. La formación del esqueleto puede tener lugar por sustitución del cartílago. Este proceso supone la incorporación de sales minerales tales como fosfato cálcico, carbonato cálcico, fosfato magnésico, fluoruro cálcico, etc., en la proporción de 85, 10, 1,5 y 0,3 % de la fracción inorgánica, respectivamente, sin contar el agua.
Podemos distinguir dos procesos de osificación la DESMAL y la ENDOCONDRAL.
La osificación desmal se inicia con la modificación de células mesenquimatosas que se transforman en esteoblastos, alrededor de los cuales aparece un fieltro de fibrillas precolágenas. Posteriormente un cemento amorfo reúne las fibrillas hasta formar una masa compacta en cuya superficie se adaptan los esteoblastos, que se transformarán en osteocitos al mineralizarse el tejido osteoide.
Posteriormente la osificación endocondral tiene lugar por agrandamiento de las cavidades vesiculosas del cartílogo y depósito periférico de sales cálcicas alrededor de los llamados núcleos de osificación.
Les cuento todo esto tan complicado, para que ustedes comprueben la importancia de la osificación en el ganado de lidia.
El hueso acumula en sus trabéculas, elementos calcio-fosfóricos que cederá en momentos de penuria, pero si no se los suministramos complementariamente, mal podrá cederlos el propio organismo. De ahí que lo más aconsejable es el suministro  continuo de una buena mezcla de minerales.
No podemos olvidar que los elementos ( calcio y fósforo ) forman el 75% del total de las cenizas del cuerpo de las reses de lidia y concretamente, en el esqueleto, bridas cartilaginosas y ligamentos se eleva al 90% de dicha cantidad.

El fósforo y el calcio son los dos elementos minerales, que precisan los animales de las ganaderías por varias razones :
 - Los forrajes que pastorean los animales al aire libre, son pobrísimos en fósforo y mayormente aún en calcio.
 - En la gestación de la vaca, lactación de su ternero y crecimiento del mismo, hasta  llegar al ruedo, precisan de aportes minerales muy cuantiosos para que dichas funciones fisiológicas las desarrollen con plenitud y vigor funcional.
En una palabra son "necesarios siempre", por tanto el aporte calcio y fósforo debe ser constante y a libre disposición de los animales.

Los huesos de los animales contienen el 45% de agua, un 20% de (oseína)  o matriz orgánica y el 35% restante es inorgánico.
El hueso, además de su función de sostén del cuerpo, constituye un depósito de calcio y fósforo, una autentica reserva de tan vitales elementos minerales, las cuales se movilizan de acuerdo con las necesidades orgánicas.
Los huesos se forman a partir del cartílago y, una vez formado, esta en intercambio continuo de calcio y fósforo con el resto del organismo.
Las hormonas desempeñan un papel decisivo del sistema esquelético. El tiroides, si pierde su funcionalidad, se detiene el crecimiento, por provocar un retraso en la proliferación celular ósea y cartilaginosa.
Las hormonas sexuales regulan el desarrollo óseo (frenándolo o activándolo). Los cabestros por estar castrados, aumentan su esqueleto y desarrollan mucho su cornamenta.

Vitaminas: la vitamina A como auténtico factor de crecimiento y osificación, la C evita trastornos degenerativos musculo-óseos, la E es vital para el desarrollo muscular y endurecimiento de las bridas cartilaginosas. Su carencia lleva a midiodistrofias (músculo blanco).
Lípidos. Las grasas alimenticias son necesarias para evitar los procesos osteopáticos.
La osificación ósea se efectúa como les indiqué anteriormente a través de la (oseína), que es la sustancia fundamental primaria del hueso, de origen conjuntivo y que se mineraliza al precipitarse y retener las sales calciofosfóricas, que le aporta la reserva alcalina de la sangre, a través del plasma.

Todos estos procesos, se inician ya dentro del útero de la vaca y siguen activamente durante todo el crecimiento del ternero. Se reducen al llegar a la pubertad, aunque en realidad no terminan en toda la vida del animal este intercambio de hacer y ceder aportes de sus reservas a todo el fisiologismo animal.
Así, cuando un toro se lidia a los cuatro años, no ha terminado la osificación de sus miembros y consiguientes bridas cartilaginosas, es por tanto que todo cuanto se haga para fomentar la osificación será la base de un manejo mejor en todas nuestras ganaderías.









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