El 28 de agosto, se cumplen sesenta y cinco años de la tragedia de Linares.
El quinto toro de la corrida de Miura, " Islero " cogió mortalmente a " Manolete " y fue el octavo torero que murió victima de un toro de la citada ganadería.
Después de una infancia triste y enfermiza sacó fuerzas para reaccionar vigorosamente frente al desvalimiento de la orfandad, como por encanto logró transformar su traza desgarbada en una linea de armonía clásica y todo con ese aire grave, concentrado, en el que se adivinaba una lucha heroica entre una timidez natural y una rigida voluntad de vencer.
Así era de fuerte y sugestiva la figura de " Manolete ", su fuerza interior, su personalidad, rotunda, habían creado en vida, de golpe, el mito.
La misma intensidad del drama, su desenlace en la noche, mientras la noticia superaba ágilmente las mayores distancias y se mantenían por teléfono conversaciones entrecortadas pidiendo socorros, y unos hombres portadores de auxilios volaban por las carreteras y otros ofrecían y daban su sangre para reponer la que el herido derramaba, dejando flotando la duda entre fantasía y realidad, como en los sueños, pero, desgraciadamente el hecho era cierto : a " Manolete " le había matado un toro de Miura.
El diestro cordobés, cuarto califa, fue herido por su segundo toro, quinto de la tarde y falleció a las cinco y minutos de la madrugada. Le fueron practicadas cinco transfusiones de sangre desde la enfermería de la Plaza de Toros al Hospital del Patronato de los marqueses de Linares.
De Madrid llegaron los doctores Giménez Guinea y Tamames.
El matador de toros Pablo González " Parrao ", dio su sangre para tres de las cinco transfusiones.
" Manolete " nació en la madrugada del 4 al 5 de julio de 1.917, en la casa nº 2 de la calle Torres Cabrera, de Córdoba. Su padre fue famoso matador de toros, su madre Angustias Sánchez.
Tomó la alternativa en Sevilla, el 2 de julio de 1.939, de manos de Chicuelo, el toro " Mirador " de Clemente Tassara y testigo Gitanillo de Triana, confirmando en Madrid el 12 de octubre del mismo año de manos de Marcial Lalanda, testigo Juan Belmonte Campoy, que también corfirmó ese día los toros de Antonio Pérez de San Fernando.
Murió con treinta años y estuvo poco más de diez años en la profesión, toreó entre España y América 501 corridas de toros matando 1008 toros.
" Manolete " era un hombre timido y apocado. Le aterraban las exhibiciones. Procuraba por tanto ir siempre acompañado de algún amigo. Un día, con infantil alegría saco del bolsillo unas gafas enormes muy convencido que le servirían para pasar inadvertido.
Era esclavo de su profesión, en cuanto empezaba la temporada se apartaba de los bullicios, era hombre de gustos sencillos y de vida al aire libre.
Le gustaba mucho el cine, el teatro y la zarzuela, y era muy amante de la lectura, en él tenían los quioscos de las estaciones el mejor cliente.
Se decía que " Manolete " no fue precisamente un derrochador...
Lo que ocurría es que su casa y su cartera, siempre abierta para los necesitados, estaban herméticamente cerradas para los vividores.
" Manolete " en la compra de la finca Hornachuelos gastó cuatro millones y medio de pesetas y en otra que tenía cerca de Ecija pagó nueve millones de pesetas, las compró con la intención de convertirse en ganadero de reses bravas.
Sus hombres de confianza eran su apoderado José Flores " Camará " y Eduardo Bermúdez.
Se preocupaba mucho de sus cuentas y quería estuvieran siempre claras y precisas.
Por su casa de Córdoba pasaban los que pasaban verdadera necesidad encontrando siempre alivio a sus peticiones.
En una Feria de Valencia le concedieron un trofeo al mejor diestro, consistente en un capote de paseo y 25.000 pesetas y en el acto hizo la siguiente distribución el capote lo ofreció para hacer un manto a la Virgen de los Desamparados. Entregó mil pestas a cada miembro de su cuadrilla y el resto en partes iguales a los pobres de Valencia y Córdoba
La víspera de la corrida de Linares le dijo a Bermúdez que fuera perfilando los detalles de la corrida benéfica del 27 de septiembre de 1947 en Córdoba cuyo importe íntegro sería para la construcción de casas baratas.
Juan Belmonte, el revolucionario de la Tauromaquia en sus tiempos gloriosos fue el purificador del pase natural, " Manolete " el otro revolucionario lo volvió a purificar, llegando a un grado insospechado entonces.
Era inevitable.
La muerte le tenía señalado.
Como un presentimiento de tragedia " Manolete " era triste y solemne.
Era Inevitable.
Me exigen mucho, y como gano mucho, tengo que dar todo lo que pueda.
No le faltó nada para completar el cuadro.
El toro, de la ganadería miureña. La Plaza de Linares.
La agonía en la madrugada. El duelo nacional. Los españoles lloraron de pena la muerte de " Manolete ".
Dicen que " Manolete " no se dio cuenta de su muerte, pero estaban equivocados los que lo afirmaban, "Manolete " esperó a la muerte, si, desde su cama firme y sereno, como esperaba al toro. Su voz no vaciló un momento en su lenta agonía y mientras su sangre se le escapaba gota a gota y se horrorizaban las gentes . Lo mismo que cuando toreaba, él era el único que permanecía tranquilo.
De " Manolete " el divino
quedará siempre el recuerdo.
Con traje de luces rojas
se fue a torear luceros
en una tarde de feria,
tarde en España de duelo,
en que las nubes le daban
" manoletinas " al viento.
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